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El CNI descartó al imán Es Satty como confidente tras visitarle en prisión tres años antes de los atentados de Barcelona

Los agentes constataron en las entrevistas para obtener información sobre yihadismo su “tendencia el engaño” y concluyeron que “no era un riesgo para la seguridad”

Félix Sanz Roldán, en su reciente comparecencia en la comisión de investigación de los atentados del 17-A en el Congreso, el 27 de noviembre de 2024.
Félix Sanz Roldán, en su reciente comparecencia en la comisión de investigación de los atentados del 17-A en el Congreso, el 27 de noviembre de 2024.Eduardo Parra (Europa Press)

Agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) visitaron en prisión a Abdelbaki Es Satty, que más tarde se convertiría en el cerebro de los atentados de Barcelona y Cambrils, para obtener información sobre terrorismo yihadista. El organismo, sin embargo, acabó descartando la captación de Es Satty como confidente por su “tendencia al engaño”. EL PAÍS ha tenido acceso a las actas de esas entrevistas de 2014, mientras el hombre cumplía una condena por tráfico de drogas, y también a la comparecencia del exdirector del CNI Félix Sanz Roldán en la comisión de secretos oficiales del Congreso en marzo de 2018, siete meses después de los atentados.

Tanto los resúmenes de las entrevistas como la comparecencia de Sanz Roldán permanecían bajo secreto. El Gobierno, sin embargo, ha desclasificado esa documentación en el marco de la comisión de investigación sobre el 17-A impulsada por los partidos independentistas en Cataluña. Desde que se cometieron los ataques, que dejaron 16 muertos y más de 300 heridos, Junts per Catalunya ha alentado una teoría de la conspiración según la cual el Estado conocía los planes de la célula yihadista de Ripoll que acabó atentando en La Rambla de Barcelona y en el paseo marítimo de Cambrils y no hizo nada por evitarlo para torpedear el proceso independentista, entonces en su cenit. Este mismo lunes, tras tener en su poder los papeles, el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha asegurado que “el Estado esconde mucha mierda bajo la alfombra de los secretos” y no tomó medidas contra el terrorismo islamista. “La unidad de la patria es más importante que la vida de las personas. Miserables”, ha escrito en su cuenta de X.

Es Satty, un imán de origen marroquí instalado en España, fue detenido en 2010 en Ceuta por tratar de introducir 121 kilos de hachís en una furgoneta. En el juicio, alegó que lo hizo obligado por tres hermanos que le habían apaleado y amenazado de muerte. Pero el tribunal no le creyó. Fue condenado a cuatro años y un mes de cárcel y trasladado a la prisión de Castellón, donde entre 2012 y 2014 recibió visitas tanto de agentes de la Guardia Civil (interesados en su vínculo con el narcotráfico) como del Centro Nacional de Inteligencia, que veían a Es Satty como una posible fuente en materia antiterrorista.

Imagen de la furgoneta del atentado ocurrido en las Ramblas de Barcelona.
Imagen de la furgoneta del atentado ocurrido en las Ramblas de Barcelona.Quique García ((EPA) EFE)

Las tres entrevistas con miembros del CNI y se produjeron entre marzo y abril de 2014, en fechas muy próximas a su excarcelación y en un contexto de máxima preocupación por el yihadismo: Estado Islámico estaba en su apogeo y se sucedían los atentados en suelo europeo. Es Satty no era un desconocido para los servicios de inteligencia: su nombre había aparecido en la Operación Chacal, que en 2006 acabó con la detención de miembros de la mezquita Al Furkan de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) que supuestamente enviaban a muyahidines (combatientes) a Irak y Afganistán. Su teléfono fue intervenido, pero no llegó a ser detenido ni procesado.

La primera entrevista entre el CNI y el imán se produjo el 17 de marzo en un locutorio del módulo 10 de la cárcel de Castellón I. Duró hora y media. El motivo, según consta en la ficha, es la “obtención de información ámbito yihadismo”. Los agentes destacan que Es Satty había tenido relaciones con “los principales líderes” de la Operación Chacal y le preguntaron también por su vínculo con personas que participaron en los atentados del 11-M. En esa primera toma de contacto, Es Satty se mostró “sorprendido” y les expresó su “temor sobre las posibles consecuencias de difundir sus conocimientos”. “Se muestra opaco y es muy desconfiado”, constataron ya entonces los investigadores.

Las impresiones que los agentes se llevaron del imán, según consta en los informes, no fueron mucho mejores en el segundo encuentro, el 31 de marzo. Parecía que quería colaborar, pero quería saber qué uso se daría a la información y daba pocos detalles. De los vinculados a la Operación Chacal, apenas nada: identificó unas cuantas fotografías y aseguró que eran personas inocentes. Es Satty trató de “dirigir el foco” a otro terreno: los tres hermanos de Cambrils (Tarragona) que, supuestamente, le apalearon y le tendieron una trampa con el alijo de droga (los tres fueron absueltos). Es Satty intentó vincular a los hermanos con actividades yihadistas (como el envío de combatientes) y, a preguntas del CNI, dijo que no sabía nada sobre la existencia de presos radicales en Castellón I.

El tercer y último encuentro se produjo el 24 de abril, cinco días antes de que Es Satty abandonara, por haber cumplido la pena, la cárcel. Los agentes le facilitaron un número de contacto “por si tuviera algo que contar” una vez cumplida la pena. Y dejaron escrito en sus conclusiones: “Es un individuo del que no se tiene ninguna fiabilidad y confianza”. Los agentes sometieron además la carta a un análisis de grafopsicología y los expertos concluyeron que el imán era un individuo “propenso a la insinceridad” y con “tendencia a decir lo que quieren oír los demás”.

Sin indicios de radicalización

Al quedar libre, Es Satty “mantuvo algún contacto telefónico esporádico” con personal centro, pero no proporcionó información de un mínimo interés, detalló Sanz Roldán en su comparecencia de 2018 ante los diputados, hasta ahora secreta. El exdirector del CNI dijo entonces que la falta de viabilidad llevó al organismo a descartar su captación como fuente. En su reciente comparecencia en la comisión de investigación del 17-A, antes de que se desclasificaran los documentos, fue mucho más comedido y se limitó a mencionar que Es Satty no había sido “colaborador ni informador”.

En paralelo al proceso (fallido) para captarle como fuente, el CNI también sometió a Es Satty a escrutinio. Durante las entrevistas, donde los agentes no apreciaron “ningún indicio de estar radicalizado o en proceso de radicalización”, según Sanz Roldán. Y tras su puesta en libertad, cuando lo sometió siete meses a vigilancia “sin obtener el más mínimo indicio de que pudiera suponer un riesgo o una amenaza para la seguridad”, agregó. Como posible confidente y como sospechoso, Es Satty dejó de ser de interés para el CNI. Dos meses después, en marzo de 2015, tomó la decisión de trasladarse a Ripoll.

Fue en Ripoll, una localidad montañosa en el interior de la provincia de Girona, donde Es Satty se convirtió en el imán de la mezquita Annour. Con el tiempo, logró captar a un grupo de jóvenes de origen marroquí nacidos en Cataluña y convencerles de cometer un gran atentado con explosivos en Barcelona. Según el sumario del caso, la célula se fijó como objetivos la Sagrada Familia y el Camp Nou, entre otros. Pero un accidente fortuito trastocó sus planes: el 16 de agosto de 2017, por la noche, la manipulación del explosivo que la célula acumulaba en una casa okupada de Alcanar (Tarragona) lo hizo saltar todo por los aires. Es Satty y uno de sus discípulos murieron en el acto. El resto tuvo que improvisar un plan alternativo. Al día siguiente, 17 de agosto, Younes Abouyaqooub alquiló una furgoneta y la condujo hasta La Rambla, donde por la tarde atropelló a decenas de personas, muchas de ellas turistas. Por la noche, otros cuatro yihadistas pusieron rumbo a Cambrils al volante de un Audi y sembraron el caos en el paseo marítimo hasta que fueron abatidos por los Mossos d’Esquadra.

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