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conciertos
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cecile McLorin Salvant impresiona con su lección vocal de jazz en La Paloma

La norteamericana ofreció un repertorio sin limitaciones, con su voz de amplio rango y una banda con la que aborda lo que se antoje

Concierto de Cecile McLorin en La Paloma.
Concierto de Cecile McLorin en La Paloma.

Cecile McLorint Salvant no tiene guion, no hay libro escrito. Esta gran voz del jazz, entendiéndose jazz en un sentido nada restrictivo, de pauta libre, no se repite, y en cada noche, en cada escenario, sus canciones fluyen en función de su estado de ánimo, del momento. Lo tiene todo a su disposición, un repertorio sin limitaciones, una voz de amplio rango y una banda con la que puede abordar lo que se le antoje. En La Paloma, festival Mas i Mas –hasta noviembre en diversas salas-, salió con su móvil, lo puso dentro del piano de Sullivan Fortner, y lo consultaba para guiarse. Nació en Miami de padre haitiano y madre francesa, estudió música vocal clásica y barroca, canta jazz, folk e incluso música latina. Con tantos conejos en la chistera no es fácil que cada noche saque los mismos. Pero siempre lo hace igual, maravillando.

Fiona, la novia de Sherk, hace explotar en la primera entrega de la saga a un pajarillo que quiere imitar sus agudos. Podría haber sido Cecile. Pero ella también maneja unos graves profundos como una mina, y una dicción precisa, y una forma de interpretar en la que ojos, cara y cuerpo ayudan y empujan cada sílaba y un manejo del volumen que le permite subir y bajar sin aparentes limitaciones. Ha recibido Grammys por ello. Abrió con Circling de la norteamericana Gretchen Parlato, de la que en tono de broma dijo que aún vive, como alejando la idea de que sólo interpreta música con historia; aunque luego siguió con Bob Dorough, Nothing Like You swingueante antes de irse con otra clásica, esta de los años 20, Margareth Johnson y desembocar en un clásico cubano, En el tronco de un árbol, con un castellano notable. No había transcurrido ni un tercio del concierto. Cecile miraba a Sullivan Fortner, todo un personaje, entre bromista y desmadejado pero con una forma sensacional de tocar el piano, lirismo que se derramaba como gotas de ramas húmedas, y entre ambos decidían, más ella que él, la siguiente pieza.

La gran ovación de la noche, la que atronó largamente la sala, llegó con Kurt Weill y Langston Hughes, un paseo por el musical/ópera Street Scenes de la mano de Somehow I Never Could Believe. Excelente ella, adaptándose con sutileza a los pliegues de la pieza, excelente el grupo, además de piano, contrabajo (Yasushi Nakamura) y batería (Kyle Poole). Y hablando del contrabajista, Cecfile se versiona incluso a sí misma, pues con sólo Nakamura interpretó Obligation, una de las escasas composiciones propias que interpretó. La música es para ella plastilina y parece sentirse capaz de sin esfuerzo alguno dar forma hasta al agua. Apenas cantó en francés o en criollo haitiano, en francés sólo el final de la deliciosa Thunderclouds, otra pieza propia de Ghost Song, su disco más visitado en La Paloma. Lo que sí hizo es cantar en la lengua de su madre, el occitano, con el que visitó por única vez su último disco, Mélusine, mediante la vivaracha Dame Iseut.

La actuación, formidable pero sin alharacas, sin grandes demostraciones pirotécnicas de voz, usándola con tiento para que no estuviese por encima de la canción desfigurando su protagonismo en favor de la intérprete, se cerró con Gracias a la Vida, un tema que suele acompañarla en esta gira y la final Ghost Song, otra pieza propia que comenzó cantando Sullivan Fortner, otro de los grandes protagonistas de la noche. En apenas hora y media sonó hasta folk, bien, ese es el origen de Connie Converse y su Talkin’ Like You, evidenciando que Cecile, apenas 35 años, tiene por delante océanos a los que dar forma con su voz. En su próximo concierto, otras canciones. ¿Quién se aburre así?

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