La explotación laboral, el ecologismo o los conflictos bélicos se plantan en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Barcelona
‘Mi hermano Ali’, de Paula Palacios, ‘Ropa Sucia’, de Félix Zurita, o la animación ‘El extraño caso del hombre bala’, de Roberto Valencia se encuentran entre los galardonados de la 21ª edición del certamen
La 21ª edición del Festival de Cine y Derechos Humanos de Barcelona, organizada por el colectivo Barcelona en Acción, ha finalizado este viernes tras cientos de horas de proyección de películas, documentales y cortometrajes dedicados en su mayoría a temas de que denuncian la precarización de lo público, la explotación laboral, el falso ecologismo o los conflictos bélicos. Las obras Mi hermano Ali, de Paula Palacios, Ropa Sucia, de Félix Zurita, Laietana, 43. El cau de la bèstia, de Jaume Domènech, El cost amagat, de Pablo Zareceansky y la película de animación ecuatoriana El extraño caso del hombre bala, de Roberto Valencia, han resultado galardonadas entre una cincuentena de películas de más de veinte países. Varios directores y productores como Miguel Faus, Santiago Risco, Jaume Domènech, Vladimir Nikolouzos o Pau Faus respondieron a preguntas del público en los foros programados. “Lo que le da sentido a este festival es que la gente se junte, que pueda preguntar a los directores y que haya interacción, este es el valor agregado que no vas a obtener si ves la película en Netflix o en tu casa”, ha asegurado Toni Navarro, director del festival.
La explotación laboral es uno de los grandes temas del cine independiente en los últimos años. Lo confirmó el galardón a Ropa Sucia, de Félix Zurita, como mejor documental. El trabajo cuenta, de forma paralela, las historias de las trabajadoras de las grandes maquilas ubicadas en El Salvador, Honduras o Guatemala y las de las obreras españolas de la industria textil, muchas de las cuáles se quedaron sin trabajo tras el cierre masivo de fábricas para trasladarse a Centroamérica, en donde dichas empresas producen con un régimen especial de amplios beneficios fiscales y casi nulas obligaciones laborales. En Ropa Sucia se suceden testimonios de mujeres que denuncian las consecuencias de la moda rápida y la desindustrialización. Una de ellas cuenta que cuando acudió al hospital, tras sufrir un accidente con una máquina que le cercenó parte de la mano, se dio cuenta que había sido engañada por la empresa para la que trabajaba porque había pasado años pagando un seguro que finalmente le negaron en el momento de la tragedia. Otra mujer, cuenta el desgarrador testimonio de la violación que sufrió su hija, un episodio del que se siente responsable por estar ausente durante jornadas de trabajo interminables.
Pese a no llevarse ningún premio, el éxito taquillero Calladita, de Miguel Faus, nominada dos veces a los premios Gaudí, estrenada en mayo y con algunas de las mejores críticas de la cartelera, retomó el tema de la visibilidad de la explotación de los migrantes con la historia de Ana, una empleada doméstica que trabaja sin contrato para una familia rica en la Costa Brava. La joven aguanta horarios interminables, con la promesa de que sus empleadores le ayudarán a tramitar un permiso de residencia. “El título viene de estas expectativas de la mujeres migrantes y trabajadoras domésticas de hacer siempre su trabajo con la máxima discreción y siempre calladitas”, ha asegurado Faus en su cuenta de X.
Mi hermano Ali, de Paula Palacios, premio al mejor largometraje, relata la historia de amistad de un joven que huyó de la guerra en Somalia. Palacios siguió a Ali durante los últimos 11 años para contar una historia de amistad que transcurre en Ucrania, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudita. La travesía del joven, junto con Vimos el Fuego, producida por Médicos Sin Fronteras, fueron algunos de los trabajos que denunciaron la violencia de los conflictos bélicos alrededor del mundo. El proyecto de Médicos Sin Fronteras relata la historia de una madre de familia mozambiqueña, que tuvo que escapar cuando su aldea fue atacada. “Mi historia es la historia de Cabo Delgado (Mozambique) y el mundo debería conocerla. Esta película muestra el sufrimiento por el que ha pasado nuestra familia, y la historia de todas las familias que han vivido y siguen viviendo esta situación”, aseguró Vitória Damasio, la protagonista, en declaraciones recogidas por Médicos Sin Fronteras.
El cost amagat, premio a mejor película medioambiental puso al ecologismo en la mira. El largometraje cuenta una “falsa transición ecológica” en países como Chile o Argentina. La producción explica como el “extractivismo verde está destruyendo los ecosistemas, las comunidades y está profundizando en las desigualdades con una nueva forma de colonialismo”. En la misma línea temática destacó el documental The Land of Forgotten Songs, del productor griego Vladimir Nikolouzos, que cuenta la forma de vida de los pueblos indígenas de la Amazonia brasilña awa y kayapo, sus tradiciones, mitos fundacionales y la ampliación de la frontera agrícola que amenaza sus tierras. “Pasamos mucho tiempo con ellos, pero tratamos de ser lo más discretos posible, nuestro plan es continuar con esta jornada de filmar a indígenas de todo el mundo para conocer sus mitos y celebraciones, este es el primer capítulo al que nos enfrentamos”, aseguró Nikolouzos en el foro posterior a la proyección del documental. Nikolouzos grabó imágenes sin guion, que permiten ver la devastación de los incendios que amenazan la selva a amazónica o la contaminación a la que se enfrentan sus habitantes.
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