Adicciones a los videojuegos tras la pandemia: las atenciones se cuadriplican en un año en el hospital de Bellvitge
El 81% de los pacientes tiene menos de 30 años y uno de cada cinco es menor de edad. “Se utilizan como una forma de escapatoria a la frustración”, avisan los expertos
Las adicciones a los videojuegos aumentan. Y mucho. La Unidad de Juego Patológico y Adicciones Comportamentales del hospital de Bellvitge de Barcelona recibió en 2022 cuatro veces más visitas por el “uso excesivo” de videojuegos respecto al año anterior. El crecimiento, consideran los expertos, se explica por el impacto de los confinamientos entre los jóvenes durante la pandemia. “No iban a clase, estaban permanentemente con las familias y los videojuegos eran un espacio para ellos. Fue una situación muy compleja”, considera Susana Jiménez, jefa de esta unidad. El hospital pediátrico Sant Joan de Déu de Barcelona también confirma la tendencia alcista, aunque no tiene aún un recuento.
De los 350 pacientes que llegan anualmente a Bellvitge, unos 12 fueron por adicción al videojuego en 2021, según cifras del centro, mientras que en 2022 las atenciones se dispararon hasta las 50. El 81% de las atenciones tiene entre 14 y 30 años, y uno de cada cinco casos es menor de edad, según ha podido saber EL PAÍS. Del total, el 10% son mujeres. “Las prevalencias en las adicciones a los videojuegos es mucho mayor entre los niños que entre las niñas”, afirma Jiménez.
La experta considera que los hombres muestran una “impulsividad elevada” y dificultad para las relaciones interpersonales. Además, añade, tienden a tener problemas de resolución de conflictos y vulnerabilidad al estrés. En las mujeres, en cambio, Jiménez detecta un perfil un poco diferente. “Ellas son un poco mayores de edad, con autoestima baja e insatisfacción personal. Tienen otras motivaciones para jugar y se identifican especialmente con su avatar [el personaje que usan en los videojuegos]”.
El aumento de las adicciones a los videojuegos es constante desde 2005, cuando se tienen datos en el hospital de Bellvitge. En los primeros cinco años del registro, entre el 1% y el 2% de las atenciones de la Unidad de Juego Patológico y Adicciones Comportamentales eran vinculadas al uso excesivo de los videojuegos. La cifra aumentó hasta un máximo del 5,7% en los años posteriores, pero se disparó en 2022. ¿Por qué el efecto de los confinamientos se dio en 2022 y no en 2021, un año después del inicio de la pandemia? “Hasta que pacientes y familias no reconocen que la pasión por los videojuegos es en realidad una adicción, no acuden a las consultas, y es común que pasen unos años entre que se da una patología y se pide ayuda”, responde Jiménez.
La mayoría de los estudios apuntan a que los videojuegos de carácter masivo, online, de rol y multijugador son los que más problemas de uso excesivo generan. “Aquellos como el Fortnite o que permite a los usuarios jugar con más gente son los de mayor riesgo”, explica la responsable. La necesidad de subir de nivel en un juego o de construir un avatar, entiende, influye en el uso patológico.
Como ocurre con muchas adicciones, los videojuegos pueden llegar a ofrecer una regulación emocional. “Se pueden utilizar como una forma de escapatoria, de la frustración, de la tristeza o la insatisfacción”, expone Jiménez. Bellvitge cifra en un 3% la población que “está sujeta a sufrir este tipo de adicción comportamental, con graves consecuencias en el ámbito personal, familiar, social, laboral y/o académico”.
La relevancia de los videojuegos en la vida de la persona, dedicar un tiempo excesivo de forma diaria a la actividad, el aumento de la irritabilidad, ansiedad y tristeza al dejar de jugar o el abandono de otras actividades sociales son algunas de las señales de alerta que, según el equipo hospitalario, pueden ayudar a la detección precoz de este tipo de adicciones.
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