La manifestación de la Diada se convierte en un clamor contra el Gobierno catalán por su tibieza independentista
La Assemblea Nacional Catalana reúne a 150.000 personas, según la Guardia Urbana, y alimenta el clima de ruptura con los partidos políticos apostando por una lista cívica
El desgaste tras una década de procés independentista ha quedado retratado este domingo, durante la manifestación independentista que convoca la Assemblea Nacional Catalana (ANC). El proceso de alejamiento entre los partidos políticos, las entidades y los ciudadanos más movilizados por la secesión parece acercarse a su límite, y la marcha, que supuestamente buscaba espolear al Ejecutivo catalán para hacer efectivo el mandato independentista del referéndum ilegal del 1-O, ha terminado al grito de “Govern, dimisión”. Ese clamor se ha extendido entre los asistentes después de que la líder de la ANC, Dolors Feliu, planteara en su discurso una disyuntiva a ERC y a Junts per Catalunya: “O hacéis la independencia o convocáis elecciones”. Los organizadores han calculado que 700.000 personas han participado en la convocatoria, una cifra que la Guardia Urbana ha rebajado hasta las 150.000.
Esas cifras son superiores a las del año pasado, cuando Cataluña acababa de dejar atrás la prohibición de hacer reuniones de más de 10 personas. Entonces fueron 108.000 los manifestantes, según la Guardia Urbana. En 2019, el último año antes de la pandemia, la ANC logró movilizar a 600.000 personas, según la Policía Local barcelonesa, cuatro veces más que este domingo. Uno de los ausentes ha sido justamente el presidente catalán, Pere Aragonès, quien, junto al resto de la cúpula y los consejeros de ERC, rehusó asistir al entender que la convocatoria cuestionaba el papel de los republicanos.
El ambiente previo a la manifestación ya venía cargado de reproches cruzados entre el secesionismo. A los crónicos choques entre ERC y Junts, agudizados ahora por la diferencia en la estrategia del diálogo con el Gobierno central, se sumaba ahora la decisión de la ANC de poner como rechazo central de la Diada de este año la supuesta falta de compromiso por hacer efectiva la independencia y querer acomodarse en el “autonomismo”. Ante eso, la entidad secesionista recordó que en sus planes está promover listas cívicas para las próximas elecciones. ERC respondió a ese planteamiento anunciando que no participaría de la cita, a la que siempre había acudido. El propio Aragonès argumentó su ausencia diciendo que no iría a una marcha que, pronosticó, terminaría cargando contra el Ejecutivo que preside. Junts y Feliu acusaron a los republicanos de querer desmovilizar a la ciudadanía con su actitud y hasta pusieron en duda su compromiso con una Cataluña independiente.
Pero la jornada también ha terminado por mostrar de una manera clara el choque entre la ANC y Ómnium Cultural, las dos grandes entidades independentistas y que hasta este año se habían alineado siempre para sacar adelante las masivas convocatorias de los años anteriores. Feliu ha culpado a los partidos de no querer la independencia, pero, en consonancia con el mensaje que mostraban algunas de las pancartas que llevaban los asistentes, señaló el camino a lograr el poder político mediante las listas cívicas. “Nunca cederemos a la tentación populista de la antipolítica”, había afirmado el presidente de Ómnium, Xavier Antich, en un acto anterior a la manifestación.
La ausencia del presidente catalán no ha pasado desapercibida. “Yo si hubiera sido el presidente hubiera venido porque sabe que en Cataluña nadie le hubiera tirado ni una sola piedra”, señalaba Marc, quien ha asistido desde 2012 a todas las convocatorias con su esposa Judit. “Que la prudencia no nos haga traidores”, apuntaba la pancarta portada por una mujer, una crítica clara a la estrategia defendida por ERC, que prioriza la negociación con el Gobierno central a través de la mesa de diálogo frente a las críticas que suscita esa vía entre sus socios de Junts y la propia ANC.
La manifestación, que estrenaba itinerario entre la avenida Paral·lel y la estación de Francia, suponía también un redimensionamiento respecto a convocatorias anteriores, que habían cubierto vías mucho más amplias. La ANC apuntó que se habían movilizado un número de autocares similar al del año pasado, en torno a los dos centenares, una cifra que queda ya muy lejos de los 1.200 que fueron necesarios en 2013. Ha sido, en todo caso, una convocatoria menos festiva que otros años, con menos participación de familias.
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