Un oasis en la ciudad para combatir las altas temperaturas
La Generalitat duplica de 80 a 162 el número de refugios climáticos para la ciudadanía en Barcelona
tLa Generalitat ha habilitado 162 espacios en Barcelona para que sirvan de refugio donde la ciudadanía pueda aliviar las altas temperaturas del verano. Se doblan así los puntos de refrigeración respecto a 2020. Estas áreas estarán abiertas desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre durante todo el día, mientras que en la temporada precedente solo estaban activos en las jornadas en las que se detectaba una ola de calor.
“La fase de emergencia entrará en vigor a partir de una temperatura igual o superior a los 33 grados, pero la fase de prevención estará activada durante toda la temporada estival”, señaló el pasado 30 de junio en rueda de prensa Laura Pérez, teniente de alcalde de Barcelona de Derechos Sociales, Justicia Global, Feminismos y LGTBI. Las localizaciones designadas estarán equipadas con puntos de hidratación y lugares de sombra, como es el caso del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, que ha habilitado el vestíbulo principal para esta función. El refugio está señalizado en la calle y en la puerta del museo para que todo aquel que quiera refrescarse. A este espacio se le suman bibliotecas, complejos deportivos y equipamientos de proximidad repartidos por toda la ciudad. En ellos habrá la presencia de personal que informe y asista ante posibles golpes de calor.
El Ayuntamiento, en cooperación con entidades educativas, ha habilitado once colegios de la ciudad para que en estos centros haya una mejor condición térmica que sirva para adaptarlos a las altas temperaturas y para convertirse en un refugio climático para la población durante los meses de verano, que no hay clases. Es el caso de la escuela Cervantes de Ciutat Vella que, en colaboración con el Ayuntamiento y la Comisión Europea, ha realizado una reforma que incluye el aumento de puntos de hidratación como fuentes o aspersores, la incorporación de vegetación y la reforma del edificio. Se han añadido jardines verticales en el patio y se ha abierto un canal de ventilación cruzada que permite rebajar la temperatura de las aulas.
Los alumnos del colegio Cervantes participaron en el proyecto mediante propuestas para mejorar el espacio, que en su mayoría se basaban en la incorporación de más verde. La tutora del grupo impulsor, Leonor Giménez, explica que “ha sido una mejora notable”, aunque admitió que esperaban más renovaciones. Pese a ello, se muestra “muy satisfecha” con el resultado y con el proceso, porque el proyecto “ha tenido una vertiente pedagógica muy importante que ha permitido hacer hincapié en la concienciación de los alumnos sobre el cambio climático”.
Entre las acciones que se llevarán a cabo siguiendo las directrices del protocolo de actuación contra el calor se encuentran la asistencia telemática y la atención domiciliaria a las personas que lo requieran, en especial los ancianos. Según las cifras que daba la teniente de alcalde, un promedio de 150 personas —un 70% de ellas mujeres— muere cada año debido a las altas temperaturas, por lo que “es importante hacer un seguimiento de los casos susceptibles de sufrir un golpe de calor”, entre los cuales también se incluyen niños y personas con enfermedades crónicas.
La intensificación de las medidas contra el calor también responde a la voluntad de tener “una ciudad que pueda afrontar los retos que plantea el cambio climático”, valoró el concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia. Laura Pérez apuntó que la amenaza ambiental es un “multiplicador de desigualdades, por lo que es necesario repensar los servicios de la ciudad y asegurar que las políticas que se implementan, tengan en cuenta a los colectivos más vulnerables”. En el protocolo se incluye el traslado a refugios climáticos de personas en situación de pobreza que viven en la calle o que no cuentan con una refrigeración óptima en sus viviendas.
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