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INDEPENDENTISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Giró, entre Mas y la Cup

Hoy, al ‘expresident’ no le reivindica el independentismo en el poder: pertenece a un pasado incómodo

El consejero de Economía de Cataluña, Jaume Giró.
El consejero de Economía de Cataluña, Jaume Giró.Quique García (EFE)
Manel Lucas Giralt

Hacía tiempo que en el Parlament de Cataluña no se elogiaba a Artur Mas. El president que puso en marcha el procés cayó del bólido en el primer acelerón, se hundió en la papelera de la Historia de la Cup y quedó sin presidencia y prácticamente sin partido. En el momento del choque de trenes, octubre de 2017, apostó por la vía blanda, las elecciones, y no le hicieron caso. Hoy, no le reivindica el independentismo en el poder (acaba de estrenar un videopodcast para hablar de política, y sus primeros invitados están lejos del Govern): pertenece a ese pasado incómodo, sobre todo para los dirigentes de la postconvergencia centrifugada de Junts per Catalunya, el tiempo del bussiness friendly , los recortes y el peix al cove.

Por eso llamó la atención que el consejero de Economía, Jaume Giró, reivindicara su legado y afirmara que “es un político importante al que habría que reivindicar”. “En su momento se le criticó por muchas cosas, pero dejó muchas cosas positivas”, añadió Giró. Las mascarillas evitaron que descubriéramos el rictus de sus excorreligionarios.

Giró se puede permitir reivindicar a Mas porque no tiene carnet de partido. Y su panegírico del expresident no debería sorprender siendo él quien es, un miembro de ese mundo del bussiness del que Artur Mas era friend . Lo sorprendente es, precisamente, lo contrario, lo que está ocurriendo en Cataluña en este tiempo: que Giró ande negociando los Presupuestos con la CUP. Aún más, que esté convencido de que a primeros de noviembre los tendrá a punto. ¿Cuál es el punto intermedio entre el ex director general adjunto de Caixabank y el partido de la retórica más anticapitalista? Si hay realmente un punto de contacto, alguien estará cediendo mucho.

Es tiempo de presupuestos generales, también en Madrid. Por eso Albert Batet, portavoz de Junts y vigilante de las esencias procesistas —sobre todo frente a Pere Aragonès—, ha buscado apretar las tuercas del president exigiéndole un plan único de los dos partidos para negociar con Pedro Sánchez. De la respuesta de Aragonés —” tengan propuestas concretas”— parecía desprenderse un cierto hastío, que había que detectar debajo de esa máscara hierática e inexpresiva que se pone al salir de casa. Batet apeló al 52%, la última cifra mágica del independentismo —el porcentaje de votos obtenidos por ERC, JxC y CUP en las elecciones—, que sin embargo ya saltó por los aires en el debate de política general de la semana pasada, cuando ni el aeropuerto ni la mesa de diálogo ni un nuevo referéndum unilateral lograron reunir a los tres partidos.

El día a día de la política, como en las películas de Marvel, circula por un universo paralelo al de la reivindicación independentista, y en ese universo las amistades y las alianzas no son las mismas, sino que se parecen bastante más a las que conocimos los que vivimos el mundo anterior a 2012. En ese mundo donde se habla de gestión concreta, incluso el portavoz de Ciudadanos, Nacho Martín Blanco, puede tener puntos de acuerdo sobre el futuro del aeropuerto con el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, azote de españoles y encarnación de Carles Puigdemont en el Consell Executiu. Imposible predecir cuál de esos mundos llegará a imponerse.

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