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Duelo epistolar desde la prisión de Lledoners: Junqueras y Sànchez destapan sus diferencias

El giro de Junqueras provoca una respuesta de Jordi Sànchez y desata una nueva crisis entre ERC y Junts per Catalunya

Jordi Sànchez (izquierda) y Oriol Junqueras coincidieron el pasado enero a la salida de la prisión de Lledoners, cuando fueron beneficiados con un tercer grado.
Jordi Sànchez (izquierda) y Oriol Junqueras coincidieron el pasado enero a la salida de la prisión de Lledoners, cuando fueron beneficiados con un tercer grado.Albert Garcia (EL PAÍS)
Cristian Segura

Dice el refrán que lo que mal empieza, mal acaba. El nuevo Gobierno de Cataluña entre Esquerra Republiana (ERC) y Junts ha empezado a andar con mal pie y muchos, desde la oposición pero también desde sus filas, ya le vaticinan una corta vida. La anterior legislatura naufragó en 2020 por los conflictos y la desconfianza entre socios. No han pasado ni tres semanas desde que revalidaron la coalición y el matrimonio vuelve a tirarse los platos a la cabeza.

La primera crisis en el nuevo Govern la desató un artículo publicado el pasado lunes por Oriol Junqueras en el diario Ara y en La Sexta. En esta misiva, el líder de ERC corregía su rechazo previo a los indultos que debe aprobar el Consejo de Ministros, y que beneficiarían a los dirigentes independentistas condenados por el Tribunal Supremo en 2019. Junqueras, que cumple una pena de 13 años de cárcel, constata ahora que esta medida de gracia es un paso en el buen camino por parte del Gobierno de Pedro Sánchez. Tanto Junqueras, como ERC, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y Junts continúan exigiendo una ley de amnistía que los exonere de los delitos.

El documento de Junqueras, sobre todo, ha levantado ampollas porque admitía que el independentismo cometió errores con el referéndum ilegal de 2017 y la posterior declaración unilateral de independencia. No solo eso, el presidente de ERC también descartaba la estrategia unilateral: “El referéndum acordado es la opción que genera más garantías y reconocimiento internacional inmediato. Porque sabemos que otras vías no son viables ni deseables en la medida en que, de hecho, nos alejan del objetivo que hay que lograr”. Junqueras apelaba sobre todo a la necesidad de sumar una “mayoría incontestable, plural y transversal” para obtener el derecho de autodeterminación por parte del Estado.

Junts ha entendido el artículo de Junqueras como un pulso para marcar el rumbo del nuevo Ejecutivo, y lo ha aprovechado como una oportunidad para vanagloriarse de que ellos sí son fieles al objetivo de la independencia. Albert Batet, presidente del grupo parlamentario de Junts, envió un mensaje a los afiliados de la formación, según reveló Europa Press, acusando a Junqueras de querer “abrir una guerra interna” en ERC. Batet se refería así a la posición defendida por la portavoz republicana, Marta Vilalta, de que no podía descartarse la opción unilateral. El programa electoral de ERC defiende que la unilateralidad es posible, aunque solo si cuenta con un amplio apoyo de la ciudadanía catalana.

Tutelar a Aragonès

La respuesta más dura a Junqueras ha sido por parte de un compañero de reclusión en el centro penitenciario de Lledoners (Barcelona), Jordi Sànchez. “Las palabras, como los gestos, no son neutros. Y es evidente que el momento y las palabras escogidos por Oriol Junqueras no pretendían ser neutros”, replicó el secretario general de Junts en otra carta publicada en Ara: “Reconozco que me desconciertan los giros de guion y algunas afirmaciones que de facto significan una revisión radical de aspectos esenciales del pasado reciente del independentismo”. Sànchez incluso da por hecho que Junqueras suaviza su discurso para poder salir de prisión, y le recrimina que quiere tutelar a Aragonès. Esto último era otro dardo después de que los republicanos rompieran momentáneamente esta primavera las negociaciones para formar Gobierno al acusar al líder de Junts, Carles Puigdemont, de querer someter la coalición a sus designios.

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Sànchez recrimina a Junqueras uno de los puntos de fricción estratégica recurrentes entre los dos partidos: la mayoría necesaria para tirar adelante con la separación de España. Mientras que ERC apuesta por una mayoría clara, es decir, que se acerque, por ejemplo, a los dos tercios de la Cámara, en Junts opinan que con el 50% más un voto, hay suficiente. “No podemos quedar atrapados en el imaginario de que solo cuando el 100% de la población encuentre legítimo el ejercicio de autodeterminación, este se podrá llevar a cabo”, escribe con sorna el secretario de Junts.

“Profundamente estafados”

El intercambio epistolar entre Junqueras y Sànchez no es el único encontronazo que se ha producido en los últimos meses en el nacionalismo catalán. Aragonès reprochó en mayo a Junts que quisieran imponerle una tutela del Consell per la República, un ente presidido por Puigdemont. “Nos sentimos profundamente estafados y decepcionados por Junts”, afimó la portavoz de ERC, Marta Vilalta. Por su parte, el expresidente de la Generalitat Quim Torra dibujaba el pasado marzo en su libro Les hores greus un perfil de Aragonès como alguien que no está preparado para gobernar: “Me decepciona el vicepresidente [Aragonès fue vicepresidente de la Generalitat], en todas las reuniones siempre tiene un papel pasivo, ausente, sin intervenir. Normalmente, en cada reunión termino preguntándole si tiene algo que añadir. No sucede nunca”.

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Estos choques han sido habituales entre los miembros del Govern pero no entre los políticos independentistas en prisión o fugados al extranjero. Un precedente de esta fricción se produjo en 2019 cuando Sànchez y los exconsejeros de Junts Quim Forn, Jordi Turull y Josep Rull decidieron realizar una huelga de hambre. La protesta, que tenía que servir para presionar al Tribunal Constitucional, no fue secundada por los presos de ERC, lo que en aquel momento supuso una brecha entre los dos grupos.

Si hay alguna relación que ha estado marcada por la desconfianza, esta ha sido la de Puigdemont y Junqueras. El expresidente de la Generalitat, residente en Bélgica para evitar ser juzgado en España, afirmaba el año pasado, en su libro M’explico, que Junqueras había sido desleal como vicepresidente: “Junqueras me engañó diciéndome que no había pedido verse con Ximo Puig [el presidente valenciano], se reunió a escondidas con Pedro Sánchez, no dice nada en las reuniones, los consejeros de Esquerra no comparten nada”. En su escrito, Jordi Sànchez recuerda que el jefe de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, acusó a Puigdemont de venderse al Gobierno de Mariano Rajoy por “155 monedas de plata”. “Invito a hacer autocrítica también sobre estos comportamientos que tantas heridas dejaron en el independentismo”, avisa Sànchez.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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