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Cataluña reduce el número de incendios a pesar de la sequía

En 2024 se han producido 360 episodios de fuego en la comunidad, casi 100 incidentes menos que el año pasado por las mismas fechas

Un operario trocea en febrero un pino seco por la sequía en el Parque de Collserola (Barcelona).
Un operario trocea en febrero un pino seco por la sequía en el Parque de Collserola (Barcelona).AMB/Albert Canalejo

A pesar de que Cataluña padece desde hace más de tres años la sequía más grave del siglo, ha reducido el número de incendios en la campaña más peligrosa a la que hacía frente. Según los datos de la Generalitat, hasta la fecha se han producido 360 fuegos que han carbonizado un total de 674 hectáreas de terreno forestal y urbano. Casi 100 incendios menos (88) que en 2023, cuando se quemaron en el mismo período un total de 1.427 hectáreas en 448 incendios. Francesc Xavier Castro, técnico responsable del Govern en esta materia, explica por teléfono a EL PAÍS que han conseguido aplanar la curva de incidencias gracias a las labores de prevención, aunque la situación “en cualquier momento se puede revertir”.

La crisis hídrica ha matado o dañado 66.482 hectáreas de bosques, seis veces el tamaño de la ciudad de Barcelona, según Deboscat, la red que monitoriza el estado de los bosques catalanes. “En mis 30 años de trayectoria, nunca había visto tanta acumulación de árboles muertos, sobre todo de pino blanco. Eso es pura gasolina. El monstruo sigue ahí”, comenta Castro, quien detalla que, cuanto más se acerca septiembre, más necesario se vuelve el viento para la propagación de los fuegos.

Joan Pino, director del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y catedrático de Ecología de la UAB, coincide en el análisis del técnico del Govern. “Parece que este año hemos salvado los muebles, pero no quiere decir que mañana o el próximo verano no se produzca una catástrofe. La tendencia señala que vamos hacia un entorno más vulnerable por el aumento de las temperaturas y la falta de agua”, afirma Pino, quien comenta que el caso de Cataluña es un éxito por la contención de las llamas: “Llevamos muchos años invirtiendo en medidas preventivas y gracias a eso tenemos una incidencia muy baja”.

Las abundantes lluvias de primavera y la reciente DANA han permitido superar prácticamente la peor campaña de incendios a la que se enfrentaba Cataluña por los estragos de la sequía, que ha provocado un aumento de la biomasa inflamable, y por el cambio climático, que ha multiplicado la frecuencia de las olas de calor y las noches tórridas. Como señalaba recientemente a este periódico Anna Subitjas, directora general de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio en la comunidad: “Las lluvias nos han dado un respiro, pero la situación es crítica porque no tenemos porque no tenemos los recursos humanos ni materiales para trabajar en todos los sitios a la vez”.

La DANA de los últimos días ha refrescado un suelo falto de agua, pero ha dibujado un mapa desigual de la comunidad en cuanto a riesgo de incendios. Mientras el norte parece haber superado la amenaza de fuego, el sur de Cataluña permanece en alerta por el alto peligro de combustión. De hecho, en comarcas como las Tierras del Ebro, el Priorat o el Montsià, entre otras, está activado el Nivel 2 del Plan Alfa, el operativo de los Agentes Rurales que analiza a diario las situaciones de riesgo.

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Se trata de zonas donde apenas ha llovido en los últimos tres años, donde embalses de especial importancia, como Riudecanyes o Siurana (con poco más del 3% de su capacidad, según los datos de la Agencia Catalana del Agua), sobreviven gracias al ministrasvase del Ebro, que transporta los recursos a toda la región de Tarragona. Los municipios subsisten también con camiones cisterna para garantizar el acceso de la población a agua potable, como ocurre en el Baix Camp o en el propio Priorat. “Las lluvias han dividido Cataluña en dos. Hay que seguir desarrollando las tareas de prevención, previsión y extinción para conseguir paisajes más resilientes a los fenómenos climáticos que nos deparan, porque el fuego es incontrolable”, señala el catedrático de la UAB.

Castro también pide extremar la cautela. Aunque se haya reducido el número de incendios, Cataluña ya ha sufrido este año grandes fuegos.“Hemos tenido fuegos muy problemáticos este año que hemos podido contener por las buenas tareas de prevención y extinción, pero ahora empiezan los episodios de viento que en áreas tan secas como en las Tierras del Ebro pueden provocar una auténtica catástrofe. Estamos cerca de pasar lo peor, pero todo puede cambiar de un día para otro”, sentencia el técnico del Govern, que hace referencia al incendio de finales de julio en Ciutadilla (Urgell), donde los vecinos tuvieron que ser evacuados al quemarse 287 hectáreas de terreno forestal y urbano. En Vilanova de Meià (Noguera), el fuego también obligó a confinar a un centenar de vecinos tras arrasar más de 70 hectáreas de bosques y suelo municipal. Y a finales de mayo, el viento propagó las llamas en Tortosa (Baix Ebre), que afectó a 87,6 hectáreas, de las que 60 estaban dentro del espacio natural de la sierra de Cardó-Boix. Son las tres comarcas más castigadas por el fuego en lo que llevamos de 2024. El año pasado, el Alt Empordà fue la zona más castigada por la combustión (606 hectáreas quemadas); seguida de Aran (320) y Segrià (127).

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