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El sector turístico fía la remontada de agosto al viajero extranjero

Los destinos veraniegos lamentan el pinchazo de julio y aguardan la evolución del coronavirus

Marc Rovira
Lloret de Mar
Bañistas en una playa de municipio turístico de Lloret de MarAlbert Garcia (EL PAÍS)

El verano ya llegó, pero la fiesta no comenzó del todo. La incertidumbre generada por los rebrotes de la covid ha lastrado el arranque de la temporada turística. El viajero extranjero se ha hecho el remolón a la hora de contratar sus vacaciones en la Costa Brava o en la Costa Daurada y los hoteles y campings del litoral han pasado un mes de julio más flojo de lo esperado. El cliente de proximidad no ha fallado, pero el sector afirma haber trabajado con intermitencias porque se ha echado en falta el desembarco masivo de turistas foráneos.

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El veto británico y las advertencias difundidas por países como Francia y Alemania sobre los riesgos que entraña viajar a España han llenado de huecos en blanco las libretas de reservas. “Disponemos de mucha oferta de alojamientos y para que una temporada sea buena necesitamos al turismo internacional”, manifiesta Pere Granados, alcalde de Salou y presidente del Patronato de Turismo. “La previsión para julio era alcanzar el 70% de la ocupación que se contrató en julio de 2019, y no hemos llegado a ello”, detalla Elizabeth Keegan, directora gerente de Lloret Turisme.

Si hacemos la comparación con los datos de julio del año pasado, los hemos triplicado, pero seguimos a años luz de lo que tuvimos en 2019”, analiza Marta Borràs, concejal de turismo de Cambrils. En Barcelona, a mitad de julio estaban abiertos 202 hoteles, cuando la planta es de algo más de 400. Y, pese a que el volumen de clientes difiere por barrios, la media alumbra una ocupación por debajo del 50%.

El repunte de los contagios en Cataluña, donde se han reportado peores datos que en otros destinos vacacionales, y medidas como el toque de queda, han penalizado a los alojamientos turísticos. El número de viajeros que pernoctaron en hoteles de Cataluña en junio fue menos de la mitad que el mismo mes de 2019. Según datos provisionales del INE, 992.846 viajeros durmieron en hoteles catalanes en junio, frente a los 2,3 millones de 2019. “Para julio teníamos previsiones muy buenas, pero las advertencias de países como Francia o Reino Unido provocaron cancelaciones”, indica la gerente del grupo Costa Brava Centre, Judit Lloberol.

Tras el fiasco de julio, las expectativas se concentran ahora en el mes de agosto, con la esperanza de que el virus permanezca bajo control y no genere más recelos en los mercados emisores. Cataluña ya ha superado los nueve millones de dosis de la vacuna administradas —el 57% de los catalanes han completado la pauta vacunal— y ve cómo la quinta ola empieza a dar un respiro a los hospitales, que ayer, por tercer día consecutivo, registraron un descenso en el número de ingresados. Pero la prudencia impera. “De un día para otro sale una información que nos afecta y empiezan a entrar anulaciones en cadena”, alerta Lloberol. “Hasta que no se generalice la vacunación, la incertidumbre seguirá”, vaticina Marta Borràs.

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Los destinos turísticos dan una importancia vital a los mensajes que se difunden sobre la situación de la pandemia en Cataluña. De ello dependerá, afirman, que agosto sea o no un buen mes para el negocio.

Salou ha emitido una queja formal a la Generalitat, a través de la delegada del Govern en Tarragona, pidiendo que se modifique el sistema de cálculo y de publicidad de las tasas de contagios. “Se informa con datos erróneos, porque si un turista se hace la prueba en Salou y sale positivo, cuenta como un contagio en el municipio. Sin embargo, para el porcentaje de contagiados no se parte de la población flotante, sino de los empadronados”, critica Pere Granados. La media se hace partiendo de una base de 27.000 vecinos, “cuando en realidad en Salou ahora hay más de 100.000 personas, y es un lugar seguro”, abunda el alcalde.

Según los registros de la Generalitat, los municipios de la costa catalana concentran los índices más altos de incidencia acumulada en los últimos siete días. De las 10 localidades de más de 5.000 habitantes —el mínimo establecido por el Govern para aplicar el toque de queda—, siete están en el litoral, y una buena parte destaca como destino turístico. En la lista aparecen Canet de Mar, Blanes, Palafolls, Vandellòs y su núcleo de playa L’Hospitalet de l’Infant, Lloret, Malgrat, Tossa o Salou.

Impacto desigual

La valoración que el sector turístico hace de la temporada va por barrios. “Los primeros de la clase salen adelante aunque sufran, pero aquellos que no han sabido modernizarse, que no tienen una plataforma web ágil para gestionar las reservas y aún dependen del viejo modelo de touroperador, lo pasan muy mal porque hay más oferta que demanda”, señala Elizabeth Keegan, de Lloret Turisme. Conoce al dedillo la planta hotelera del municipio (120 establecimientos), y dice que “las circunstancias difieren según el mercado de cada uno”.

También lo saben bien en Salou: “El turismo británico, irlandés o ruso es muy importante para nosotros”, indica su alcalde, Pere Granados. Pero son mercados que han estado muy inactivos por las restricciones. Francia, en cambio, está funcionando mejor. “En la Costa Brava Centre, el francés representa entre un 30 y un 40% del turismo. No acude con el mismo volumen de otros años, pero es un cliente fiel porque puede llegar en cuatro o cinco horas de coche”.

Atraer al viajero de proximidad, el que no depende de vuelos ni de conexiones, ha sido clave en el arranque de la temporada. “No hemos sufrido especialmente, porque el 88% de nuestros visitantes llega con vehículo propio”, apunta la concejal de turismo de Cambrils, Marta Borràs.


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