El cambio climático llega al Parlament
Una quincena de diputados faltó este miércoles al pleno; hemos normalizado de un día para otro la idea de quedarnos en casa cuando pintan bastos
Una quincena de diputados faltó este miércoles al pleno del Parlament por las amenazas de tormentas fuertes. Antes de que salten los cansinos de la antipolítica: tenían permiso. Como explicaba el presidente de la Cámara, Josep Rull, si el Govern manda alertas a los ciudadanos pidiéndoles que se muevan lo menos posible por la dana, el Parlament no puede ser menos. Conclusión: el cambio climático ya está afectando la actividad cotidiana del poder legislativo.
Porque, aunque las expectativas de grandes lluvias e inundaciones no llegasen a producirse esta vez, estamos modificando ya nuestras costumbres para adaptarnos al nuevo mundo de la meteorología punk; hemos normalizado de un día para otro la idea de quedarnos en casa cuando pintan bastos. Se agradece, en este sentido, tener a unos legisladores sensibles que predican con el ejemplo. Precisamente, hace un par de semanas el propio Rull presentaba un plan para adaptar el edificio del Parlament a las nuevas exigencias climáticas (falta que se relaje la vestimenta formal para que el aire acondicionado no convierta el hemiciclo en un remedo de los fiordos de Islandia, los de más al norte).
Todo esto ocurre cuando se van a cumplir los 100 días de presidencia de Salvador Illa, que ya sabe que no podrá tener el presupuesto del 2025 antes de que empiece el año. “Respeto los procesos que hay en algunas formaciones políticas”, ha comentado, sugiriendo que es el próximo congreso de Esquerra Republicana de Catalunya lo que ralentiza las negociaciones presupuestarias. Al parecer, solo ha habido una reunión de socialistas y republicanos por este tema, aunque portavoces de ERC, en los pasillos, rechazan esa etiqueta de culpables del retraso y sugieren más causas a tener en cuenta.
También los comunes, los otros socios preferentes de Illa, tienen asamblea este fin de semana, pero en este caso no hay una especie de pelea de gallos prevista, ni posibilidades de que el cónclave cambie un ápice los equilibrios de poder o la estrategia: la nueva dirección que se elegirá parece destinada, hoy por hoy, a guardar el legado de Ada Colau hasta su regreso.
El congreso de ERC, en cambio, apunta a tráiler de Gladiator II, y a pesar de que se trate más de una disputa entre vecinos por un tema de lindes que una discrepancia estratégica, nadie quiere dar un paso de más: el que se mueva puede ser asaeteado ante los fieles. Todo lo cual, digan lo que digan, acaba incidiendo en la negociación presupuestaria.
Aun así, este miércoles ERC ha anunciado una decisión relevante: proponer ya la marcha atrás del proyecto del casino Hard Rock. Entre o no en los presupuestos, parece claro que el Govern finalmente desmotivará a los empresarios con un impuesto extra, lo contrario que hizo Artur Mas, cuando lo puso en marcha con promesas de beneficios fiscales. Hace menos de dos años, por cierto, la prensa titulaba en grandes letras con la “exigencia” de Salvador Illa a Pere Aragonès de la ampliación del aeropuerto, el Cuarto Cinturón...y el Hard Rock.
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