El Teatre Lliure mira al Este y reivindica la herencia de Fabià Puigserver
Chéjov por partida doble y Dostoyevski, en la temporada 21-22
Balance y avance de temporada en el Teatre Lliure. Su director, Juan Carlos Martel, ha presentado el viernes resultados de la de 2020-21 y adelantado líneas de trabajo y algunos espectáculos de la de 2021-22. Cerca de 35.000 espectadores, 5.400 de ellos público nuevo, han acudido a las tres salas del Lliure, que han tenido una media de ocupación general del 82 % (la sede de Gràcia un 92,5 %). Los ingresos por taquilla han sido de 417.301 euros. “Hemos mantenido la llama”, ha sintetizado Martel. “La gran noticia es que hemos podido hacer la temporada 20-21”.
El director ha expresado que ya ven la luz aunque ha advertido que la próxima temporada también se verá afectada por las consecuencias de la pandemia. De momento cuentan con el aforo al 70 % y no saben si a partir de septiembre podrá aumentarse. En el ínterin, ha destacado Martel, el Lliure prosigue su adaptación a los nuevos tiempos con iniciativas de sostenibilidad, transformación digital y consolidación de su oferta socio-educativa. Ahí quedan los datos de que sólo el 19 % del público ha acudido en coche y que más del 31 % lo hicieron caminando (el 0,4 % en patinete).
El reto en la próxima temporada es recuperar ingresos por actividad. Dicha temporada va a girar en torno a cuatro ejes. El primero es la tradición, representada especialmente por la relación del Lliure fundacional (el teatro cumplirá 45 años en diciembre) con la Europa del Este y especialmente Polonia a través del padre espiritual del colectivo, Fabià Puigserver, de formación polaca y de cuya muerte se cumplen 30 años el 30 de julio.
La violencia, la paradoja de las palabras y conceptos, y la familia como casa, son las otras líneas programáticas en torno a las que se agruparán los espectáculos y actividades. “Queremos volver a creer en la utopía”, ha manifestado Martel, que ha anticipado la nueva campaña de publicidad del Lliure bajo el lema “El teatre que ens construeix”, basada en la arquitectura brutalista, en auge entre 1950 y 1970.
El director ha avanzado ocho títulos de la próxima temporada: dos obras de Chéjov, L’oncle Vania, por el lituano Oskaras Korsunovas y reparto catalán, y el retorno de la estupenda versión de Les tres germanes de Julio Manrique que fue suspendida a teatro lleno por la pandemia; una adaptación de Crim i càstig de Dostoyevski por Pau Carrió, con Pol López, Miriam Iscla y sin duda un hacha; Aquell dia tèrbol que vaig sortir d’un cinema, Les verges suïcides 20 anys després, con dirección de Alícia Gorina y Joan Carreras y Mònica López en el reparto; Síndrome de gel, sobre la dificultad de los emigrantes en los países nórdicos, de Clàudia Cedó, por Xicu Masó; Imitation of life del húngaro Kata Weber con dirección de Kornel Mundruczo; y un proyecto original de la polaca Arna Karasinska. También se recuperará Bonus track de Carlo López.
De Chéjov, autor que el colectivo ha revisado contínuamente, Martel ha reflexionado que “si estuviera vivo sería director residente del Lliure, si no su director artístico”.
Martel ha echado balones fuera al pedírsele que comentara la situación que vive el vecino Institut del Teatre por la tormenta en torno a las denuncias de abusos. Ha recordado que la dirección es provisional y que el centro está a la espera de concurso para la definitiva, y que Lliure e Institut tienen un acuerdo para la profesionalización de los alumnos. Preguntado acerca de si Lluís Pasqual, ex director del Lliure tras su sonada salida, estará presente en alguna actividad en torno a Fabià Puigserver, de quien es su gran heredero, ha respondido concisamente: “No está previsto de momento”.
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