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Daniel Vázquez Sallés dedica un libro a su hijo Marc, fallecido a los 10 años después de una vida condicionada por la enfermedad

El periodista y escritor presentó ayer en La Central de Barcelona ‘El príncipe y la muerte’, arropado por amigos y colegas de la profesión

Mar Rocabert Maltas
Daniel Vazquez Salles
Daniel Vázquez Sallés junto a Cristina Jolonch y Ramon Besa en la presentación del libro 'El príncipe y la muerte'.

Marc era un niño extraordinario. Tan extraordinario que el día que su padre, Daniel Vázquez Sallés, presentó un libro sobre su vida y su muerte, Marc escribió una carta a los que llenaban la librería La Central de Barcelona, en una sala que quedó pequeña para todos los que quisieron acompañar al escritor y periodista en el día de la presentación de ‘El príncipe y la muerte’, editado por Folch & Folch. Desde el lugar que habita y a través de la voz de su padre, Marc contó que su abuelo Manolo, en referencia a Manuel Vázquez Montalbán, le había enseñado a leer y a escribir y le cocinaba bacalao, su plato favorito, todos los días, mientras tenían los pies en las nubes. “Allí dónde esté, Marc está bien”. Este fue el mensaje total de su padre, para quién el niño, su príncipe, ha sido sin quererlo su gran maestro de vida.

Con esta imaginada misiva, Vázquez Sallés dejó a los asistentes con el corazón derrochando emociones. Se mostró todo el rato sereno, igual que fue la vida de Marc, un niño que murió en el hospital Niño Jesús de Madrid el 30 de abril de 2021 por culpa de una bacteria, pero que se pasó media vida en hospitales después de nacer con dos enfermedades de las llamadas raras, el síndrome de Ondie y el síndrome de Hirschsprung. Como escribe su padre, “ambas condicionaron su vida y su carácter de león herido, dos rarezas que hacen a los seres especiales”. Fue tan especial que su padre ha querido rendirle un homenaje, con este relato de un “príncipe que vivió con la bravura de los que aman la vida hasta desenmascarar lo banal”.

La historia del pequeño y de sus padres es un laberinto lleno de derrotas y de victorias, que empezaron nada más nacer. La presentación del libro se convirtió en una toma de conciencia del sufrimiento de tantas familias diagnosticadas con enfermedades minoritarias - y una crítica al trato de algunos médicos y centros- y del difícil recorrido de las criaturas con dificultades añadidas para encontrar escuelas adaptadas a sus necesidades. A pesar de las adversidades, Vázquez Sallés contó que su hijo hizo “un salto monumental” cuando encontró un centro educativo donde era feliz.

Cuando su hijo expiró, él y su madre, Céline, quedaron totalmente desamparados. “Una madre y un padre que pierden a un hijo están condenados a vivir en el páramo, no existe una palabra que abrigue su tristeza”, confiesa. Para sobreponerse a este vacío, el escritor decidió marcharse a una pequeña isla griega, Koufonisia, en el mar Egeo, de febrero a junio de 2022, para dedicarle este libro, que es “una oda a la vida”, en palabras de su amiga Cristina Jolonch, de La Vanguardia, que le acompañó en la presentación junto a otro colega de profesión, Ramon Besa, de El País.

Necesitó huir de todo, hasta de si mismo, para encontrarse con su hijo, a solas, contó el escritor. En este rincón del mundo, que descubrió también con 10 años en un viaje con sus padres, Vázquez Montalbán y Anna Sallés, se refugió para relatar su duelo. “Llevaba una vida muy austera, paseaba y escribía”, contó. En un pedazo de tierra de cinco quilómetros cuadrados no había mucho más que hacer. Pero le estaba bien. Allí se centró en lo más importante. Y de este viaje introspectivo, catártico, surgió este canto a la vida, la historia de su hijo Marc, un relato crudo y sensible, transitado de pequeñas derrotas y grandes victorias.

Después de un camino muy duro, con varias operaciones e ingresos hospitalarios constantes, los intestinos de Marc empezaron a funcionar “con una precaria normalidad”, recuerda su padre. Entonces “el niño germinó” y empezó a hablar y se mostró entusiasmado por el lenguaje y la escritura. “Marc murió cuando la vida le había dado una tregua”, lamenta Vázquez Sallés, cuando recuerda que estaba “en el mejor momento de su vida”. Después de un largo peregrinaje, su hijo había encontrado un colegio donde estaba bien, al que quería ir todos los días. Él estaba convencido de que sería el mejor año de su vida, “estaba loco per escribir y leer, superó muchas etapas y tenía unas ganas increíbles de vivir”, enfatizó. Cuando le preguntaba cómo estaba, su respuesta era fascinante: “La verdad es… que muy bien, papi, estoy vivo”.

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Vázquez Sallés también ha querido dejar escrito en el libro que, en medio de esta odisea, fue cuando ingresó en un centro de desintoxicación para superar sus adicciones al alcohol y las drogas. Si su hijo era capaz de luchar de forma tan brava por vivir, cómo era posible que él destrozara su vida de aquella manera. Este cuestionamiento fue la chispa que puso en marcha el motor de su recuperación. La vida es la mejor lección que le dejó Marc, que no duda en reconocer que su hijo pequeño le cambió su manera de vivir, pero su “verdadero ángel de la guarda fue su madre”, admite. “He tenido suerte, tuve a un padre que fue un faro intelectual y a un hijo que me ayudó a encontrar el sentido de la vida”, agradece en las primeras páginas.

Con la finitud en un horizonte cercano, ‘El príncipe y la muerte’ es un homenaje a una criatura mágica, que amaba y disfrutaba cada día de la vida. La primera vez que Marc dijo que se encontraba mal tenía 10 años y luego murió, recuerda su padre. Pero con su muerte, el niño le enseñó la gran lección de su vida: “Lo que hayas amado quedará, el resto solo serán cenizas”. Lo escribió San Agustín y lo reescribe en el final del relato Vázquez Sallés, a quien su hijo siempre le acompaña. Cuando leyó su carta en la presentación de ayer, nadie lo dudó.

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Sobre la firma

Mar Rocabert Maltas
Es periodista de tendencias y cultura en la redacción de Cataluña y se encarga de la edición digital del Quadern. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la Agència Catalana de Notícies. Vive en Barcelona y es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra.

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