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Cobrar casi el triple por el mismo trabajo a cinco kilómetros de casa: así se pierden médicos en el Pirineo

Las condiciones económicas de los facultativos en Francia seducen a parte de los profesionales en una zona con baja demografía sanitaria. “En España las condiciones deben mejorar en muchos sentidos”, piden

Bernat Coll
Francina Riu, médica adjunta del servicio de medicina interna y responsable de calidad y seguridad del paciente del hospital de Puigcerdà.
Francina Riu, médica adjunta del servicio de medicina interna y responsable de calidad y seguridad del paciente del hospital de Puigcerdà.Gianluca Battista

Los números salen solos. 25 euros por una visita básica de un médico de familia con una duración media de unos 15 minutos: 100 euros la hora. Si la jornada es de seis horas, la facturación se dispara hasta los 600 euros diarios, unos 3.000 euros semanales. “Las condiciones económicas son mucho mejores que en España”, admite la mayoría. Hablan los médicos de familia que trabajan o trabajaban en el Pirineo catalán y que han encontrado a pocos kilómetros de casa, en el sur de Francia, otro mundo. El desequilibrio retributivo agrava la escasez de profesionales en las zonas de montaña de Cataluña en un contexto en el que el 20% de los médicos se jubilarán en los próximos cinco años en la comunidad.

Juanjo Armendáriz (Pamplona, 59 años) había trabajado toda la vida entre Andorra, La Seu d’Urgell y Puigcerdà. Le ofrecieron en 2015 un trabajo en Bourg-Madam, el pueblo fronterizo que une los dos países y se instaló como autónomo. “Aquí les llaman médicos liberales”, concreta. Se instaló en una consulta e inició un nuevo proyecto profesional como médico de familia tras dedicarse muchos años a urgencias. Se adaptó rápido: atiende a unos 20 pacientes al día y trabaja cuatro días a la semana. Y al contrario de lo que ocurre en España, sus usuarios le pagan por visita.

Los pacientes franceses eligen libremente a su doctor de confianza a través de una especie de acuerdo sanitario y el médico tiene una cartera de usuarios fijos. No existe una asignación por proximidad territorial en la atención primaria, como en España. “El modelo francés genera que tu relación con el paciente sea más estrecha”, defiende Armendáriz. A diferencia de España, donde los profesionales trabajan por turnos, los facultativos están disponibles tantas horas como quieran y el servicio se abona a través de un copago que se divide entre la Seguridad Social y el usuario. “En Francia, si quieres ganar mucho dinero, puedes. Te quedas una hora más trabajando y tienes una hora más de sueldo; mientras que en España un médico que visita a muchos enfermos no tiene recompensa”, compara. Los precios de los médicos liberales están mayoritariamente concertados: 25 euros por visita básica; 5 euros más si la visita es pediátrica; 10 si es a domicilio y 20 si es una alta hospitalaria, hasta llegar a un máximo de 45 euros por visita. Los sueldos mensuales pueden sobrepasar los 8.000 euros según el volumen de trabajo, por los aproximadamente 3.000 que cobra un médico de primaria, según las tablas retributivas del Institut Català de la Salut.

Francina Riu (Sabadell, 60 años), toca los dos territorios. Es médica adjunta del servicio de medicina interna y responsable de calidad y seguridad del paciente del hospital transfronterizo de Puigcerdà, que atiende a los pacientes de la Cerdaña catalana y la francesa. Vive en Guils de Cerdanya y hace siete años inició un cambio vital para sumergirse en primera persona en el modelo francés. “En nuestro hospital llegan pacientes franceses y quería entender su manera de funcionar. Es muy importante crear espacios de confianza para garantizar una buena atención sanitaria”, defiende. Abrió su consultorio y visita dos tardes a la semana a cinco kilómetros de casa, en Enveitg, al otro lado de la frontera. “El médico está más reconocido en Francia, tanto por los pacientes como por la administración”, admite. “Y las bonificaciones por objetivos anuales son mucho más asequibles que en Cataluña”.

El problema en España es el mismo que en Francia: faltan médicos de familia. El sur del país galo es una zona denominada desert médical, e instalarse allí como liberal es una garantía de productividad para los médicos seducidos por un cambio de aires. “Si el modelo y las condiciones son tan diferentes, siempre habrá una tentación para irse”, lamenta Riu.

La marcha de médicos más allá de la frontera agrava la situación en los Pirineos, una zona con una baja demografía sanitaria. “Tenemos un problema grave en el Pirineo. La falta de médicos es muy preocupante y la situación puede empeorar porque en los próximos años se jubilarán muchos facultativos”, avisa Sebastià Barranco, vicepresidente del Colegio de Médicos de Lleida.

Francia fue el destino más elegido por los 2.500 facultativos que pidieron en 2021 un certificado de idoneidad para trabajar en el extranjero, según el Consejo General de Colegios de Médicos de España. Unos 700 se pidieron desde Cataluña, la comunidad con más peticiones, aunque los colegios catalanes contabilizaron finalmente unas 200 bajas colegiales para trasladarse. “Muchos médicos van a trabajar solo en los meses de verano”, ilustra Josep Vilaplana, presidente del Colegio de Médicos de Girona. “Ganan unos 8.000 euros al mes y regresan”.

Vilaplana, en todo caso, acepta el desequilibrio entre las condiciones laborales: “Es un sistema sanitario rico. Los médicos pueden pedir pruebas diagnósticas con mucha más facilidad y los profesionales están muy bien pagados”. El presidente pide un cambio del modelo organizativo catalán para mejorar el bienestar de los médicos catalanes y reducir la tentación francesa: defiende un “pago por cápita” y adjudicar un dinero a las Áreas Básicas de Salud “según lo que se atienda”. “Nuestro sistema actual es muy funcionarial y no ayuda a luchar contra el absentismo, que es muy alto”, insiste. El directivo cita datos de un informe del CatSalut que señala las ratios de absentismo entre celadores y administrativos (15%), enfermeras (8%) y médicos (5%).

Pero en Francia no todo son ventajas. Cataluña cuenta con un trabajo en red a todos los niveles y es más fácil comparar la eficacia entre los mismos colectivos, defiende Armendáriz: “En España el sistema es más piramidal y los resultados pueden ser comparables entre hospitales o equipos de atención primaria. Además, la digitalización en Francia apenas ha empezado y costará muchos años tener un sistema como el español”. Los costes fijos también son mayores para los médicos liberales: cuota de colegiado, de autónomos, alquiler del local y unas retenciones mayores que después repercuten en otras ventajas sociales.

¿Cómo se reducen las diferencias entre territorios? La receta suena fácil. “Subir salarios progresivamente, disminuir las guardias y facilitar la conciliación”, responde M. Àngels Rodríguez, portavoz de la federación de sanidad de CC OO en Cataluña. “La gente no tiene ganas de irse. Si se van es porque las diferencias son muy grandes. La gente necesita un salario digno y estabilidad; y muchas veces en España no la hay”. Vilaplana se suma: “Hay que meter más dinero: por calidad y por cómo funciona, nuestro sistema sale barato”.

Y es en el capítulo económico cuando aflora un debate recurrente: el copago. Los sindicatos lo rechazan, pero los profesionales piden poner la cuestión sobre la mesa con serenidad. “Es una cuestión cultural”, considera Riu. Defiende el modelo español y dice que la Seguridad Social “es de lujo”, pero señala algunas malas prácticas de los propios pacientes. “La gratuidad puede fomentar el abuso. En urgencias del hospital ves casos que no son urgentes. Los recursos sanitarios no son infinitos y todo tiene un coste”, entiende. Vilaplana plantea la posibilidad de cobrar por el mal uso del sistema. “Si tengo visita y no voy sin avisar, me podrían cobrar la visita”, propone. Rodríguez considera que el presupuesto del Govern “debe redistribuirse” para fortalecer el sistema sanitario, pero Riu avisa que debe combatirse la percepción de que la sanidad es gratis. “No lo es; tiene un coste. Los recursos sanitarios no son infinitos”.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

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