“La reproducción 3D cambiará la docencia clínica”
El hospital Sant Joan de Déu de Barcelona optimiza el aprendizaje de los nuevos cirujanos al utilizar esta tecnología para reproducir órganos anatómicos reales con malformaciones
A Josep Rubio le hubiera encantado poder ser alumno del curso que ahora imparte. Es jefe de Cirugía Maxilofacial del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, centro que recientemente inauguró un monográfico sobre microsomía hemifacial (HFM, por sus siglas en inglés), una dolencia en la que el tejido de una parte de la cara no se desarrolla adecuadamente. Los estudiantes, mayoritariamente residentes con experiencia o especialistas, realizan una cirugía correctiva de mandíbula sobre una reproducción exacta en 3D de una cabeza de un niño que presenta esta malformación después de observar en directo la operación real del cirujano. “No conozco un curso de esta tipología y que ofrezca esta experiencia a los participantes”, apunta Rubio, de 40 años.
La tecnología 3D hace tiempo que se utiliza en el ámbito hospitalario, pero en los últimos años ha acelerado en el campo de la planificación quirúrgica. La unidad 3D de los centros reproduce una réplica exacta de los órganos anatómicos de los pacientes mediante un software informático y optimizan el plan de la intervención de manera individualizada. “De esta forma se decide la mejor manera de abordar una cirugía según la anatomía de cada paciente”, defiende Arnau Valls, responsable técnico de la Unidad 3D del hospital barcelonés. “En el ordenador simulamos la cirugía y sabemos por donde entrar y qué materiales y herramientas necesitamos”, insiste Valls.
Ahora, Sant Joan de Déu va un poco más allá tras convertirse en el primer centro catalán en poder fabricar y suministrar a otros centros hospitalarios reproducciones de modelos anatómicos impresos en 3D y herramientas de soporte a la cirugía para la planificación de cirugías muy complejas, tras recibir la licencia de la Generalitat de Cataluña y la Agencia Española de Medicamentos. “Las impresoras 3D permiten producir de guías de corte y apoyo para la intervención totalmente adaptadas a las particularidades de cada paciente, mejorando la seguridad y reduciendo riesgos”, reivindica el centro.
La última área en beneficiarse de esta tecnología es la docente. “Hasta ahora, los asistentes a un curso tenían que mirar cómo el ponente hacía la intervención, pero no podían reproducirla de forma simultánea y experimentar las dificultades que les iban surgiendo para intentar resolverlas”, compara Rubio. Ahora, los estudiantes cuentan con una reproducción exacta de órganos con malformaciones reales. “La reproducción 3D y la simulación pueden cambiar mucho el mundo de la docencia clínica”. El experto recuerda sus años de estudiante, en los que el avance de la tecnología no había alcanzado las actuales cotas: “Era todo manual. Se leían libros y no había la posibilidad de operar pacientes con malformaciones con frecuencia. Como estudiante tenías un cráneo de anatomía estándar, pero no podías tener un cráneo con una malformación congénita”.
Como los pilotos de avión, los cirujanos necesitan horas de vuelo para optimizar sus intervenciones. Valls considera que un buen cirujano debe tener “conocimientos anatómicos, clínicos” y dominar las diferentes técnicas y posibilidades quirúrgicas para adaptarse a cada patología. “Si no se tiene experiencia con patologías complejas el aprendizaje es más lento”, analiza el médico. “Las reproducciones 3D permiten llegar con ventaja al quirófano tras practicar con tus manos sobre la recreación de un órgano a escala real. Todas las maniobras y posibles complicaciones las tienes anticipadas”.
La tecnología, en todo caso, sigue abriendo nuevos caminos en los hospitales. Los ingenieros anticipan que la tecnología 3D también se integrará en en el proceso final de las intervenciones en la mayoría de especialidades. “Ahora, en cirugía maxilofacial y traumatología, acompañamos al cirujano en el quirófano, y tras realizar la operación se compara el resultado con la previsión efectuada con el software”, explica Valls. “Así se puede comprobar si la intervención es perfecta o, si por ejemplo, una prótesis se ha desplazado dos milímetros”. Esto, prosigue el ingeniero, permite hacer una evaluación del resultado al instante y “limita las reintervenciones”.
Sant Joan de Déu contabilizó en 2021 más de 200 intervenciones en las que se utilizó la tecnología 3D en materia de apoyo y planificación. El centro cuenta con cinco impresoras 3D de diferentes tecnologies para llevar a cabo esta labor, según información del propio centro.
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