Aragonès encara su segundo año de Govern sin la CUP y con la incógnita del futuro de Junts
El ‘president’ se aferra a una aritmética variable pero excluyendo a los socialistas
El segundo año de la era Aragonès al frente del Ejecutivo catalán comienza con interrogante. ¿Se notará el cambio interno en Junts en la configuración del Consell Executiu? El partido de Carles Puigdemont elegirá en dos semanas una nueva dirección, en la que el ala más rupturista que encabeza Laura Borràs gana peso. Varias voces de esa formación niegan que el nuevo equilibrio de fuerzas vaya a trasladarse al Govern. En la dirección republicana descartan una crisis de Gobierno como revulsivo, al menos en las consejerías que les corresponden, pero no le quitan el ojo a la vida interna de su socio.
El gran éxito del primer año de legislatura, defienden desde la parte republicana del Govern, ha sido lo que llaman “la defensa de la institucionalidad”. Tras el final del mandato de Quim Torra, acelerado por su inhabilitación por desobediencia y el paréntesis del interinato del propio Aragonès, en ERC defienden que su llegada sacó del letargo a la Administración catalana. Esa puesta en marcha, sin embargo, no fue sencilla por las dilatadas negociaciones con Junts, en donde se enfrentaron posibilistas y defensores de una repetición del 14-F. Un punto central de ese pacto fue una larga lista de órganos de control para asegurar la fluidez de la relación entre socios y que, por ejemplo, despierta ahora dudas ante la cierta bicefalia que se entrevé entre la líder del Parlament y Jordi Turull al frente de Junts.
Tanto en ERC como en los representantes de Junts en el Ejecutivo aseguran que pese a seguir la confrontación partidista, el nivel de ruido interno “ha disminuido” y el Govern está centrado en gobernar para “la Cataluña completa” que dibuja el president en sus discursos. En ello se centrará el balance que el propio Aragonès dará mañana en una rueda de prensa, coincidiendo con los 365 días de su toma de posesión. El foco estará en los avances en las cuatro revoluciones que esbozó en su mandato: por ejemplo, el empuje a las energías renovables o la apuesta por feminizar el cuerpo de los Mossos.
A la falta de ruido, defienden los republicanos, ha ayudado que Patrícia Plaja asumiera la portavocía. Eso, creen, evita que el Gobierno catalán se abra en canal (y en directo) en la rueda de prensa semanal de cada martes. Pero que la periodista gane cada vez más experiencia en evitar berenjenales no implica que no existan. Hay varios ejemplos: el enfrentamiento por la mesa de diálogo, el pacto para responder a la sentencia del 25% del castellano o la reforma del Aeropuerto de El Prat.
Hasta ahora, en Junts podían convivir en contradicción continua la apuesta por la sociovergencia en la Diputación de Barcelona y otros municipios y consejos comarcales (a expensas de los republicanos en muchas ocasiones) pero el cambio interno, de momento, deja entrever que las voces que se oponen tendrán más altavoces. Hace una semana, el futuro secretario de organización de la formación, David Torrents, aceptaba en la radio local de Badalona que el pacto que había permitido sacar a Xavier García Albiol y reemplazarle en la alcaldía por el socialista Rubén Guijarro podía verse roto por la nueva dirección.
Ese tipo de terremotos políticos es muy probable que tengan efectos en la política catalana. La legislatura también mira el tempo de los tribunales y el de los Presupuestos. La situación judicial de Borràs, para la que ERC aún no tiene posicionamiento en el Parlament, también preocupa. Y una posible inhabilitación de Roger Torrent (cuyo juicio y del resto de los miembros independentistas de la Mesa del Parlament la pasada legislatura será en julio) implica un cambio en el gabinete. En ERC no tiene en los planes una crisis en el Govern. Creen que es el momento de comenzar a mostrar obra de Gobierno, pese a que “romper inercias” —otro de sus aportes, aseguran— puedan generar desgaste. La figura de Josep Gonzàlez-Cambray, titular de Educación, está blindada. “En la escuela estamos sufriendo porque estamos transformando”, defienden esas voces.
Pero la próxima meta volante son los Presupuestos de 2023, cuyo mecanismo se activa en julio con las peticiones de los departamentos. En el ala de ERC del Govern creen que no se recurrirá a la prórroga. Insisten en que el socio preferencial, de nuevo, será la CUP, con quien la relación es fría y que sigue insistiendo en la moción de confianza que los republicanos ya no ven tras el no a las cuentas vigentes. El PSC, a quien se ha acudido para renovar los cargos atascados, no está en la lista de puertas a llamar. La geometría variable tiene pocas opciones: solo quedan los comunes.
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