El leopardo Brave se recupera en Villena tras malvivir desnutrido en Ucrania
El animal salvaje fue hallado en una casa particular, en el epicentro de la guerra con Rusia, y trasladado al centro de rescate y rehabilitación de Alicante
La teoría dice que debería haber vivido en sabanas, bosques y selvas. Que sus uñas le permiten trepar por los árboles de tronco más vertical. Que su cola le da el equilibrio necesario para grandes saltos durante la caza. Que su pelaje se camufla entre el pasto y los arbustos. Pero el leopardo Brave no es como sus congéneres.
La casa particular en Ucrania donde ha vivido casi toda su vida no tiene nada que ver con la sabana: Brave nunca ha trepado por un tronco, ni ha dado un gran salto para cazar, ni se ha camuflado para atacar con éxito a su presa.
Una asociación local lo encontró abandonado sin comida ni agua en el centro de la guerra con Rusia y la colaboración con la fundación AAP le ha conseguido al felino un nuevo hogar a 3.000 kilómetros, en el centro de rescate y rehabilitación de mamíferos exóticos y salvajes Primadonus de Villena (Alicante). “Estaba delgado cuando lo encontraron, tenía problemas en la piel, el pelaje pobre, y no había ni comida ni agua a disposición del animal en la casa”, asegura la responsable de Comunicación del centro AAP Primadonus, Berta Alzaga. Brave nunca podrá ser devuelto a la naturaleza, pero sí superar el trauma de la guerra y la vida de encierro.
“La cautividad puede generar animales trastornados”, explica Berta Alzaga, que advierte que el proceso de recuperación es largo. La asociación ucrania Wild Animal Rescue trasladó al leopardo a un refugio sobre el terreno a finales del año pasado, donde el animal pasó dos meses casi sin moverse, siempre escondido, desnutrido y deshidratado. Con el tiempo, los voluntarios contactaron con Primadonus para que fuera trasladado a sus instalaciones de Villena, más grandes y especializadas.
Lo primero que hizo Brave este viernes al llegar al centro fue correr a esconderse bajo unas estructuras de madera, asustado. Este sábado, cambió de refugio y comió, pero seguía escondido. “Los animales que han vivido estas situaciones llegan estresados, muy desconfiados, van despacito a la hora de empezar a reconocer el espacio que tienen”, comenta Alzaga. Les asustan los movimientos y, sobre todo, los ruidos, porque “casi con toda probabilidad, vienen de haber estado escuchando bombas”.
“Trabajamos con animales salvajes, y la cautividad y el contacto con personas hacen que desarrollen problemas psicológicos y físicos”, destaca Alzaga. En Villena se ocupan ahora de 30 felinos y 70 primates. La fundación internacional para recuperar y rehabilitar animales salvajes en Europa se financia básicamente con donaciones y cuenta con voluntarios. De origen neerlandés, tiene sedes en Países Bajos, España y Alemania y centros de rescate en Villena y Almere (Países Bajos).
Tenencia particular
Los animales de Primadonus suelen venir “de la tenencia particular, del tráfico ilegal o del entretenimiento, sobre todo en circos”, y las limitaciones de una vida aislada hacen “que su desarrollo sea deficiente, con comportamientos aberrantes”: sus compradores, a veces, los encierran o los abandonan porque terminan atacándoles a ellos o a sus entornos. Pero además, a veces, el encierro hace que se autolesionen, se arranquen el pelo, se muerdan o se hieran. “Es una pescadilla que se muerde la cola: la cautividad genera animales trastornados”, según la responsable del centro alicantino.
Ahora, el leopardo va a pasar un mes en cuarentena en un espacio de 50 metros cuadrados, pero después se recuperará en unas instalaciones de 1.200 metros cuadrados con árboles, rocas y todo tipo de detalles para emular a los hábitats naturales de esta especie. Allí comenzará un largo camino: no se trata solo de que se acostumbre al nuevo espacio, sino de que se desarrolle físicamente de la forma más parecida a la que lo haría en la sabana.
Brave no va a cazar en Primadonus pero, como parte del proceso de musculación, sí tendrá que subir escalones, saltar, levantarse sobre sus patas traseras o estirarse para acceder a la comida. Quizá, si en algún momento llega al centro una hembra, podrá incluso socializar y vivir en grupo. Lo que está claro es que la receta de la rehabilitación incluye paciencia, tiempo, movimiento y autonomía. “No es cosa de dos días”, concluye Berta Alzaga.
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