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La CUP ultima su refundación: “Nuestro lenguaje a veces crea rechazo entre la clase trabajadora”

Sin relevancia en el Parlament ni representación en el Congreso, la formación anticapitalista aboga por distanciarse de Junts y ERC para recuperar su espacio político

Laure Vega CUP
La diputada de la CUP en el Parlament, Laure Vega, durante el acto político de la izquierda independentista en Barcelona el pasado 11 de septiembre.Marta Pérez (EFE)
Bernat Coll

La CUP inicia un nuevo rumbo a partir de este sábado. La formación independentista celebra durante toda la jornada su Asamblea Nacional en Sabadell (Barcelona) donde culmina su proceso de refundación, el llamado Procés de Garbí, iniciado hace un año tras los malos resultados electorales de 2023 en los que quedó fuera del Congreso y paso de 10 a cuatro diputados en el Parlament de Catalunya. “Quizás no nos hemos sabido explicar bien”, plantea Non Casadevall, uno de los integrantes del grupo de trabajo que ha propuesto una nueva hoja de ruta que los militantes tendrán que aprobar. La organización plantea dos líneas de debate: la organización interna, donde el mandato del Secretariat Nacional (su ejecutiva) se alargaría de dos a cuatro años para ganar estabilidad; y la estrategia política en pleno postprocés.

A nivel político, la CUP blinda su ideario “independentista, socialista, feminista y ecologista”, pero se propone “superar la bicefalia” que existe entre “calle e institución” que a lo largo de los últimos años se había generado en la organización. Vinculada tradicionalmente a los movimientos de base y juveniles, durante la última década ha convivido en la dificultad de buscar un papel activo en el Parlament (fue clave en la investidura de Quim Torra, en 2018, tumbó la de Artur Mas en 2016 y tuvo un gran protagonismo en el referéndum de 2017) y representar a la vez la efervescencia popular antisistema. “Tenemos que estar en disposición de ocupar el máximo de espacios de poder político. (...) Desde el gobierno, la oposición o fuera de las instituciones, el esquema de lucha tiene que ser el mismo”, resume el texto matriz sobre la ponencia estratégica y organizativa.

En el fondo existe el debate sobre cuál es la mejor forma para transformar la movilización popular en rédito electoral; y si la fórmula planteada en Girona, donde Lluc Salellas alcanzó el año pasado la alcaldía impulsado por una coalición soberanista y de izquierdas, es el camino a seguir. “Se deberá valorar el trabajo puntual con otras fuerzas”, plantea el documento. “En propuestas que avancen en la soberanía del Parlament o el Govern respecto al marco estatal, se deben explorar apoyos con ERC y Junts, e incluso Comuns”, concreta. El documento, en todo caso, reivindica la necesidad de blindar un espacio propio que sume a la vez independentismo y políticas transformadoras.

La mención a los partidos independentistas mayoritarios genera ciertos anticuerpos en algunas organizaciones regionales, según se desprende de las enmiendas presentadas por las asambleas locales. La de Nou Barris (Barcelona) tilda a republicanos y posconvergentes de “neoautonomistas”, mientras que las de Sants-Montjuïc y Gracia reclaman directamente “descartar” alianzas con ERC y comunes.

Uno de los problemas de la CUP, concreta Casadevall, ha sido la dificultad para “comunicarse” adecuadamente y dominar el debate público. Con el procés ocupando prácticamente todo el espacio mediático, los anticapitalistas entienden que no han conseguido defender su espacio ni seducir a un electorado que en 2015 estuvo a 30.000 votos de convertir a los anticapitalistas en la cuarta fuerza parlamentaria en Cataluña.

Las alcaldías de Girona y Berga son sus dos principales activos políticos. Perdió los dos diputados del Congreso, pasó de 10 a 4 diputados en el Parlament y volvió a quedarse fuera del Ayuntamiento de Barcelona en los comicios municipales, donde la candidata Basha Chengue consiguió un apoyo del 3,8%. Durante la campaña, la número uno en la capital catalana introdujo en el debate que los gegants banalizaban el colonialismo y la esclavitud, planteamiento que no interpeló a sus votantes.

La propia asamblea de Nou Barris plantea que la organización ha utilizado “un criptolenguaje de gran carga poética” que genera “rechazo en la mayor parte de la clase trabajadora”; mientras que la organización regional de Girona señala la importancia de que el mensaje cupaire “arraigue entre las clases populares” y responda a sus “preocupaciones diarias”. En Sant Sadurní d’Anoia también apuestan para “interpelar a las personas de clase trabajadora” que no se han sentido seducidas por la CUP, “a pesar de compartir ideología”.

A nivel organizativo, la asamblea tendrá que aprobar si los miembros del Secretariado Nacional (el mayor órgano de gobierno de la formación, su ejecutiva) pasan a ocupar su cargo hasta los cuatro años en vez de los dos actuales. De este modo, los anticapitalistas pretenden ofrecer una mayor estabilidad a su hoja de ruta. “Buscamos liderazgos más largos, con una voz propia de la CUP más allá de los cargos electos”, concreta Casadevall. La formación mantiene un máximo de dos legislaturas para sus diputados, tal y como ocurre desde 2019. Los miembros del nuevo Secretariat se conocerán el mes que viene, tras el proceso de presentación de candidaturas.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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