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Caso Pegasus
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ganar tiempo ante ERC

La destitución de la jefa del CNI da margen para recomponer las relaciones entre el PSOE y sus socios independentistas

Pere Aragonès y Pedro Sánchez, el pasado viernes en Barcelona.
Pere Aragonès y Pedro Sánchez, el pasado viernes en Barcelona.Joan Mateu Parra (AP)
Miquel Noguer

Esperada. Necesaria. Insuficiente. La destitución de Paz Esteban al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) es el gesto mínimo que los socios independentistas catalanes del PSOE esperaban del Gobierno central por el escándalo del espionaje. La dirección de Esquerra Republicana de Catalunya, aliado clave de los socialistas en el Congreso de los Diputados, gana margen de maniobra ante sus bases para evitar la ruptura total con el Gobierno que pregonan sus sectores más recalcitrantes, siempre volubles a las llamaradas que emanan de la morada belga de Carles Puigdemont. Hay margen para volver a hablar.

El cese conocido hoy es solo una de las tres condiciones que ha fijado Esquerra Republicana y que este martes ha señalado su presidente, Oriol Junqueras, en una entrevista en EL PAÍS. Siempre mejor informado de lo que muchos creen incluso en su partido, Junqueras ya había rehuido en la entrevista pedir ninguna cabeza concreta. Sabía que, al menos por ahora, la de la ministra de Defensa era inalcanzable. Y como tal, ha optado por pedir responsabilidades en genérico, dejando para otros actores y para Podemos la petición de cese de Margarita Robles. La cabeza de Paz Esteban, políticamente menos gravosa para Sánchez, permite ganar tiempo para que el Gobierno atienda las otras dos peticiones: dar transparencia a lo ocurrido y garantizar que no vuelve a ocurrir.

El objetivo de ERC ahora es intentar la desclasificación de las órdenes de espionaje del CNI que avaló el Tribunal Supremo. Quiere saber quién ordenó el espionaje a una veintena de líderes independentistas. También intentará reformas legislativas empezando por la ley de Secretos Oficiales y la que regula el funcionamiento del CNI, que considera desfasadas.

Y lleguen o no a buen puerto estas reformas, mientras se negocian los cambios, la legislatura puede continuar. El Gobierno sabía que ERC no quería dinamitar todos los puentes. El descuelgue republicano en la votación de las medidas contra la crisis provocada por la guerra en Ucrania fue uno más de los baches a los que socialistas y republicanos ya se han acostumbrado a superar tras años aguantando su particular matrimonio de conveniencia. Pero ya nadie era capaz de predecir si los dañados amortiguadores de su carroza nupcial aguantarían otro desaguisado tan grande.

Con menos nervios, ahora los republicanos pueden intentar esgrimir ante sus sempiternos rivales de Junts que su estrategia de negociación comienza a dar resultados. Junqueras ya ha dejado claro en la entrevista con este periódico que sigue apostado por la mesa de diálogo con el Gobierno para resolver la cuestión catalana, por más que esta haya quedado congelada los últimos días y no haya dado resultados hasta la fecha. Y, sin duda, los dos gobiernos tendrán que hablar, y no precisamente de cuestiones abstractas. Hay incendios en marcha. Para la Generalitat es vital, y ahora de máxima urgencia, encontrar la manera de encajar la sentencia del 25% de castellano en la escuela. Y aquí tiene un pequeño pero no desdeñable margen de maniobra el Ministerio de Educación a través de la Alta Inspección, a la que la justicia ha encargado que vele por la ejecución de la sentencia. ERC no parece dispuesta a desaprovechar esta oportunidad.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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