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Valencia da la batalla simbólica con el regreso del tráfico al centro de la ciudad

A partir del martes, 500 autobuses circulan diariamente por una zona que hasta ahora era entre total y parcialmente peatonalizada

Tráfico en el centro de Valencia, este martes.
Tráfico en el centro de Valencia, este martes.Mònica Torres
Marta Rojo

En los memes, hay autobuses rojos con cuernos, como toros, que no circulan, sino que corren, se embalan, arramblan con todo por una calle céntrica por la que huyen despavoridos los paseantes. En los memes también hay rótulos que juegan con las palabras bous al carrer —festejos taurinos donde los aficionados corren delante del toro por las calles de los pueblos— y la expresión “bus al carrer” —bus a la calle, en valenciano—. En la calle San Vicente de Valencia, que conecta la plaza de la Reina con la plaza del Ayuntamiento, no hay este martes toros, autobuses con cuernos ni paseantes que corren como en un encierro taurino. Pero sí algo que hace una semana no había: autobuses de la EMT, 500 al día, que circulan por una zona hasta ahora total o parcialmente peatonalizada, una de las últimas medidas en materia de tráfico del nuevo gobierno de PP y Vox en el Ayuntamiento. El meme de los toros está diseñado con inteligencia artificial, pero surge de una escena real: la de la aglomeración que obligó a desviar el viernes y el sábado la línea de autobús C-1 de su recién recuperado trayecto por la calle San Vicente.

La calle San Vicente, la plaza del Ayuntamiento y la calle Colón de Valencia, zonas del centro total o parcialmente cerradas al tráfico por el anterior gobierno municipal, de PSOE y Compromís, se han convertido en tres símbolos para el nuevo Consistorio de PP y Vox liderado por la alcaldesa María José Catalá, cuya última medida ha sido retornar seis líneas de autobús al “corazón de la ciudad” a partir de este martes. Algunas, como la C-1, ya volvieron a pasar por el centro durante el puente. Esos días, la ciudad construida de la que hablaba el arquitecto David Estal, la ciudad hecha por el uso ciudadano y no planificada, se impuso a la agenda municipal: la cantidad de gente obligó a convertir en peatonal la calle San Vicente y a desviar estos autobuses durante dos días. Esos días de “caos”, Nuria, que trabaja en una tienda de camisetas en la antigua Vía Augusta de la ciudad, tuvo que caminar con su patinete agarrado entre la gente. “Yo voy por la calzada normalmente, pero había tanta gente que ni por la calzada, ni por la acera, ni por ningún sitio”, recuerda. La calle San Vicente se había convertido, de facto y provisionalmente, en peatonal.

Por eso, el Ayuntamiento anunció que sería este martes, ya no festivo, cuando las otras cinco líneas de la EMT elegidas volvieran al centro. Si las calles vuelven a colapsar los días previos a Navidad, ha explicado el concejal de Movilidad, Jesús Carbonell, se desviarán los autobuses necesarios, pero no se prevé hacerlo anticipadamente. Este martes, han movilizado a 40 inspectores y 50 informadores para orientar a los usuarios.

Los hechos de la calle San Vicente han llevado al comité de empresa de la EMT a denunciar al consistorio ante la Fiscalía de Seguridad Vial al entender que hay “peligro de accidentes graves, atropellos y frenazos que pueden causar incluso muertes”. Para el edil, es “una cuestión particular” del Comité de Empresa, y ha asegurado que las líneas prestaban servicio “desde tiempo inmemorial por esa calle” a excepción de los últimos años. “Por fin hemos conseguido que el transporte público vuelva al centro de la ciudad, que era una demanda de los ciudadanos”, ha zanjado el concejal.

Cinco líneas de autobuses de la EMT volvieron ayer a la plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Cinco líneas de autobuses de la EMT volvieron ayer a la plaza del Ayuntamiento de Valencia.Mònica Torres

Y hay quien lo demandaba. Como Rosa, florista en uno de los puestos que se agrupan en la explanada de la plaza del Ayuntamiento. “Antes venía gente a comprar que podía entrar con el coche en la plaza, paraba aquí delante, compraban y se iban, venían adrede hasta de los pueblos”, explica. En el otro lado de la plaza, sin embargo, encarado a la fachada del consistorio, Carlos, florista de La Violeta Lolín, ve las cosas algo diferentes: “Algunos ya no pueden aparcar, pero también ahora viene gente paseando que normalmente no pasaría, y se paran y compran, una cosa por la otra”.

Calle Colón, un símbolo en disputa

Pero si existe un símbolo de lo que fue la anterior legislatura en materia de movilidad, esa es la calle Colón. La concejalía de Movilidad del anterior consistorio, liderada por Giuseppe Grezzi, redujo a un carril el transporte privado y amplió a dos los de bus y taxi. El carril bici de doble sentido, y segregado de la calzada, de esta calle, se convirtió para la izquierda en un símbolo de otro modelo de movilidad, y para la derecha en un punto negro de la ciudad. Este martes, la calle vuelve a contar con dos carriles de circulación para el tráfico motorizado y un solo carril bus/taxi.

Paco, que es vecino de esa zona de la ciudad, asegura haber “sufrido” ese carril bici, así como las restricciones al tráfico, que consiguieron reducir en un 50% los coches por la calle Colón. Su amigo Ramón va más allá: “Si yo fuera concejal, al día siguiente de tomar posesión habría mandado a los tractores pala a deshacer todo lo que se había hecho aquí”. Esos hipotéticos tractores pala, si los mandara Ramón, habrían deshecho, por ejemplo, los dos carriles taxi que a Eric, taxista, tanto le han facilitado el trabajo este tiempo: “En otras calles, la gente se pasa el carril bus/taxi por donde yo te diga, pero aquí había dos y lo tenían más complicado”.

Con la caída de la tarde, el centro de Valencia se llena de niños que salen de los colegios, de familias que van a comprar regalos de Navidad, de grupos que hacen cola para el carrusel o la pista de hielo de la Plaza del Ayuntamiento. La calle se llena, pero este martes no festivo, no hay aglomeraciones, ni cortes de vías, ni autobuses desviados. Algunos, como Isabel, Paco y María, vienen de los pueblos del entorno de València a pasar la tarde. Por el camino desde la estación del Norte a la plaza consistorial les ha “sorprendido” ver “tanto autobús”. “Valencia no es tan grande como para necesitar tanto autobús y, cuando no los había, respirabas otra cosa, respirabas mejor”, asegura Paco.

De la ciudad construida a la ciudad planificada pasarán los días y las semanas. La gente dejará de caminar por la calzada en la calle San Vicente y no harán falta informadores de la EMT para que los usuarios sepan qué autobús coger. Los taxistas, como Eric, ya no tendrán dos carriles en la calle Colón y en la plaza del Ayuntamiento habrá más autobuses y la mitad de los metros de terraza en el restaurante Sereno. El centro, símbolo de la movilidad a pie o en bici para el anterior gobierno, tendrá ahora su “transporte público en el corazón de la ciudad”. Isabel, que pasa el rato viendo la pista de patinaje sobre hielo con Paco y María, lo tiene claro. “Valencia era una de las ciudades menos contaminadas de España”. Ahora, dice, será otra cosa.

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