Pinturas de Dalí viajan a Italia para medirse con Rafael
En la exposición sobre el pintor renacentista también hay obras de Picasso y De Chirico
“Soy un mal pintor. Si comparo mis telas con las del Renacimiento, con las de Rafael, por ejemplo, me doy cuenta del desastre total de mi obra. Pero esto no impide que sea, gracias a mi estilo, uno de los mejores artistas actuales”, escribió Salvador Dalí en 1958. Pese al ego del pintor de Figueres, Dalí no dejó de reconocer la influencia de otros artistas como Wermeer, Velázquez, Leonardo, su admirado Picasso y, sobre todo, Rafael. A finales de 2018 la Fundación Gala-Salvador Dalí midió la obra de los dos grandes pintores cuando consiguió situar en una misma sala a La virgen de la rosa, pintada por Rafael en 1517 (procedente del Prado) con La ascensión de Santa Cecilia, que Dalí pintó en 1955; platos fuertes de la exposición Dalí/Rafael, un sueño prolongado, donde se visualizaba la fascinación que sintió Dalí siempre por él. Ahora este reto continúa, ya que cinco óleos del ampurdanés de la fundación han viajado hasta Italia, en concreto al Museo de Arte Moderno y contemporáneo de Trento y Roverte, el MART, para participar en la exposición Picasso, de Chirico y Dalí: diálogo con Rafael, que podrá verse hasta el 29 de agosto.
Las obras que han viajado y que pueden verse desde mañana, son cinco óleos: Autorretrato con el cuello rafaelesco, de 1921; La ascensión de Santa Cecilia, de 1955; Alucinación rafaelesca, de 1979 y la obra estereoscópica formada por Incendio en el Borgo y Escuela de Atenas, también de 1979; además de fotografías de Dalí en sus estudios en las que es más que evidente la inspiración que le proporcionó siempre Rafael. Esta influencia comenzó ya de joven como demuestran sus autorretratos de juventud en los años 20, momento en el que el joven pintor se dejó crecer el cabello y las patillas para parecerse a su ídolo. Siguió por su etapa místico-nuclear en los años cincuenta y llegó a las pinturas de los años setenta.
El lote de obras se completa con siete dibujos y dos postales inéditas. Las escribió Gala en uno de sus viajes por Italia. En una de ellas le dice como ha hecho escala en Urbino “para saludar a Rafael de parte tuya”. Precisamente es ella la que, en los años treinta, lo orienta hacia el clasicismo e Italia, según explicaron en su momento desde la fundación.
“Nos consumíamos en admiración delante de las láminas de Rafael. Allí se podía encontrar todo; todo constituía en Rafael nada más un fragmento diminuto de su talento, pero consciente contenido de cosas inesperadas, ocultas y manifiestas”, escribió en 1942 Dalí en su Vida Secreta. Y en un paso más: “Porque Gala es para mí el que la Fornarina era para Rafael”, que contó en 1945 tras pintar Galarina, inspirado en la amante del italiano. Estaba todo dicho. Hubiera estado bien ver allí también su Madona cósmica, de 1958, la obra que acaba de salir a la luz tras permanecer en un salón privado, sin exponerse jamás, más de medio siglo, en la que, una vez más es evidente el vínculo entre Dalí y Rafael.
Del museo de Sant Petersburgo de Florida (uno de los centros con mayor y más importantes de obras de Dalí, formado por la colección creada por Reynolds Morse y su mujer Eleanor) han viajado dos obras más que se suman a la muestra italiana: Paranonïa, de 1935 y La Madona de los pájaros.
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