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El bloqueo se agudiza en Cataluña a 13 días de activar el adelanto electoral

El portazo de los comunes finiquita la opción del Govern en solitario de Esquerra

Camilo S. Baquero
El 'president' en funciones, Pere Aragonès, interviene durante la sesión de control al Govern en el Parlament, este jueves.
El 'president' en funciones, Pere Aragonès, interviene durante la sesión de control al Govern en el Parlament, este jueves.David Zorrakino (Europa Press)

Quedan 13 días para que se active de forma automática el adelanto electoral en Cataluña y el pacto que permitiría enterrarlo sigue lejos. La opción del Ejecutivo monocolor de ERC —que necesitaba el apoyo de la CUP, los comunes y al menos cuatro votos de Junts— voló el jueves por los aires después de que, en el Parlament, la líder de En Comú Podem, Jéssica Albiach, instara a Pere Aragonès a elegir entre ella y Junts. El republicano se limitó a insistir en la necesidad de evitar los comicios. Los contactos discretos entre ERC y Junts siguen, pero sin concretar cómo se lleva a efecto el pacto de mínimos con la CUP.

La pista de aterrizaje que los anticapitalistas se sacaron de la chistera el pasado miércoles, y que permite reconducir las negociaciones entre ERC y Junts al postergar el debate sobre la estrategia independentista “más allá del acuerdo de gobernabilidad”, es completamente incompatible con la apuesta republicana de negociar con Junts un Ejecutivo en solitario. De ahí que los comunes aprovecharan la sesión de control en la Cámara catalana para plantear nítidamente la disyuntiva que siempre han puesto como línea roja. “Damos por rotas las negociaciones hasta que se comprometa a que Junts no entra en el Govern ni ahora ni durante la legislatura”, dijo Albiach.

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Aragonès había dado un golpe sobre la mesa el pasado sábado, tras 80 días de negociaciones infructuosas con los de Carles Puigdemont, asegurando que exploraría un Ejecutivo monocolor. Se trataba de un plan que en parte revivía su propuesta fracasada de las elecciones, la “vía amplia” (un Govern independentista que sumara además a En Comú Podem), pero que partía de la premisa de que Junts colaboraría.

En las filas de ERC se agarraban a dos ideas. Una, que Junts había prometido que no permitiría que hubiera unas nuevas elecciones y, dos, unas declaraciones del secretario general de ese partido, Jordi Sànchez. Este aseguró que si no había acuerdo con ellos permitirían la investidura de Aragonès siempre y cuando hubiera pacto con comunes y anticapitalistas. Se trata de una fórmula impopular entre la militancia de Junts, que no entiende que se den “votos gratis” a los republicanos. Sànchez ahora matiza esa propuesta y argumenta que se le malinterpretó.

La sorpresiva predisposición de Junts a apoyar ese Govern monocolor chocaba además con la idea que había defendido durante toda la campaña del 14-F: solo tenía en mente un “gobierno nítidamente independentista”. Sànchez después atacó precisamente a ERC por buscar un gobierno con los comunes, sin obediencia secesionista.

Albiach agradeció este miércoles a Aragonès que se “moviera” el pasado sábado, intentando apartarse de Junts. Y de hecho le invitó a seguir dando más pasos en ese sentido y que decida “si quiere ser un presidente de verdad o un presidente tutelado, si quiere blindar los servicios públicos o que Junts acabe llevando Educación y Sanidad; y tiene que decidir si cree en la mesa de diálogo o no”. Aragonès se limitó a responderle que “la aritmética es la que es”, descartando cualquier tipo de acercamiento con el PSC en clave progresista.

Presión sobre Aragonès

Los movimientos de la CUP para bajar la tensión en el independentismo habían dejado la pelota en el tejado de ERC y Junts. El portazo ahora de los comunes eleva la presión en el flanco de los republicanos. El pacto firmado por los tres partidos independentistas es un texto de calculada ambigüedad que permitía que tanto los republicanos como los de Junts pudieran defender que se llevaban el gato al agua.

Con la vía del Ejecutivo monocolor muerta, Esquerra se arriesga a volver a la casilla de salida y muy tocada tras el fracaso de su órdago. Junts tiene ahora el campo despejado para insistir en la necesidad de volver a negociar la coalición, pero aún sigue sin resolver sus divisiones internas respecto a qué opción apoyar. La portavoz de la formación, Elsa Artadi, aseguró hace unos días que sea cual sea la propuesta de la comisión negociadora, serán las bases las que tengan la última palabra.

En la sesión de control de este miércoles, ERC y Junts se trataron de manera gélida. En su intervención, el jefe de filas del partido de Sànchez, Albert Batet, evitó el tema de las negociaciones, pero sí apretó con la idea de poner en marcha una “auditoría independiente” sobre cómo se ha gestionado la pandemia en Cataluña. ERC tiene en sus manos los departamentos de Salud y Trabajo y Asuntos Sociales, que estuvieron en el ojo del huracán, por ejemplo, en la gestión de las residencias. “Es el momento de evaluar en detalle, con rigor y transparencia, la gestión de la crisis en todas sus vertientes”, dijo Batet, recordando lo hecho por Boris Johnson en el Reino Unido.

Illa pide una oportunidad

El principal problema sigue siendo la confianza entre las partes. En Junts ven muy difícil investir a Aragonès aunque esté el compromiso de negociar de manera exprés y entrar en el Ejecutivo en “cuestión de días”, mientras se realiza la toma de posesión y se firma el decreto que crea la estructura del Govern. Los republicanos insisten en que ellos hicieron lo propio para darle luz verde a la llegada de Laura Borràs a la presidencia de la Cámara.

La falta de Gobierno y la cuenta atrás para la repetición electoral pulularon durante toda la sesión en la Cámara. Aragonès recordó que el Ejecutivo de la Generalitat lleva más de 230 días en funciones, que incluyen los 90 días de negociaciones tras los comicios del 14-F. “Un Govern en funciones no puede presentar presupuestos ni proyectos de ley a esta Cámara. Es una necesidad que haya una investidura que ponga el país en marcha de nuevo”, defendió el también president en funciones, en respuesta a una pregunta del líder republicano en la Cámara, Josep Maria Jové, sobre el impacto para la ciudadanía de un Ejecutivo sin todas las atribuciones.

Aragonès y Salvador Illa, el líder del PSC, volvieron a tener su cara a cara particular. El socialista pidió al republicano que dé un paso al lado, tras dos intentos de investidura fallidos, y le permita someterse a un pleno de investidura. “No es extraño que quien ha ganado las elecciones intente la investidura. Ya que usted no ha podido, deje a otro”, dijo Illa, sin especificar qué apoyos tiene. “Las investiduras no caen del cielo, se tienen que trabajar y es necesario buscar consensos”, le respondió Aragonès, que se niega a cualquier acercamiento.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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