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Activado el cierre nocturno de los búnkeres del Carmel, símbolo de la masificación turística de Barcelona

El Ayuntamiento ha decidido vallar y clausurar el recinto de 19.30 a 9.00 por la presión turística y las fiestas nocturnas. Algunos vecinos tachan la medida de insuficiente

Baterias Carmelo Cierre
La Guardia Urbana de Barcelona cierra el mirador de las baterías del Carmelo.MASSIMILIANO MINOCRI
Rodrigo Marinas

A partir de este martes no podrán verse más atardeceres desde las icónicas baterías antiaéreas del Turó de la Rovira de Barcelona. Tras el fin de las obras de vallado que inició el Ayuntamiento a finales del año pasado, se podrá acceder al célebre mirador de esta colina del barrio del Carmel de 9.00 a 19.30 horas en verano, como en otros parques públicos de la ciudad. En invierno cerrará dos horas antes.

La infraestructura, con un coste de 1,6 millones de euros, está compuesta por vallas de acero de dos metros de altura y cuenta con seis accesos, aunque a lo largo de mayo se habilitará otro más en la ladera norte. El Consistorio la ha construido ante la gran afluencia de visitantes para evitar las fiestas nocturnas y la degradación de restos arqueológicos que han denunciado los vecinos de calles como Gran Vista o Maria Labernia en los últimos años.

La Guardia Urbana seguirá vigilando el entorno del mirador y los accesos con vehículo en varias calles hasta octubre según fuentes del distrito Horta-Guinardó, que ha implantado el dispositivo habitual para controlar la afluencia turística en la temporada de verano.

Estas actuaciones policiales se han adelantado impulsadas por las movilizaciones donde han participado centenares de vecinos de la zona desde marzo convocados por el Consell Veïnal del Turó de la Rovira. Francisco Bernal, uno de los portavoces, critica que el vallado no evitará las aglomeraciones turísticas: “El problema se moverá alrededor de la batería”. Además, denuncia que “no ha habido ningún debate vecinal en esta decisión”. Su entidad ha pedido en las últimas semanas reunirse, sin respuesta, tanto con la regidora del distrito, Rosa Alarcón, como con la teniente de alcalde de urbanismo, Janet Sanz. Reclaman restringir el tráfico en más calles colindantes a las baterías para evitar largas filas de taxis que colapsan la vía pública, así como descongestionar las líneas municipales de autobuses que suben cargados de visitantes “superando el aforo permitido”, según Bernal.

Para Daniel Pardo, miembro de la Asamblea de barrios por el decrecimiento turístico, es “una solución falsa”: “No resuelve el problema de fondo”. Pardo indica que la masificación responde “al monocultivo turístico” en la ciudad cuya solución real, que no ve en otros municipios, pasa por “la lógica del decrecimiento”. Fuera de España, señala que se han aplicado políticas con este enfoque en ciudades como Ámsterdam, donde se ha reducido el número de vuelos diarios en un aeropuerto, además de eliminar los vuelos en jets privados. “Para reducir la presión turística hay que ser más restrictivos con las licencias de alojamientos turísticos, no solo en Barcelona ciudad sino en el ámbito metropolitano”, concluye el activista.

En 2011 el Ayuntamiento acondicionó el Turó de la Rovira inaugurando una nueva zona que forma parte de la red de espacios museizados del Museu d’Història de Barcelona (Muhba). La regidora del distrito aspira a “recuperar la memoria histórica” del Turó para que se convierta en un enclave de turismo cultural “y no de fiesta”. El antropólogo urbano José Mansilla ve inviable este enfoque porque “Barcelona está vinculada a nivel productivo y simbólico con el turismo de bajo coste”. Además, apunta a que un escenario distinto donde hubiera otro tipo de visitante, como en Mónaco o Niza, tampoco resuelve la sostenibilidad: “Hay estudios que demuestran que el turista de calidad es más depredador con el medioambiente”. El autor de Del Modelo a la Marca Barcelona: Los años de la discordia (Apostroph) advierte de que el vallado puede desencadenar el efecto que se produjo tras el vallado del Park Güell hace una década. “Al final, los vecinos no acaban considerando el espacio como suyo”. Subraya que, aunque se acabe cobrando o no una entrada por acceder, “genera una desafección en los vecinos que se lo van a pensar dos veces antes de ir”.

Un agente de la Guardia Urbana cierra el recinto del mirador de las baterias del Carmelo.
Un agente de la Guardia Urbana cierra el recinto del mirador de las baterias del Carmelo.MASSIMILIANO MINOCRI

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