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Los cuatro golpes en la mesa de Aragonès: la gestación de la larga crisis del Govern

Además de la destitución de Puigneró, el ‘president’ marcó distancias con Junts echándolo de la mesa de diálogo, forzando la destitución de Borràs y no participando en la manifestación de la Diada

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, tras comparecer ante los medios, este miércoles en el Palau de la Generalitat, en Barcelona. Foto: DAVID ZORRAKINO (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Àngels Piñol

Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, dio el miércoles un paso al frente y destituyó a Jordi Puigneró, vicepresidente y consejero de Política Digital y Territorio (Junts) por falta de confianza, al no haberle comunicado con antelación que su grupo iba a pedir que se sometiera a una cuestión de confianza. La destitución culmina un largo proceso en el que Aragonès se ha ido plantando ante su socio, históricamente heredero del partido hegemónico del nacionalismo (CiU) y desplazado ahora por ERC.

El primer gran portazo de Esquerra Republicana a Junts fue cuando Roger Torrent, entonces presidente del Parlamento catalán, suspendió en enero de 2018 el pleno en el que se iba a investir como president a Carles Puigdemont, ya huido de la justicia española en Bélgica. El segundo fue cuando Torrent le retiró el escaño al entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra, tras ser inhabilitado este por desobediencia.

Con ese escenario de fondo, ERC y Junts lograron en mayo, tras tres meses de unas negociaciones tortuosas y agónicas, sellar un pacto que dio paso al actual Govern, constituido en mayo de 2021. Desde entonces, Aragonès ha reivindicado su figura de president y ha dado cuatro golpes en la mesa en defensa de la autoridad del cargo. Estos son los cuatro momentos de ese distanciamiento casi irreversible.

La mesa de diálogo. La Galería Gótica del Palau es el escenario de las declaraciones solemnes del president de la Generalitat. Fue allí donde Aragonès anunció que destituía a Puigneró y allí fue donde, el 14 de septiembre de 2021, dio el primer paso al frente al no aceptar las condiciones de Junts para participar en la mesa de diálogo con el Gobierno central, que se iba a celebrar en el Palau el día después. Junts anunció que sus cuatro representantes serían Puigneró; su portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, y Jordi Sànchez, su entonces secretario general, y el exconsejero Jordi Turull, ambos indultados tras ser condenados por el Tribunal Supremo en el juicio del procés. El Gobierno de Sánchez no quería una foto con los dos últimos. “La mesa de diálogo tiene que estar formada por miembros de los gobiernos. No pienso desaprovechar esta oportunidad”, dijo Aragonès, que señaló que dejó la puerta abierta a que Junts propusiera otros nombres. Nunca lo hicieron. Junts y la CUP siempre han criticado la mesa porque desde el primer día el Gobierno central ha rechazado el referéndum de autodeterminación y la amnistía.

Reunión de Sánchez y Aragonès.
Reunión de Sánchez y Aragonès.

La caída de Borràs: ERC sabía desde que Laura Borràs fue nombrada presidenta del Parlament, en marzo de 2021, que llegaría un día en que debería deshojar la margarita: si decidía o no cumplir el reglamento que establece que la mesa de la Cámara catalana suspende a todos los diputados que van a juicio por causas vinculadas a la corrupción. De los siete miembros de ese órgano, el PSC (dos) y la CUP (uno) estaban a favor de aplicar la medida, mientras que Junts (dos) se oponía. La decisión estaba en manos de ERC. Tras meses deliberando, Aragonès dio luz verde a esa suspensión. Esquerra siempre alardea de que no ha tenido casos de corrupción en 80 años de historia (tiene alguno muy puntual, como el de un exconsejero que hacía contrabando con tabaco) y no quiso manchar ese patrimonio. En una reacción furibunda, Borràs acusó a los miembros de la mesa —“tienen nombres y apellidos”— de ser “jueces hipócritas” y de violar la presunción de inocencia y hacer “la guerra sucia” al Estado. El cargo de presidencia del Parlament sigue vacante. Cuatro de sus seis asesores en la institución han sido despedidos.

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La entonces presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs, el 14 de julio.
La entonces presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs, el 14 de julio.David Zorrakino (Europa Press)

La ausencia de la Diada. Aragonès milita en Esquerra desde joven y, posiblemente, participaba como independentista en las manifestaciones de cada 11 de septiembre mucho antes de que estas marchas fueran multitudinarias. Este año, sin embargo, anunció que no asistiría por coherencia al alegar que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) estaba haciendo un discurso contra los partidos y las instituciones catalanes en lugar de señalar al Gobierno central. Un año antes, Aragonès —y Oriol Junqueras, que acababa de ser indultado— recibieron abucheos por parte de quienes entienden que han claudicado en el objetivo de lograr la independencia. Fue un movimiento de alto riesgo —se manifestaron 185.000 personas, más que en 2020—, pero enormemente significativo al echar tierra de por medio con una entidad que reivindica la vía unilateral. Junts acusó a ERC de boicotear la marcha, que la ANC coronó pidiendo elecciones. Ningún partido asume el plan de la entidad de proclamar la secesión el segundo semestre de 2022.

Manifestación de la Diada, el 11 de septiembre en Barcelona.
Manifestación de la Diada, el 11 de septiembre en Barcelona.

La destitución de Puigneró. Junts llevaba un mes anunciando que sometería a la deliberación de las bases si debía seguir en el Govern para hartazgo de ERC, cada vez más dispuesta a asumir el riesgo de gobernar en solitario. Pasaban las diez de la noche del martes cuando Albert Batet, portavoz de Junts en el Parlament, espetó a Pere Aragonès, durante del debate de política general, que si no “concretaba” y “daba garantías” de cumplir las tres condiciones que firmaron en el pacto de investidura —creación de un espacio de estrategia independentista, coordinación en el Congreso, y que la mesa de diálogo se centre en la autodeterminación y la amnistía— le exigirían que se sometiera a una cuestión de confianza. Aragonès se quedó estupefacto en el escaño. Fue un momento clave en el que parecía que Junts había cruzado el Rubicón, porque casi su alegato superó en dureza al de la oposición. Y que ERC encajó como una deslealtad y una humillación insoportable. Un día después, Aragonès canceló su agenda y convocó al Govern en el Palau. Seis horas después, destituyó a Puigneró.

Jordi Turull, secretario general de Junts, el ya exvicepresidente Jordi Puigneró y la presidenta Laura Bòrras, este viernes en la sede de Junts en Barcelona.
Jordi Turull, secretario general de Junts, el ya exvicepresidente Jordi Puigneró y la presidenta Laura Bòrras, este viernes en la sede de Junts en Barcelona.Albert Garcia

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