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La sala Paral·lel 62 presenta su declaración de intenciones

La música y otras artes, la implicación con el barrio y la economía social son algunos de los ejes de la antigua Barts

La directora de Paral·lel 62, Anna Cerdà; el teniente de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí y el delegado de Derechos Culturales de la ciudad, Daniel Granados, en la presentación del espacio este viernes.
La directora de Paral·lel 62, Anna Cerdà; el teniente de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí y el delegado de Derechos Culturales de la ciudad, Daniel Granados, en la presentación del espacio este viernes.EUROPA PRESS (EUROPA PRESS)

Mantener el espíritu de la sala no rompiendo abruptamente con su pasado, añadir capas de nuevos públicos, funcionar en términos de economía social y formar un eje en el Raval con las futuras recuperaciones del Molino y del Arnau como locales a sumar a la dinamización del Paralelo. A grandes rasgos esas son las intenciones que el Ayuntamiento de Barcelona expresó ayer por boca de Jordi Martí, Teniente de Alcalde de Cultura, Educación, Ciencia y Comunidad, en la presentación de Paral·lel 62, nuevo nombre de la sala que se llamó hasta hace poco Barts y que se instaló en la memoria popular, no de los más jóvenes, como Studio 54.

Por medio de Anna Cerdà, nueva directora del local y de Dani Granados, Delegado de Derechos Culturales del Icub, se desbrozaron algunas cuestiones más, como por ejemplo desmentir el funcionamiento asambleario como método de coordinación de las tres cooperativas que alientan el proyecto (L’afluent, Que Soni y Upload). “Funcionamos de manera horizontal, no asamblearia”, precisó Cerdà, quien también confirmó que el Petit Princep seguirá en cartelera mediante un contrato que no se arrastra de la anterior gestión, sino que se ha firmado ya con la nueva. Paral·lel 62 ofrecerá música, pero no sólo música, se desprendió de las intervenciones de los protagonistas del acto de presentación de la nueva etapa de la sala.

Además de una gestión cooperativa, se manifestó, la sala pretende ser una ventana más del barrio. Jordi Martín comentó que “ahora que el Liceo se abre al Raval, no podemos por menos que formar parte de este barrio y recoger sus necesidades, así como manifestar que la cultura no sólo cabe en escenarios”. La traducción de este deseo es que Paral·lel 62, que no ha despedido masivamente al personal que ya trabajaba, cubrirá sus nuevas necesidades con personal mayormente del barrio, con la intención de consolidar unos servicios cuya finalidad, según indicó Cerdà “no sólo pueden sernos útiles a nosotros, sino que una vez formados podremos brindar al resto de teatros y locales de la zona, sean acomodadores o servicio de seguridad”.

La programación, indicó Dani Granados, “no puede olvidar que vivimos en una ciudad cuyo 30 % de habitantes han nacido fuera del estado”, y en este sentido Cerdà señaló conciertos celebrados recientemente que se han dirigido a la comunidad puertorriqueña o taiwanesa, ambos saldados con llenos. Y hablando en términos numéricos, elementos que suelen ser protagonistas a la hora de valorar el resultado de las programaciones, Jordi Martí apuntó: “Desde hace años, el debate cultural público en Europa no se fija tanto en el qué, las cifras, como el cómo; es decir, qué proceso se ha puesto en marcha para subir a alguien a un escenario”. La sala tiene un presupuesto de 1 millón de euros, de los cuales, indicó Ana Cerdà, se espera cubrir un 80% con recursos propios, un 10% con patrocinios y el otro 10% restante con subvenciones. La sala pagará un canon de uso al consistorio.

Paral·lel 62, tercera sala en tamaño de Barcelona, ofrece dos espacios con escenario, uno con 1.500 personas de capacidad y el más pequeño con 120. En su ideario mantiene la oferta de su escenario a empresas privadas, así como a festivales y certámenes con los que ya colaboran, como el festival Say It Loud de este fin de semana, el Primavera Sound Ciutat, el festival de Guitarra, y con los que esperan colaborar, caso del BAM o del GREC.

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