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CASO IVAM

El exdirector del Reina Sofía José Guirao incide en que la obra hecha por el artista en vida se valora más que la reproducción póstuma

El exministro de Cultura declara como testigo en el juicio por el presunto fraude en la compra del IVAM por 3,4 millones de euros de obras de Gerardo Rueda, muchas de ellas materializadas tras su muerte

Ferran Bono
Jose Luis Rueda. al fondo, en el primer día del juicio en la Ciudad de la Justicia. En primer término, Consuelo Ciscar.
Jose Luis Rueda. al fondo, en el primer día del juicio en la Ciudad de la Justicia. En primer término, Consuelo Ciscar.Kai Försterling (EFE)

El exdirector del Reina Sofía entre 1994 y 2000, José Guirao, ha declarado este miércoles como testigo en el juicio sobre el presunto fraude en la compra y donación de obras de Gerardo Rueda (1926-1996) por parte del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) que se está celebrando en la Audiencia de Valencia. El ministro de Cultura en el Gobierno socialista de Pedro Sanchez entre 2018 y 2020 ha sostenido que “normalmente se le da más valor a las reproducciones que hizo el artista en vida que a las de después, lo que no quiere decir que no sean originales, es simplemente a efectos de valoración económica”.

Puede parecer una perogrullada pero es un asunto que está ocupando horas y horas de testimonios en la vista sobre la adquisición de ocho obras y la aceptación de otras 90 donadas por parte del heredero, José Luis Rueda, al menso 44 de las cuales fueron materializadas en una fundición, 10 años después de la muerte del artista, con unas dimensiones y unos materiales diferentes a los originales. “La obra es única si hay una sola obra y puede haber obras seriadas, que son originales del artista, pero seriadas. Hay criterios muy distintos. En España se ha seguido el criterio francés, hasta siete reproducciones de un original, con alguna prueba de artista, una o dos. Se diferencia desde el punto de vista económico a la hora de pagarla en Francia, y en España”, ha dicho.

Guirao ha sido llamado como testigo por la defensa de José Luis Rueda, acusado de ser cooperador necesario en los presuntos delitos de prevaricación, malversación y falsedad documental, al igual que Juan Carlos Lledó, responsable financiero del IVAM entre 2004 y 2014. En ese periodo, el museo estuvo dirigido por Consuelo Císcar, supuesta autora de los delitos. La fiscalía pide seis años de cárcel para ella, cinco y medio para Lledó y cinco para Rueda. El IVAM pagó 2,9 millones por las esculturas de Rueda, 512.524 euros para la fundición de las piezas y otros 719.987 euros para la organización de exposiciones sobre su obra. En total, 4,1 millones de euros.

El exministro ha empezado reconociendo su gran estima como artista y como persona hacia Gerardo Rueda -“una persona de educación y finura extraordinarias”, ha apostillado- al que conoció y trató al final de su vida. Ha explicado, a preguntas del abogado de Rueda, la compra que hizo el Reina Sofía, siendo él director, de 15 obras de Rueda y la donación de seis piezas. La operación se cerró en 160 millones de pesetas, unos 963.000 euros. Entre las piezas donadas al museo madrileño se encuentra el Gran relieve, que fue valorada por el museo nacional en 60 millones de pesetas (361.000 euros). Este es el precio casi exacto que pidió José Luis Rueda al IVAM en 2004 por la misma obra.

Guirao ha mostrado su extrañeza por que la obra no hubiera sido entregada en 2000, como comprobó justo antes de marcharse del Reina Sofía: “Se entrega en 2002 o 2003, ya con otro director, Juan Manuel Bonet. ¿Por qué? No lo sé”. Solo se tiene constancia de que Gerardo Rueda elaborara en vida una obra del Gran relieve. Al poco de acabarla, falleció. El gestor cultural también ha respondido que solo esa escultura tiene un carácter monumental dentro del conjunto que posee el Reina Sofía de Gerardo Rueda y que ninguna fue fundida ni realizada póstumamente, según cree recordar.

Sobre la cantidad y forma de esas reproducciones, Guirao ha subrayado que “eso lo decide el artista, y si no está vivo entiendo que habrá dejado instrucciones para que se pueda hacer o no. La clave del asunto es si autorizó o no la reproducción”.

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Dos hora antes, la conservadora del IVAM desde 1995 y jefa del área artística entre 2001 y 2005, Marta Arroyo, había asegurado que el Gran relieve que el IVAM compró en 2004 “no era el original” que el autor realizó para la exposición de 1996 en este mismo centro. En el juicio se ha exhibido una carta remitida por el hijo adoptivo a Císcar en 2004 en la que ofrecía, por 360.000 euros, “esta obra realizado por su autor precisamente con destino al IVAM con ocasión de la exposición antológica de su obra que se llevo a cabo entre marzo y mayo de 1996″. La defensa de Rueda ha insistido en la diferenciación entre el término “obra” y “pieza, o ejemplar”.

A juicio de esta conservadora, “una obra original es la que realiza el artista en vida”, y a pesar de que no se considera la “persona indicada” para pronunciarse al respecto, ha considerado “obvio” que las piezas compradas por el IVAM “no pasaron por la mano del artista”. La conservadora que dimitió de su jefatura en en 2005 por no compartir “gustos artísticos ni la gestión” de Císcar, ha señalado que no observó “ninguna irregularidad aparente” en la tramitación del IVAM para la adquisición de las obras en lo que concierne a su competencia, si bien indicó que no asistió a una comisión sobre la compra del Gran relieve de Rueda a pesar de que aparece su nombre en el acta.

Tampoco asistió la también la conservadora del IVAM. María Luisa Cañamás, que era la secretaria de aquella comisión, aunque sí parece tanto su nombre como su firma. “Yo tenía que firmarlo pero no asistí a ninguna reunión de la comisión. Yo solo firmaba, imagino que por indicación de mi jefa directa”, ha señalado. Posteriormente, ha indicado que probablemente pecó de “exceso de confianza”. Ha explicado que la dirección del museo era la competente para decidir sobre lo que se compraba y cómo se hacía.

Otra de las testigos de la acusación, Cristina Mulinas, jefa del departamento de Registro del IVAM, ha manifestado que nunca vio documento alguno que autorizase al heredero de Rueda para reproducir la obra del escultor. Al igual que su compañera, ha insistido en que no es una perito, “pero es evidente que las reproducciones de otros autores, como las de Julio González, están a escala, mientras que las de Rueda son de otras dimensiones”. Además, ha afirmado que, en la exhibición pública de la obra de González “se diferencia entre hierros del autor y reproducciones posteriores”.

También ha declarado como testigo de Rueda, Diego López, director de una galería de arte. Ha explicado que “lo más importante” de una obra de arte es la documentación: “Reproducciones se pueden hacer muy fáciles, lo que acredita que una obra es original es la documentación”. Ha insistido en que considerar como original solo la primera creación “aniquila el mundo del arte contemporáneo” tal y como se conoce actualmente.

“He leído mucho sobre este asunto, porque hice un asesoramiento a un cliente, me solicitó información sobre la obra de Rueda, hice unas gestiones y finalmente se llevó a cabo la compraventa -de una copia del Gran relieve, por un importe que pudo rondar los 800.000 euros, según ha asegurado-. Mi nombre está involucrado en una gestión mercantil vinculada con una obra de Rueda”, ha aclarado, según recoge Efe.


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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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