El vecino que secuestró un autobús para dignificar la periferia de Barcelona tendrá su película
45 años después de la protesta de Manuel Vital en Torre Baró, Eduard Fernández le encarna en un barrio cuyos vecinos siguen peleando por una mejor conexión con la ciudad
José Manuel Romero vio por primera vez un autobús en su barrio de Barcelona con 14 años. Oyó un ruido muy fuerte desde la plaza y olió el humo del vehículo. Nunca había pasado un bus articulado por Torrebaró. Fue todo un acontecimiento para él y sus vecinos ver el 47 pasando por esa zona empinada al noreste de Barcelona el 6 de mayo de 1978. El presidente de la asociación de vecinos, Manuel Vital, lo condujo más allá del final de su línea -de plaza de Catalunya hasta Canyelles- y lo cargó con residentes del barrio, harto de que el Ayuntamiento rechazara implantar este transporte público por tener las calles estrechas. Romero, ahora con 59 años, aparecerá como figurante en El 47, película que retrata aquella protesta popular en el mismo Torre Baró casi medio siglo después.
“Nadie sabía nada”, comenta este miembro de la asociación que lideró Vital. “La policía nos paró abajo, en Ciudad Meridiana. Iban con metralletas. Manolo dijo: ‘Nos van a detener. El que no quiera ir a la comisaría, que se baje’”. Mientras que él y su abuela se fueron, su madre se quedó con cientos de vecinos. Vital fue arrestado y juzgado por el secuestro, pero no fue encarcelado. Un año después, llegó un autobús regular a Torre Baró.
Romero ha sido uno de los 400 vecinos de este barrio incrustado en la sierra de Collserola con casi 3.000 habitantes que han participado como figurantes. Muchos residentes como él nacieron en chabolas autoconstruidas por migrantes de toda España en los años sesenta. Había que construir estas casas primitivas a contrarreloj durante la noche y ponerles un techo para que los guardas no las destruyeran la mañana siguiente. El paisaje de aquella Barcelona de finales de los setenta albergaba otros asentamientos como este, sin agua corriente ni luz, en otras zonas de la ciudad como Los cañones del Turó de la Rovira o la Perona en la posterior Vila Olímpica.
El actor barcelonés Eduard Fernández encarna a Vital en este largometraje. Admite que fue fácil aprender a conducir el autobús de 17 metros que han recreado, “salvo en las curvas”, por las mismas calles que transcurrió hace 45 años. El héroe local llegó a la capital catalana en 1947 desde Valencia de Alcántara (Cáceres), donde se quedó hasta su muerte en 2010, con 87 años.
Ni el protagonista ni el resto del reparto principal, formado por Clara Segura o Zoe Bonafonte, habían pisado antes Torre Baró. Solo Carlos Cuevas admite haberlo bordeado alguna vez con su moto. A todos ellos y a la productora The Mediapro Studio les fascinó la historia de Vital que el director, Marcel Barrena, descubrió a través de un blog con el que pudo hablar con la nieta del chófer de autobuses. “La película es un homenaje a las clases obreras que construyeron la ciudad”, concluye el realizador este lunes en el décimo día de rodaje, que se extenderá hasta julio.
Los “otros secuestros” del distrito Nou Barris
Fernández fuma un cigarro en el descanso con la camisa abierta colgando las gafas de pasta. Su caracterización parece idéntica al retrato de Manuel Vital colgado a la entrada del Archivo histórico de Nou Barris. Cientos de voluntarios componen esta agrupación autogestionada que lleva 40 años recopilando todo tipo de registros: desde fotos, recortes de prensa o casetes con las tertulias de sus bares. Uno de ellos, Arnaldo Gil, indica que hubo “otros secuestros” de autobuses en otros barrios del distrito como Prosperitat o Roquetes. Sin embargo, admite que Torre Baró tenía las peores condiciones. “Mis compañeros de colegio que venían de allí tenían que hacer una hora andando. Era el sector más jodido, no tenían nada: alcantarillado, luz a duras penas… en los setenta todavía tenían que llevar agua en grandes toneles a la zona de arriba”. Entre sus archivos aparece un titular de 1972: “Torre Baró pide agua”.
José Antonio Martínez se enorgullece de formar parte los nacidos en Torrebaró “que no les tocó pelear por el agua corriente o la electricidad”. Con 32 años, regenta la librería Acció Periférica y ejerce de vicepresidente en la asociación de vecinos. No vivió el episodio del secuestro, pero sí ha bajado alguna vez con sus compañeros a cortar la carretera C-17, vigilando que no se retroceda en esos derechos conquistados años atrás como los fallos en la aplicación del bus a demanda, la renovación del cableado eléctrico o el ensanchamiento de algunas aceras.
A pesar de las inversiones más recientes, Martínez y otras entidades vecinales advierten de que Torre Baró sigue siendo uno de los barrios con peores conexiones de Barcelona. Aunque él y otros nietos de la generación de Vital no tengan allí una calle o plaza que le recuerde, el largometraje supone el primer homenaje a este héroe vecinal cuya lucha para dejar de ser ciudadanos de segunda sigue resonando décadas después.
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