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Polos y helados para los animales del Zoo de Barcelona

Los cuidadores de primates, osos y elefantes ayudan, con estos alimentos, a sobrellevar la ola de calor

Dos chimpancés comiendo helado
Dos chimpancés comiendo heladoJoan Sanchez (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

La ola de calor que castiga a Cataluña también está afectando a los animales del Zoo de Barcelona. En el parque viven 2.000 ejemplares de 300 especies diferentes y los responsables ya han puesto en marcha diferentes medidas para que tengan el máximo bienestar en estos días en que el termómetro supera los 40 grados. ¿Cómo lo consiguen? A base de fruta y yogur que la mayoría de especies reclaman en cuanto ven aparecer a sus cuidadores.

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A las 13.00 es el momento de dar un poco de comida a los gorilas de las llanuras. “No es la comida principal, es un enriquecimiento que les damos en forma de yogur helado o de polos de fruta con agua y miel”, destaca el responsable de primates, Francisco Esteban. Los gorilas los detectan tras los cristales de la instalación, pero la colonia tiene sus jerarquías. “Para evitar conflictos primero tenemos que darle los helados al macho dominante, de nombre Xebo, hasta que se harte. Luego ya no le molesta que se los demos al resto”, explica Esteban. Es así como un cuidador aparece por encima de una valla de seguridad y comienza a lanzar helados a Xebo. Tras él, llegará el turno de Marena, la hembra dominante, y por último de Ngumbi, Akiba y Nbini. “Hace tanto calor que, mira, a los gorilas no les gusta mucho mojarse, y estos días lo están haciendo”, destaca Esteban.

El reparto de helados se ha hecho con calma, no ha habido conflictos entre gorilas y los cuidadores emprenden el rumbo hacia la instalación de los chimpancés. El paseo por el interior del zoo es más agradable que fuera. Las plantas existentes en sus instalaciones provocan que la sensación dentro del parque sea de tres grados menos que en el exterior.

Los chimpancés Yogui, Obe, Blanquita, Negrita y Kala saben que se aproxima la hora y en cuanto ven a Esteban comienzan a reclamarle comida con gesto que a ojos de humano resultan hasta cómicos. Se estresan un poco y comienzan a hacer un sonido gutural al unísono. Uno de los cuidadores lanza varios zumos de fruta transformados en helado. “A estos solo les damos yogur dos veces por semana”, destaca el responsable de primates. Uno de los chimpancés ha sido muy avispado y se ha hecho con dos helados. Tras conseguir su pequeño tesoro se lo muestra orgulloso al cuidador. Aun así, ninguno de los animales se quedan sin su polo de viernes al mediodía.

En el espacio reservado a los osos pardos, las dos hembras Echea y Orma están dentro del agua soportando el calor. Su cuidadora Maribel Moragas llega con unos lingotes de hielo. “Es zumo de fruta congelado. Para ellas es casi una golosina”, sonríe. Las llama y les lanza el hielo que muerden como si se tratara de un bocadillo. “Mira como muerden imagínate con la sensibilidad que tenemos nosotros en los dientes y a ellas no les hace nada”, reflexiona en voz alta una turista que está presenciando el tentempié refrescante. Matjo, el macho, está en la sombra y le cuesta más ir a buscar su polo. “Es un poco vago y a veces no quiere meterse en el agua”, advierte la cuidadora. Al final lo hace y engulle de dos bocados el lingote de hielo.

Yoyo, Susi y Bully son las tres elefantas ancianas que viven en el Zoo de Barcelona. Sus cuidadores son Albert Pamies y Elena Pardo. Les hacen la manicura, las cuidan y se desviven por los tres paquidermos. “Aquí tenemos los helados que les vamos a dar a estas señoritas. Son tres sandías congeladas”, dice Pamies. Los cuidadores son una enciclopedia andante de los animales que tienen bajo su cargo. “Les hemos hecho una bañera con barro porque así es como cuidan su piel. El barro es su crema solar”, enseña Pardo.

Los dos cuidadores lanzan a cada una de las elefantas una sandía. Susi coge la sandía, la pisa con una de sus patas, la revienta en cuatro trozos y con la trompa va cogiendo y llevando a la boca. Las otras dos utilizan otras técnicas como chafarlas contra una piedra. Así, poco a poco, se van refrescando. “Estos animales comen casi 100 kilos de comida al día, por lo que esto es casi un caramelo”, destaca Pamies, cuidador que se ha especializado tanto en paquidermos que pronto se irá al Zoo de Dublín a cuidar de los elefantes de allí.

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