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Detenido un exagente antidroga acusado de pertenecer a una banda de falsos policías especializados en ‘vuelcos’

El exoficial, expulsado de la Policía Nacional en 2019, usaba presuntamente credenciales y distintivos policiales para cometer robos violentos

Policia
Agentes de la Policía Nacional y de los Mossos, en una imagen de archivo.
Rebeca Carranco

La caída en desgracia del agente Diego L. empezó en 2015. Ese año un confidente avisó a un grupo de policías que investigaban a un narco que alguien estaba pasándole información. El caso acabó con una multa por un delito de revelación de secretos para Diego, que entonces trabajaba en antidrogas. Además, lo castigaron con una inhabilitación de dos años, lo que supuso su expulsión formal del cuerpo en 2019. Ahora una nueva operación policial apunta a que Diego L. nunca dejó de todo el oficio. Sus excompañeros y los Mossos lo detuvieron el pasado 16 de julio, junto a cuatro personas más, acusado de pertenecer una banda de falsos policías especializados en vuelcos (robos a narcos).

Diego L. era miembro de la Policía Nacional con más de 15 años de servicio. Cuando trabajaba en el grupo V de las Unidades de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de Barcelona, participó en una investigación conjunta con la comisaría de L’Hospitalet contra unos presuntos narcos hasta que sus compañeros, gracias a un soplo, comenzaron a sospechar. El grupo se blindó, y en una derivada de la investigación, dejaron fuera al equipo de Barcelona. Pero no solo eso: asuntos internos ideó un plan para destapar al topo. Seguirían al investigado, de manera ostensible y notoria, para que este solicitase información sobre los vehículos que le pisaban los talones.

Lo hicieron en tres ocasiones, y las tres motivó, según la sentencia de la Audiencia de Barcelona de julio de 2017, que Diego L. se interesase por quién era el titular de esos vehículos. Siempre, eso sí, a través de personas interpuestas a las que solicitó que consultasen por él, como un favor, la base de datos. En alguna ocasión también telefoneó directamente a policías de L’Hospitalet para saber si estaban investigando de nuevo al sospechoso. Por culpa de las labores de Diego L., el supuesto narcotraficante, del que sospechaban que entraba cocaína desde Colombia para una organización criminal internacional, se fue de España, lo que frustró el caso.

En el juicio, el acusado explicó una historia completamente distinta. Aseguró que estando en un centro comercial de La Maquinista, en Barcelona, el supuesto narcotraficante lo reconoció, se acercó a él, y le dejó en un papel escrito unas matrículas, “a modo de amenaza, como queriéndole transmitir que sabía que le seguían y cuáles eran los vehículos camuflados que utilizaban”. Por ello, se interesó por las placas. Pero el tribunal no lo creyó porque no avisó del episodio a sus superiores, y buscó a través de compañeros de otros grupos obtener información. Y concluyó que había “facilitado información” al supuesto narcotraficante de la investigación que había contra él. Aunque nunca se demostró que el exoficial hubiese cobrado por ello.

Ya como último destino en Sant Adrià de Besòs, y luego de baja, el todavía policía recurrió la sentencia, pero el Supremo falló nuevamente contra él. Un año después, Interior declaró la pérdida de condición de la Policía Nacional de Diego L., que desapareció ya de la órbita de sus compañeros hasta 2023, cuando la comisaría de Cornellà abrió una investigación por robos violentos en la zona. Uno de los sospechosos era su excompañero, que supuestamente se valía de su paso por el cuerpo policial para dar credibilidad a los vuelcos (robos a narcotraficantes) como un falso policía. Uno de los casos más llamativos ocurrió en Lliçà d’Amunt, cuando cuatro hombres irrumpieron en la casa de un conocido delincuente. Llegaron en un coche con un distintivo luminoso, como el de la policía, y uno de ellos llevaba un chaleco reflectante y credenciales conforme pertenecía a la Policía Nacional. Alertados por los vecinos, se presentaron en la vivienda policías locales y Mossos, que se fueron convencidos de que realmente eran policías. Al día siguiente, comprobaron que habían sido engañados.

Meses después, en mayo, los Mossos implicaron al grupo en otro robo similar. Cuatro hombres asaltaron una vivienda e hirieron de bala a uno de los moradores. Inicialmente, la policía catalana detuvo a dos personas, pero otras dos lograron escapar y la policía catalana sospecha que se debió también a un vuelco por un asunto de drogas. Finalmente, el 16 de julio, en una nueva operación policial detuvieron a cinco personas, acusadas de formar parte de un grupo criminal que se dedicaba a robos violentos y con fuerza, la mayoría vuelcos y uno de ellos era Diego L. Se le imputan los delitos de robo con violencia en casa habitada, detención ilegal, usurpación de funciones públicas y falsedad documental.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
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