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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El sobrino, el nuevo aliado del cuñado

Si bien esta realidad ha llegado más tarde a Cataluña, ahora ya es parecida al resto de Europa. Que nadie asuma que su sobrino piensa diferente que el resto de amigos

Comida de Navidad
Un grupo de personas celebra una comida de Navidad.PeopleImages (GETTY IMAGES)

Llegó la Navidad y, con ella, los encuentros familiares. Vuelve aquel momento en el que nos ponemos a prueba, en el que descubrimos si tanta teoría se puede poner a la práctica. Si todos aquellos libros o artículos que hemos leído e incluso escrito nos sirven de argumento para enfrentarnos a la dura realidad, que no es otra que la derechización de la sociedad y, por ende, de nuestro entorno. Vuelven los encontronazos con el cuñado de turno, y esta vez será aún peor. Ya no está solo: ahora también cuenta con el apoyo del sobrino de turno.

Durante años, nos hemos acostumbrado a discutir con el cuñado de derechas que dice ser de centro, el machista que dice no serlo porque tiene una hija, el homófobo que dice que lo único que le preocupa es que su hijo sea homosexual y el racista que ni siquiera necesita defenderse al respecto. A ello, ahora se ha añadido una nueva dificultad: la de contraargumentar al sobrino que, sin darse cuenta, ha asumido como su religión los postulados de influencers como Roma Gallardo o Un Tío Blanco Hetero. Unas ideas ultraconservadoras que todo lector conoce y que ha escuchado en boca de otros, aunque sea la primera vez que lee estos nombres o que no haya querido perder el tiempo escuchándolos.

Antes de toda comida familiar, les recomiendo ser conscientes de la realidad: y es que la derechización de la juventud ya es un hecho. Una encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió de este otoño afirmaba que los jóvenes catalanes entre 16 y 26 años, a pesar de no ubicarse a sí mismos en la extrema derecha, son más de derechas, y que los hombres jóvenes son los menos feministas. Si bien esta realidad ha llegado más tarde en Cataluña, ahora ya es parecida al resto de Europa. Que nadie asuma que su sobrino piensa diferente que el resto de amigos: cuando salga de la comida, va a seguir recibiendo el mismo contenido.

Una lección que ya deberíamos haber aprendido después de tantas navidades y de tantos errores cometidos es que acusarlos de “facha” sin argumento alguno nos sirve de poco. Especialmente si no le vemos a menudo. Esto puede generar un sentimiento de pertenencia a un grupo supuestamente discriminado, aunque sus argumentos sean discriminatorios, y exclusivo, aunque ya no sean una minoría. Si algo podemos aprender de la historia, es que no hay nada que te arraigue más a un grupo que sentirse atacado, y nuestro objetivo es que a largo plazo cambien de opinión.

Veamos, pues, algunos debates que seguro que saldrán. Prepárense para recordarles que aquello que no les dicen los influencers que huyen a Andorra es que si no se pagan impuestos los medicamentos serán inaccesibles, que las denuncias falsas de violencia machista solo constituyen el 0,01% y que los migrantes no reciben más ayudas que el resto de la población. Estemos preparados para dar argumentos suficientemente sólidos como para que no sientan que han ganado el debate. No todo depende de los políticos: la política la hacemos todos, también en navidad.

Marta Rosique es periodista y politóloga

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