10 años de Barcelona en Comú
El proyecto es más partido que nunca, pero obtuvo sus mayores resultados y apoyo cuando era un movimiento. Conviene pensarlo cuando los malestares crecen y los recogen electoralmente otros
El 24 de mayo de 2015 Barcelona en Comú ganaba las elecciones a la alcaldía de Barcelona obteniendo más de un 25% de los votos. En las anteriores municipales, Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa había conseguido poco más del 6%. Más de 100.000 personas se habían sumado al nuevo espacio. Un nuevo proyecto que había nacido públicamente un año antes, el 26 de junio de 2014, como proceso de confluencia que buscaba unir a gente y organizaciones diversas para “ganar la ciudad”. En 2014 se llamaba Guanyem Barcelona. En los meses siguientes se llegó a un acuerdo con ICV y con EUiA, y con Podemos, pero no con la CUP.
Pero más allá de partidos, no se puede entender la existencia de Guanyem Barcelona sin las movilizaciones vividas en la ciudad que llevaron a la eclosión del movimiento 15-M en 2011 y las que siguieron. Gentes organizadas en espacios de barrio, por el derecho a la vivienda, en el ámbito universitario, en la reivindicación del derecho al agua y a los suministros... Tampoco se puede entender el resultado electoral que permitió gobernar en Barcelona (un hecho excepcional en lo local, lo nacional e incluso lo internacional) sin esas mismas movilizaciones y los cambios que habían provocado anteriormente.
Como acostumbra a suceder, los movimientos sociales fueron una señal de alarma de los malestares existentes. El resultado electoral que permitió a Barcelona en Comú gobernar Barcelona en 2015 fue la expresión de la voluntad de cambiar desde la base una sociedad que no funciona. Como acostumbra a suceder, la llegada a los gobiernos de gente proveniente de los movimientos sociales no consigue satisfacer todos los cambios deseados y esperados. Cuesta que se valoren los cambios practicados. Como acostumbra a suceder, también, esa insatisfacción, unida al propio desgaste y al que buscan los rivales, puede acabar generando rechazo entre quien había apoyado el proyecto. En este caso habría que añadir la difícil gestión de todo lo sucedido durante esta década en Cataluña para cualquier partido.
Barcelona en Comú consiguió incorporar al debate público y a las políticas públicas malestares y soluciones que no estaban en la agenda. Eso ha tenido un impacto amplio y diverso en otros partidos políticos, medios de comunicación, en el conjunto de la sociedad. Tal vez el mayor éxito de Barcelona en Comú hubiera sido desaparecer tras conseguir los objetivos que defendía o al ser asumidos por los partidos existentes. Eso no ha pasado y nada hace pensar que suceda pronto.
A los diez años de su nacimiento, los malestares que supusieron el surgimiento de Barcelona en Comú no han desaparecido, algunos se han agravado. El proyecto forma parte de lo que deberían ser las soluciones, más que de las causas de estos malestares; pero el proyecto es más partido que nunca y tal vez debería analizarse cómo los mejores resultados electorales obtenidos, los mayores apoyos sociales se obtuvieron cuando era más movimiento que partido. Conviene pensarlo bien cuando los malestares siguen creciendo y son recogidos electoralmente por quien no quiere solucionarlos creando democracia.
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