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Torre Baró clama contra el abandono

Los vecinos critican que todas las actuaciones se concentren en la plaza de Eucaliptus

Clara Blanchar
Dos de los vecinos de Torre Baró, paseando por una de sus calle ciudad
Dos de los vecinos de Torre Baró, paseando por una de sus calle ciudadmassimiliano minocri

Antonio y Villaverde —el nombre de su mujer— están contentos: “De aquí para arriba nos van a poner el gas”. Llevan 50 años viviendo en la parte alta de Torre Baró, en la barcelonesa calle de Sant Feliu de Codines. Desde que se mudaron al barrio “cuando aquí había tiendas y mucha gente”.

Torre Baró llegó a tener 6.000 habitantes. Solo quedan un millar y se sienten “abandonados”. “Ahora el autobús pasa cada media hora, pero no hay nada: ni panadería, ni farmacia, ni servicios, ni nada. Hay que bajar para todo”, dicen señalando hacia abajo con el mentón. “Bajar” es desplazarse a la parte nueva del barrio, alrededor del metro y la plaza Eucaliptus o a equipamientos de otros barrios. “Se lo han gastado todo abajo, aquí estamos como siempre”, concluyen.

La paciencia en el barrio se agotó el lunes pasado, cuando la Universitat de Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona festejaron la entrega de las llaves de 32 pisos de un edificio cedido por éste último. “La apuesta del Ayuntamiento y de la Universidad por Torre Baró marcará su futuro”, manifestó el alcalde, Xavier Trias, durante un acto que se celebró a las tres de la tarde y al que ni los representantes de los vecinos ni la prensa fueron invitados. “Ya estamos muy calientes, solo nos faltaba esto, que desvíen la atención sobre los pisos y encima no nos avisan”, lamenta el presidente de la Asociación de Vecinos, Juan León, que advierte de que el barrio prepara movilizaciones.

“No hay nada: ni farmacia, ni servicios, ni nada”, denuncia un vecino

Vecino de Ciutat Meridiana —el barrio con más desahucios de la ciudad, que asiste indignado a la entrega de pisos en Torre Baró cuando hay miles de familias ocupando pisos vacíos— por la izquierda y de Roquetes por arriba, Torre Baró es de los barrios más pobres de la ciudad, con una renta disponible de 52,4 sobre una media de 100, y fue el núcleo con menor participación electoral en las últimas europeas. De orografía imposible, se asienta sobre un barranco. Nadie se ha molestado en medir las cuestas, o por lo menos de poner señales con el porcentaje de pendiente. Nacido al calor del desarrollismo caótico y salvaje, no es el único barrio empinado de la capital catalana, ni el único de la periferia, ni el único donde buena parte de las viviendas son de autoconstrucción.

Pero basta recorrerlo —primera marcha o segunda del coche, como mucho— para darse cuenta de que lleva décadas olvidado, encallado. Desde lo alto, las vistas de casas pegadas a la montaña recuerdan las favelas de Brasil, aunque con una densidad mucho menor. Durante 20 años ni siquiera se logró materializar sucesivos planes de reforma (que en buena parte pasaban por derribar casas fuera de ordenación) y la revisión de 2003 del PERI de 1985 consistió en concentrar nuevas viviendas —casi 400, el 75% de protección— en la parte baja del barrio, en la plaza de Eucaliptus.

“La poca masa crítica debilita el tejido social, de manera que todavía es más fácil torear a los vecinos”, reflexiona el vocal de la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB), Albert Recio. Critica la política del Ayuntamiento de traer al barrio “gente de fuera, como los universitarios ahora, en vez de facilitar procesos locales que generen actividad, una práctica que ha funcionado muy bien en otros barrios del distrito de Nou Barris”. El presidente de la asociación, recuerda que en Torre Baró hubo planes comunitarios, “pero se dejaron de hacer”.

Torre Baró recibió nueve millones de euros con la Ley de Barrios

Juan León enumera las necesidades del barrio: que se conecten los autobuses que llegan desde Roquetes con los que suben desde abajo; que asfalten calles que todavía son de cemento; que adecenten el acceso al castillo que da nombre a la zona; el parque infantil de la zona alta, que está pendiente; la escalera de la calle Martorelles…

Torre Baró recibió una inyección de nueve millones de euros en la tercera convocatoria de la Ley de Barrios del Tripartito. Se notan, pero de nuevo en la parte baja del barrio. Eucaliptus y entornos: la parada del metro, rotondas, urbanización de calles como Martorelles o las avenidas de Vallbona y Escolapi Cáncer (solo en la parte baja), rehabilitación de escaleras, actuaciones de limpieza en zonas forestales. La inversión en gestión urbanística ha sido de siete millones de euros, según fuentes municipales. Las mismas fuentes subrayan que están en fase de redacción los proyectos de la pista forestal que llegará al castillo y de un nuevo casal. Además, con un coste de 6,8 millones, está previsto redactar proyectos de mejora de calles como Sant Feliu de Codines.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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