Tallas grandes por ley y currículos ciegos: la Generalitat redobla su batalla contra la presión estética
Un cambio en el código catalán de consumo busca blindar que los fabricantes de ropa cubran la demanda de diferentes morfologías
El Ejecutivo catalán cambiará la ley autonómica de consumo para intentar blindar uno de loss pilares en su lucha contra la presión estética: acercar los estándares de los fabricantes de moda a la realidad (y diversidad) morfológica de las mujeres y garantizar que no habrá discriminación por el sistema de tallaje. La reforma normativa figura dentro del plan diseñado por el departamento de Igualdad y Feminismos de la Generalitat, junto con diversas entidades y activistas y que, según ha explicado este lunes la consejera Tània Verge, será aprovado “en breve” por el Consell Executiu. Además de actuar en el ámbito de la moda, el acompañamiento psicológico o los medios de comunicación, la Generalitat pondrá en marcha un programa piloto de procesos de selección de personal “a ciegas” y así evitar que la imagen física pese a la hora de la elección. El pasado mes de noviembre se aprobó la memoria preliminar del anteproyecto y, tras la luz verde del Govern, tendrá que comenzar el recorrido en el Parlament.
El plan llega después de que hace un año, aprovechando el día de la mujer, Verge anunciara que investigaba a una tienda multinacional de ropa ubicada en Barcelona por sólo vender tallas pequeñas. La consejera no descartó que esa denuncia pudiera derivar en un expediente sancionador, pero eso jamás pasó. El pasado 7 de marzo, la propia titular de Igualdad aceptó que se había archivado la denuncia, alegando que no existía una legislación ni europea ni estatal a la cual aferrarse. La otra posible vía para actuar, que establece la ley catalana de no discriminación, estaba cerrada porque nunca se aprobó su régimen sancionador.
De ahí que Igualdad considere que el camino a seguir es tener una normativa propia y ya está prevista en la reforma en curso. De acuerdo con el departamento, el articulado establecerá la obligación a las empresas de “ofrecer tallas que cubran a demanda de diferentes morfologías” y que se informe “de una manera clara” de la equivalencia del talla con las medidas corporales. “El malestar y la insatisfacción con el propio cuerpo tienen una causa: se llama presión estética y es un problema estructural inherente al patriarcado”, ha dicho Verge en el acto que también ha presidido la presidenta del Instituto Catalán de la Mujer, Meritxell Benedí Alté. La obligación a los fabricantes es sólo un punto dentro de una gran reforma de la norma que regula el consumo en Cataluña y que, de momento, no tiene ni anteproyecto (solo hay una memoria preliminar), con lo cual no tiene aún una fecha clara de entrada en vigor. Los cambios en el código son muy variados (incluye temas medioambientales, contra el endeududamiento de las familias o el uso de plataformas) y eso hace prever que el trámite en el Parlament será complejo.
La Unión Europea cuenta con una norma de estandarización sobre las tallas, armonizada con la fijada en 2017 por la Organización Internacional de Normalización pero en la práctica cada fabricante termina ofreciendo su propio sistema, que mezcla lo canónico, la visión del diseñador y, en el caso de las grandes marcas, datos propios de marketing y ventas que intentan responder a las diferencias de cada territorio. Esto permite que no se oferten tallas grandes o, incluso, se confeccionen prendas aún más pequeñas de lo que usualmente se clasificaría como tal. Esa diferencia incluso puede variar entre diferentes marcas de un mismo fabricante y en muchas ocasiones termina por alimentar ideales estéticos que chocan contra la realidad de la calle. Un estudio de 2008, encargado por el Ministerio de Sanidad, reveló que el 40% de las españolas tenía problemas a la hora de encontrar su talla correcta e intento acercarse a una definición antropomórfica de las mujeres en España.
El plan también buscará hablar directamente con las grandes marcas para así no solo garantizar que se ofrezcan todas las tallas sino también para que fomenten la llamada “neutralidad corporal”: no usar adjetivos ni positivos ni negativos cuando se hable de los cuerpos. En el 080 Barcelona Fashion, en la que participa la Generalitat, se harán acciones para fomentar una mirada más inclusiva y así tocar la industria de la moda, en el ojo del huracán en la ofensiva mediática y social para que las mujeres vistan y luzcan una manera determinada. Verge también quiere “acordar criterios” con todos los agentes de la actividad publicitaria para que sean transparentes con los retoques y manipulación que se hacen en las imágenes usadas en las campañas.
Los presupuestos de la Generalitat incluyen 12 millones de euros para las iniciativas contra la presión estética. En el listado también hay medidas en el ámbito de la alimentación (una guía para las familias con menores afectados por trastornos alimentarios y un plan de choque para acceder a atención sociosanitaria), la educación (formación a docentes e incluir en el temario de la asignatura de educación física la diversidad de cuerpos y la neutralidad corporal) y el mundo laboral (una guía de buenas prácticas para evitar que los uniformes laborales perpetúen roles de género). El Govern también pondrá en marcha una prueba piloto de procesos de selección de personal con currículos ciegos, es decir, sin fotos o datos físicos del aspirante, para evitar la discriminación por apariencia física.
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