Crear calles peatonales con más verde en Barcelona mejora la salud mental
El plan para crear 21 “ejes verdes” aumentaría la superficie arbolada un 5,6% y supondría un ahorro de 45 millones en gasto médico, según un estudio el ISGlobal
Sacar coches y asfalto de calles y convertirlas en peatonales con más superficie verde (vegetación y árboles) en Barcelona podría reducir un 13% las visitas a los profesionales de la salud mental y el consumo de antidepresivos, un 8% el uso de tranquilizantes, y permitiría prevenir el 14% de los casos de mala salud mental autopercibida en la ciudad. Unos beneficios que se traducirían en un ahorro de 45 millones de euros anuales en costes directos e indirectos de salud mental. Lo afirma un estudio del ISGlobal hecho público este miércoles y publicado en la revista Environment International. La investigación cruza datos de la superficie verde en la ciudad en 2015 y de la encuesta de Salud de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (2016-2017); y los extrapola impacto en salud mental que tendría el incremento de vegetación (del 5,6%) que se produciría si se implantaran los 21 “ejes verdes” planeados por el gobierno de la alcaldesa Ada Colau en el programa Superilla Eixample. En este mandato el Ayuntamiento ha intervenido en cuatro de estas calles: Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona, y creará también plazas en las intersecciones. Las obras, que consisten en sacar asfalto y coches y añadir vegetación y mobiliario urbano, no están acabadas todavía.
El aval del ISGlobal a los efectos que tendría la materialización del proyecto de los comunes (prevé transformar una de cada tres calles del Eixample en un “eje verde”) se publica a solo dos meses de las elecciones municipales. Una de las coautoras de la investigación, la especialista en Salud Pública e Intervención Psicosocial Carolyn Daher, explica que el trabajo comenzó hace un año a raíz del interés que detectaron en estudiantes e investigadores por analizar problemas actuales y que cuenta con el aval de expertos internacionales. “Es un estudio robusto que puede contribuir al debate público”, apunta la también coordinadora de la iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud del instituto impulsado por la Fundación La Caixa.
“Las ciudades optan por un modelo y a la hora de invertir dinero público es importante analizar sus impactos, lamentablemente no hay costumbre de hacerlo en materia de salud, cuando sí se estudian los impactos en otros ámbitos como la economía”, señala convencida de que “el modelo urbano determina nuestra salud” y recordando que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que “el 23% de nuestra salud está determinada por el entorno físico donde vivimos”. La evidencia científica, señala el ISGlobal, muestra que los espacios verdes benefician la salud general y mental porque mitigan la contaminación, el ruido, el calor, y reducen el estrés y conllevan mayor actividad física e interacción social”. El centro de investigación ha publicado numerosos estudios sobre los impactos en la salud de la presencia de zonas verdes en entornos urbanos.
Daher destaca que el estudio asegura que el aumento del 5,6% de superficie vegetal de la ciudad que comportarían materializar los 21 “ejes verdes” impactaría en toda la ciudad, no solo en el entorno inmediato, en el Eixample: “Las zonas más próximas se beneficiarán más porque tienen mayor densidad de población y menos verde, se trata de aumentar el verde en el máximo de calles, no de hacer grandes parques, para que no haya que irlo a buscar”. “Si el ahorro es de 45 millones no podemos hablar de coste de estas transformaciones urbanas, sino de retorno, y el sistema de salud mental no da abasto”, afirma. La investigación calcula el verde que aumentaría el proyecto Superilla Eixample y qué respuesta supondría extrapolando estudios anteriores que ya han demostrado los beneficios para la salud de las zonas verdes. “Lo hemos limitado a la salud mental porque después de la pandemia era una gran preocupación, pero si hubiéramos medido impacto en la salud física, también hubiera mejorado”, asegura su coautora.
Otra de las autoras del estudio, la investigadora Natalie Mueller, considera que “Barcelona tiene un problema que debe resolver de forma urgente. Actualmente solo un 11% de la ciudad está ocupado por espacio verde, contando con Collserola, que supone el 60% del verde de la ciudad. En el Eixample, solo el 6,5% de la superficie es verde, cuando para cumplir con la recomendación de la OMS habría que llegar al 25% de la superficie”. Daher pide “despolitizar” la cuestión del modelo urbano. “El estudio refuerza las tesis de investigaciones anteriores sobre el impacto del verde en más salud, bienestar y calidad de vida. Tenemos soluciones a nuestro alcance para mejorar la vida de la gente, hay que ser valiente y despolitizarlo, me preocupa que se politice el hecho de poner o no árboles”.
“Este estudio ayuda a ilustrar que el reverdecimiento es una estrategia pertinente para promover la salud y, en particular, la salud mental, en entornos urbanos”, añada otra de las coautoras de la investigación, Diana Vidal Yáñez. Y el director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, Mark Nieuwenhuijsen, alerta de que “pese a que nuestro estudio evalúa el impacto potencial del plan de ejes verdes, los resultados no son exclusivos para Barcelona”. “Cualquier actuación en cualquier ciudad que lleve a incrementar la superficie verde próxima a los domicilios debería conducir a mejoras en la carga de salud mental de la población” dice y defiende que se distribuyan por toda la ciudad de forma equitativa.
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