2023, el año en que los conciertos de música batirán récords en el Sant Jordi de Barcelona

A finales de los años noventa y comienzos del nuevo siglo parecía que la irrupción de las redes sociales dividiría el mercado en centenares de nichos. En la memoria los años ochenta, con tantos estadios como los que llenaban entonces Prince, Madonna, Bon Jovi, Michael Jackson o los Stones, situación que llegó a parecer irrepetible ya que los grandes se fueron retirando y no parecía llegar relevo para tanta rutilancia. Pero la realidad se ha abierto paso, y entre la desaparición del negocio discográfico y la reciente pandemia, el directo no sólo se ha convertido en la única entrada de dinero de los artistas, sino que además ha ido a más, volviendo a reunir a las masas en grandes recintos y festivales, hijos de la concentración del mercado de contratación y de un hipotético cambio en las formas de consumo. Y no se trata sólo de los festivales.

Para el próximo año hay previstos en Barcelona una treintena de conciertos en el Palau Sant Jordi y ocho en el Estadio Olímpico (cuatro de Coldplay en mayo, dos de Bruce Springsteen en abril, uno de Harry Styles en julio y otro de The Weeknd también en julio). Eso de momento, porque es probable alguna otra gran estrella y seguro que habrá más citas en el Sant Jordi en un año que batirá todos los registros. Y a diferencia de los lejanos ochenta, el público ya tiene sus entradas, acostumbrado a comprarlas con una antelación reservada hasta ahora sólo para redactar la herencia. Curiosamente en un mundo cada vez más incierto, el gasto en ocio se ha de programar.

Por supuesto la presencia de Coldplay, una banda que ha sabido rejuvenecer su público gracias a las nuevas redes, Tiktok específicamente, es la noticia del año al batir todos los récords llenando cuatro estadios, el doble de los de un clásico como el Boss que inicia en Barcelona gira mundial para demostrar que los años no hacen mella en la energía de su poder rockero. Pero llama la atención que un artista como Duki llene dos Sant Jordi (3 y 4 de marzo), lo que demuestra que las redes pueden conseguir una proyección que antes sólo se reservaba a los medios tradicionales. Con su popularidad reforzada por una reciente sesión con Bizarrap, otro alternativo lanzado al estrellato, el rapero argentino Duki, cuyo nombre suena a comida de gato entre el gran público, es una estrella juvenil.

Mismo caso de Bad Gyal, con otro Sant Jordi lleno (11 febrero) para reforzar una popularidad que ya va más allá de las fronteras de España. El grupo catalán Oques Grasses es otra propuesta joven que tras años de picar piedra se ha erigido en propuesta mayoritaria, y también llenará su Sant Jordi para refrendarla (28 de enero).

El resto del aluvión de grandes conciertos están protagonizados por artistas más o menos veteranos, alcanzándose el cénit en junio con tres Sant Jordi en una sola semana (14 The Who, 16 Maroon, 5 y 17 Alejandro Sanz). Elton John es un veterano que ha sabido retirarse, y tras varios aplazamientos pandémicos colgará sus maravillosas pelucas en mayo (Sant Jordi, día 22), abriendo la semana que encumbrará a Coldplay en su única presencia en España. Con el grupo formado en Londres sólo cabe preguntarse: ¿Cuántos estadios habrían llenado de tener más fechas disponibles en la gira?

Lo cierto es que, dejando al margen las grandes estrellas norteamericanas de rhythm and blues y las juveniles luminarias de k-pop (pop coreano), Coldplay son junto a Harry Styles alguno de los artistas que están relevando en los estadios a las grandes estrellas que dominaron los ochenta y los noventa, quizás exceptuando a dinosaurios como Stones, AC/DC o unos Metallica que ya no cotizan al alza. Styles, ex miembro de One Direction y actor –Christopher Nolan afirma que le fichó para Dunkerke sin saber quién era- llenará su Estadio Olímpico (12 de julio), con el mérito añadido de que a diferencia de Coldplay y Springsteen, que sólo actúan en Barcelona, tiene dos días más tarde otra actuación en Madrid (MadCool).

De momento estos grandes conciertos no están lastrando a las salas medias tipo Razzmatazz o Apolo. Fuentes de la sala de Almogàvers indican que la contratación sigue desmesurada y que como en el 2.022 se esperan cancelaciones, pero también, por la misma causa, que artistas que tenían previsto conciertos en salas más grandes, como Sant Jordi Club, acaben reprogramadas en Razzmatazz, de menor aforo.

Ahora mismo se están cerrando fechas para finales el 2023 y todo el mundo se pregunta lo mismo: una vez pasado el efecto de desajuste de la pandemia ¿cuándo sabremos cual es el verdadero nivel del mercado de directo? Y también ¿superará los niveles previos a la pandemia? Los optimistas piensan que estas cifras han llegado para quedarse. Como siempre hablará el tiempo, ese tiempo que está cambiando el mercado de los conciertos, reforzando el modelo de festival (este año es importante para el Primavera por su llegada a Madrid) y lastimando a los más débiles: las salas pequeñas. Esas lo siguen pasando mal entre tanto estadio.

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