Xavier Godàs, candidato a presidir ERC: “Ha faltado coraje al defender lo conseguido con el diálogo”

Xavier Godàs (Vilassar de Dalt, Barcelona, 55 años) es el principal contendiente de Oriol Junqueras en la carrera por la presidencia de Esquerra Republicana. Un gran desconocido para la opinión pública catalana, el sociólogo que encabeza la candidatura de Nova Esquerra Nacional (NEN) -que apoya Marta Rovira- ha sido alcalde de su pueblo natal y ex director general de Acción Cívica y Comunitaria de la Generalitat. También es autor de Hacer Política en el Imperio del Yo (Eumo Editorial).

Pregunta. “El cambio sólo se puede dar si integramos, unificamos y dotamos de sentido un proyecto colectivo que supere el imperio del yo”. Esta reflexión de su libro sobre la política actual parece hablar de ERC.

Respuesta. La gente común necesita agruparse colectivamente para intervenir y conseguir mejorar sus condiciones. En el actual clima cultural, el predominio de los hiperliderazgos y el sentido del yo revierten la capacidad de ser más interdependientes. Y cuando alguien acentúa mucho la importancia del individuo se sitúa más a la derecha que a la izquierda.

P. ¿Cómo lograr que esa coralidad que su candidatura vende como sello no sea decorativa?

R. La dirección debe distribuir juego, ser más horizontal. El modelo seguido hasta ahora responde a una persona y a sus expectativas. Eso no puede ser. Como decía antes, eso es más de derechas que de izquierdas.

P. ¿Qué le diferencia de la candidatura de Junqueras?

R. No veo que las otras candidaturas se sitúen desde el punto de vista práctico y también conceptual en el marco de la izquierda nacional. Nosotros no seremos más izquierdas o un poco de derechas en función del momento. Confrontaremos con la derecha catalana y con la izquierda sucursalista española, trabajando sistemáticamente para lograr el derecho a la autodeterminación.

P. ¿Fracasó ese objetivo de ampliar la base?

R. El error que no se repetirá es descentrar de nuevo a ERC, es decir, sacarla del espacio de la izquierda nacional. No ha sido productivo desdibujar el perfil ideológico del partido para intentar gustar a todo el mundo.

P. La actual dirección ya ponía al PSC como el rival a batir. ¿Qué falló en la estrategia?

R. Lo que no puede haber es un doble discurso de Esquerra, siendo como el PSC en las áreas urbanas y un independentismo sin pedigrí progresista en según qué sitio. Hay que hablar para un conjunto del país, el partido no ha crecido ni crecerá intentando ser lo que no es.

P. ¿Ve reduccionista achacar a los pactos con los socialistas la debacle electoral de ERC?

R. Completamente, porque no se tiene en cuenta algo básico: ERC paga las consecuencias, tras el colapso de 2017, de asumir responsabilidades que nadie más quería aceptar en el marco independentista. De lanzarse a retomar las instituciones buscando pautas de negociación con el Estado por responsabilidad con Cataluña, no con el partido.

P. Daba la sensación de que negociar les generaba vergüenza.

R. De fondo hubo un proceso de despolitización del debate político en Cataluña. No se podía hablar de política en el sentido estricto, pese a que las condiciones eran las que eran, y se remitía siempre a una especie de mirada melancólica sobre lo que pudo ser y no fue. Nos faltó defender con más ahínco la necesidad de reorientar la estrategia.

P. ¿Entonces por qué no se sacó pecho de lo conseguido por la vía del diálogo?

R. Porque en ese proceso de despolitización del que hablaba antes, llegó a un punto en el que no lo podíamos hacer. Ha faltado coraje al defender lo conseguido por esa vía. Es hora de dejar esos complejos y por eso es necesario abrir un nuevo ciclo político, reconociendo los avances del Govern republicano y también los sacrificios hechos.

P. ¿Lo que llama “antirrepresivo” hipotecó la acción política de ERC?

R. Por descontado que hay que proteger a todos los que han sufrido la represión, pero eso no puede generar una omertá frente al debate político. En la búsqueda por contrarrestarla se generó un efecto indeseado, que es que hablemos menos de proyecto político y más de cuestiones personales. Es hora de mirar adelante y hacer propuestas políticas.

P. Amenazó con hacer caer Gobiernos si no se cumple lo pactado. ¿Cómo piensa medir ese avance?

R. Habrá una única comisión de seguimiento, coordinada con los dos grupos parlamentarios, que permita ver de manera exhaustiva el avance. Ya sabemos que la financiación singular o el traspaso de las Cercanías catalanas llevarán su tiempo, pero desde el de 1 diciembre [el día después del Congreso de ERC], vamos a pedir pasos significativos, como calendarios. Para nosotros es más importante Rodalies que ampliar el aeropuerto.

P. ¿Un eventual sí a los Presupuestos Generales ha de pasar por un avance en ese traspaso?

R. Trabajaremos para que cualquier posibilidad de un avance para Cataluña se pueda concretar en un acuerdo en el marco del Gobierno. Rodalies, el derecho a la movilidad, tienen que ser la prioridad absoluta.

P. ¿Ve más fácil ahora tejer alianzas con Junts?

R. Tenderemos los puentes que sean necesarios, pero otra cosa es que Junts aún opera en el marco cultural del procés. Que figuras que se significan por el colapso de 2017 continúen o quieran continuar en primera línea debería hacernos reflexionar.

P. ERC tiene también el debate abierto sobre si entrar o no en el Gobierno de Barcelona, del PSC. ¿Qué cree que se ha de hacer?

R. Debemos recuperar la capacidad crítica de la militancia y afrontar la discrepancia con voluntad de mejora. La militancia de Barcelona ya decidirá, pero nosotros defenderemos que no es necesario dar ese paso ahora. A estas alturas no se puede incidir y condicionar el gobierno municipal de manera sistemática. La influencia actual se ha conseguido sin necesidad de entrar en el gobierno. Ahora nos toca fortalecer el partido y salir a ganar en 2027.

P. ¿No es reprobable que los militantes voten la nueva cúpula sin conocer la verdad sobre el caso de los carteles de los Maragall?

R. Nos gustaría que todo fuera mucho más rápido, y si puede ser antes del 30 noviembre, mejor. Pero la comisión de garantías ha de hacer bien su trabajo. Deberíamos saber todo lo que ha pasado, garantizar que no se repetirá y dejar de usarlo como arma arrojadiza entre candidaturas.