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Vigilia de sangre de Clitemnestra: una obra de teatro imagina qué hizo la reina la hora antes de matar a su marido Agamenón

Un actor, Damià Plensa, encarna a la protagonista del monólogo ‘La última batalla’, puesto en escena por el director y novelista Francisco Suárez

Una escena de 'La última batalla'.
Una escena de 'La última batalla'.Xavier Subias (XAVIER SUBIAS)
Jacinto Antón

Es sabido lo que hizo la reina griega Clitemnestra aquel funesto día del regreso de su marido, el rey Agamenón, vencedor de la guerra de Troya: asesinarlo. Lo hizo, cuenta Esquilo, con un hacha o espada (hay debate erudito sobre el arma) mientras él estaba en el baño, lugar peligroso donde los haya como atestiguarían Marat y Jim Morrison. Pero ¿en qué empleó su tiempo la reina antes del crimen? Una obra de teatro La última batalla, de Manuel Tirado, con dramaturgia y dirección de Francisco Suárez que puede verse hasta el 23 de febrero en Dau al Sec, en Barcelona, nos lo cuenta. El espectáculo, un monólogo de una hora que interpreta el actor Damià Plensa en un cambio de sexo del personaje clásico que ya indica que no se trata de una pieza convencional, explora “el desamor de una mujer ninguneada, maltratada y abandonada por su marido”, explica Súarez. “Estamos en la noche en que Clitemnestra espera a su esposo, seguimos la estela de Esquilo: lo recibirá y lo matará. Pero de momento la puesta en escena nos la muestra en su habitación preparándose para la llegada, se ha duchado, se maquilla”.

Agamenón, recuerda el director, la ha abandonado los diez largos años de la guerra de Troya, y sacrificó a la hija de ambos, Ifigenia, para propiciar la expedición bélica. Además, vuelve con una concubina: la profetisa Casandra, hija de Príamo, que es parte de su botín. “Lo que vemos en ese momento íntimo es la confesión espiritual de una mujer, desde el dolor. ‘Le amo con toda mi alma y le odio con todo mi corazón’, nos dice. Se pregunta qué debe hacer, se debate desbocadamente entre el amor y el asesinato, y mientras tanto se acicala”. El monólogo es una exposición de los motivos de la reina y tiene algo también de “pliego de descargo”, dice Súarez, “justo antes de librar esa última batalla”.

El director, con espectáculos como Diálogo del Amargo, Ítaca o Antígona, le pidió a su amigo el periodista y dramaturgo Manuel Tirado que le escribiera una obra sobre esa vigilia de sangre de Clitemnestra a partir de la impresión que le causó la escena de M. Butterfly (1993), de David Cronenberg en la que Jeremy Irons se maquilla como una diva de ópera china. El resultado se estrenó en 2018 en el Festival de Teatro de Badajoz con el actor Guillermo Serrano y luego pudo verse en Madrid. Ahora Suárez ha querido retomar la pieza con un nuevo intérprete. El actor Damià Plensa (hijo del escultor Jaume Plensa y yerno de Francisco Suárez) hace de Clitemnestra pero no la interpreta como una mujer. “Ese es el juego, tiene fuerza que denuncie lo que se ha hecho a las mujeres siendo un hombre”, señala el director. Plensa aparece en albornoz y se maquilla como Irons en la película. Mientras tanto, Clitemnestra “descarga su amor, su odio, y echa cuentas de lo perdido y lo ganado”. Y se emborracha para el asesinato.

Damià Plensa como Clitemnestra en 'La última batalla'
Damià Plensa como Clitemnestra en 'La última batalla'Xavier Subias (XAVIER SUBIAS)

Francisco Suárez (Santa Marta de los Barros, Badajoz, 77 años) es, además de historia viva de nuestro teatro y acreditado novelista, bien conocido por su defensa de la cultura y la identidad gitana. Nacido en el seno de una familia de gitanos herreros y tratantes de acémilas, Suárez estudio dirección teatral en Barcelona (donde reside en la actualidad) entre los años 1969 y 1972 con Ricard Salvat. Ha realizado más de cuarenta montajes teatrales, entre ellos una docena dedicados específicamente a la cuestión gitana, y durante dos períodos (1993 a 1996 y 2007 a 2010) fue director artístico del Festival de Mérida. En una conversación con él pueden surgir anécdotas de Núria Espert, el Eduardo II de Lluís Pasqual —con Mario Gas sus directores favoritos— que protagonizaron Alfredo Alcón y Antonio Banderas, o la ocasión (2001) en que dirigió a José Luis López Vázquez haciendo de Julio César (!) en el César y Cleopatra de George Bernard Shaw (Vázquez le pidió “dime lo que tengo que hacer pero no cómo tengo que hacerlo”). A los 9 años, un maestro de esos decisivos (como luego él lo ha sido de otros y otras) le dijo “tú eres un teatrero”. Y desde luego Francisco Suárez lo es, tras ejercer de monaguillo y pasar por el seminario para estar a punto de convertirse en un insólito cura gitano. Recalado en Barcelona como funcionario de escala ejecutiva de Telecomunicaciones se sumergió en el efervescente mundo del teatro barcelonés de los años sesenta y setenta. Luego se fue a Madrid, donde ha trabajado mucho en el Teatro Español, “y no he parado”. Entre sus máximas teatrales, que los grandes autores de teatro (para él Esquilo, Shakespeare, Valle Inclán, Lorca, Corneille) son poetas, y que el teatro ha de ser testimonio, ha de aportar algo de la realidad.

En La última batalla hay, entre los pocos elementos escénicos (una alfombra, un sillón, una botella de whisky, el set de maquillaje), uno muy significativo: la foto de Ifigenia que tiene Clitemnestra es de una gitanilla. El actor la acuna y le explica lo que le hizo su padre y por qué, y también cuenta le habla de la guerra de Troya, lo que se convierte en una denuncia muy actual de la guerra en general. Otro elemento escenográfico, además de la foto del otro hijo famoso, Orestes, es un cojín que representa a Egisto, el amante de Clitemnestra y su cómplice en el asesinato de Agamenón (con un papel más o menos activo en el crimen según la fuente clásica a la que se acuda).

Mar de Tánger
Retrato de noviembre 2023 del dramaturgo y escritos Francisco Suárez. Imagen cedida por el autor. Fotografía: ALEGRÍA SUÁREZALEGRÍA SUÁREZ

En cuanto a la problemática gitana, Suárez, que no se considera un activista pese a todo lo que ha hecho y hace, ha deplorado el poco perfil que ha tenido el Holocausto de su pueblo —fueron perseguidos y exterminados por motivos raciales como los judíos— en la conmemoración del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz. En total, recuerda, los nazis asesinaron a cerca de 500.000 gitanos, el 75 % de la población europea, parte de ellos en las cámaras de gas. Es lo que se conoce como Samurdapen (asesinato en masa) o Porraimos (literalmente “devoración” en romaní). Súarez, que recalca que lo que se perseguía de los gitanos era que se los veía como “perturbadores del orden público” con su nomadismo y lo irreductible de su cultura, ha puesto en escena tres obras con texto de Félix Grande sobre el asunto, Persecución, Ítaca y Barracón número 13 (a partir de una conferencia del poeta), y cuenta que cuando estuvo en Auschwitz y visitó ese barracón, donde se recuerda el genocidio de su pueblo, se indignó y entristeció al ver que estaba solo, no entraba nadie. “El antigitanismo sigue presente en nuestra sociedad”, lamenta. “No se tiene en cuenta lo que hemos contribuido a la sociedad, no se nos escucha, ni siquiera se reconoce lo que hemos significado en la creación del flamenco, ese arte que consuela a los que nos desprecian”. Es muy hermoso lo que dice Suárez de que el gitano ha enseñado a vivir el presente con su sentido de la libertad, “que está en nuestros genes”. Y señala: “Nuestra vida es un guiño al sol”.

Francisco Suárez dice que considera La última batalla su “testamento” teatral, y que quiere dedicarse más a su faceta de escritor (tiene dos nuevas novelas en camino). “Al teatro lo amo, es mi pasión, pero en la novela he descubierto una forma de no necesitar a nadie más para crear”, explica. Sin embargo, dicho esto, revela que sueña con montar un Agamenón, a partir de Esquilo, en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC).


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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
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