El Gobierno catalán se moviliza ante una sequía que puede durar meses
Una comisión formada por cinco consejerías decidirá las medidas ante situaciones de desabastecimiento. Las previsiones meteorológicas no son halagüeñas para lo que queda de verano
14 años después de que el entonces consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, confesó que le había llegado a pedir a La Moreneta que le ayudara a afrontar la gran sequía de 2008, el Govern vuelve a mirar al cielo implorando agua. La Generalitat se prepara para una sequía que puede alargarse meses. El president, Pere Aragonès, ha convocado de manera urgente una comisión interdepartamental de seguimiento por primera vez desde aquella gran sequía de 2008, que supuso restricciones durante más de un año. La comisión estará compuesta por los titulares de las consejerías de Presidencia, Interior, Acción Climática, Trabajo y Salud y por el director de la Agencia Catalana del Agua (ACA), Samuel Reyes. La primera reunión está prevista este martes tras el Consejo Ejecutivo y se elevará la falta de lluvias como uno de los temas prioritarios para el Govern.
El anuncio el pasado viernes por parte de Aragonès de la convocatoria de la comisión, tras una reunión con el director de la ACA, quedó en segundo plano tras el frenesí político: era la primera aparición de Aragonès ante los medios tras la destitución, hacía apenas tres horas, de Laura Borràs como presidenta del Parlament. En una comparecencia junto a la consejera de Acción Climática, Agenda Rural y Alimentación, Teresa Jordà, Aragonès se mostró “preocupado” y llamó a la ciudadanía a un ahorro generalizado de agua. “La evolución [de la sequía] es preocupante”, dijo el republicano. “Tenemos que estar preocupados por si la situación empeora”, añadió.
La consejera Jordà quiso remarcar el pasado viernes que la situación, pese a ser preocupante, no puede compararse todavía con la crisis de 2008, cuando los embalses se redujeron por debajo del 30%. “Nadie tiene que alarmarse más de la cuenta”, dijo la consejera. Y recordó que ya en otoño de 2018 se llegó también a una situación en la que las reservas se situaron al 43% (la misma cantidad en la que están ahora) y que el abastecimiento estará garantizado. La diferencia de 2018, sin embargo, es que ahora quedan por delante meses todavía secos y, sobre todo, de temporada de riego, la actividad que más hace languidecer los embalses.
Las predicciones del Servicio Metereológico de Cataluña (Meteocat), además, no son nada halagüeñas y no prevén lluvias para el mes de agosto. Desde la ACA se da prácticamente por hecho que las reservas del sistema Ter-Llobregat, el que se abastece a más población, incluida Barcelona y su área metropolitana, se reducirán irremediablemente por debajo del 40%, cifra a partir de la que se declara la alerta. Fuentes del órgano especifican que la previsión, si se cumplen los pronósticos, es que lo haga a mediados de septiembre.
El 70% de la población de Cataluña, incluida Barcelona y toda su área metropolitana, llevan 10 meses en prealerta por sequía, la declaración previa a imponer una reducción del 25% a agricultores, y se prohíbe el riego de jardines y llenar piscinas o fuentes ornamentales de las ciudades, entre otras medidas. La semana pasada, 135 municipios de las comarcas de Osona, Ripollès, Anoia, Alt Penedès, Bages, Berguedà, Moianès y Vallès Occidental empezaron a aplicar estas restricciones.
Al Govern le preocupa sobre todo la situación con la llegada del otoño, cuando la mayor parte de la población (en torno a 5,5 millones) pueda haber entrado ya en situación de alerta y llueva menos de lo esperado, lo que acumularía un estrés hídrico ya importante y con vistas a cronificarse. “En el futuro estamos condenados a tener los embalses semivacíos, o semillenos, dependiendo de cómo lo vea cada uno”, sintetiza el especialista Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y especialista en climatología.
Martín Vide coincide en que las previsiones pluviométricas no son buenas para lo que resta de verano, y apunta el problema añadido de la evaporación a consecuencia del aumento de las temperaturas, algo que empeorará con el cambio climático. “Aunque hubiera llovido lo mismo, las reservas aun serían menores que otros años a consecuencia de la evaporación”, asegura el catedrático. A pesar de todo, el experto cree que la situación en la comunidad mediterránea no es todavía “crítica”, habrá que esperar a cómo evoluciona en los próximos meses.
También cree que con el paso de los años ha quedado demostrado que la construcción de desaladoras (que fue criticada por el enorme gasto eléctrico que implica) era muy necesaria. Y que la situación podría ser peor: en el sur de España, las reservas de agua de la cuenca del Guadalquivir y de la del Guadiana por debajo del 30%, y los agricultores llevan con restricciones de riego desde el pasado mes de abril.
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