El asesino confeso de la niña Laia alega que la confundió con un ladrón
Juan Francisco López se ampara en el consumo de drogas y en una crisis existencial para sortear la condena más severa por el crimen
Juan Francisco López, de 43 años, mató a Laia Alsina, de 13, en el piso donde se había instalado en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Nadie lo pone en duda, tampoco el acusado. La discrepancia surge en el cómo. Y, sobre todo, en el por qué. La fiscal ha hablado de un “asesinato salvaje brutal, como no imaginan”, ante el jurado popular que desde este lunes decide la suerte de López. La defensa ha asegurado que fue un “homicidio imprudente” y se he abonado a la teoría del caos: la vida del hombre era un completo desastre, el día de los hechos había consumido cocaína y alcohol y no sabía lo que hacía. “Su mundo se venía abajo. Perdió el contacto con la realidad”, ha defendido su abogada.
López fue detenido la tarde en que ocurrió el crimen, el 4 de junio de 2018. Desde entonces, permanece en prisión provisional. La fiscalía y los abogados de la familia de la menor se han esforzado, en la primera sesión del juicio, en explicar que el acusado era totalmente consciente de lo que hacía. No solo raptó a la niña en el rellano del bloque de pisos, sino que la asfixió, intentó agredirla sexualmente y, cuando la tenía en el umbral de la muerte, le provocó cortes en diversas partes del cuerpo.
La defensa ha alegado que, con la mente nublada por las drogas, el hombre se encontró a alguien en su piso y pensó que era ladrón. Cogió un cuchillo de la cocina “para defenderse”. Y mató a Laia sin saber que tenía delante una niña: sin querer. Las acusaciones han replicado con vehemencia que esa hipótesis es inverosímil. Y han pedido al jurado popular que esté atento a las pruebas: por ejemplo, que López se duchó y limpió el escenario del crimen. Las lesiones con el cuchillo, ha dicho el abogado de la familia, las provocó para construirse una coartada: la del supuesto robo.
17 escalones
El crimen de Laia es un caso de una fatalidad absoluta. Los abuelos fueron a buscar al colegio a la niña, que al día siguiente se marchaba de colonias. Poco antes de las 19.00, el padre fue a recogerla para llevarla a casa. Llamó al interfono. La niña bajó los 17 escalones que separan la segunda planta donde viven sus abuelos de la primera planta donde se había instalado Juan Francisco. El hombre vivía en China, pero se había desplazado a España, alertado por sus hermanas, porque su madre se estaba muriendo. Falleció, de hecho, al día siguiente.
Laia nunca logró salir con vida del bloque de pisos. El padre empezó a ponerse nervioso. “Me asomé al balcón y vi que Laia no había salido. Se lo dije a mi hijo, pero se fue a buscar a la niña a casa. No la encontró. Bajamos corriendo las escaleras, empezamos a buscar a la niña”, ha contado la abuela de la menor. Al final, dos tíos de la menor se unieron a la búsqueda, preguntaron a los vecinos… Y detectaron una actitud sospechosa en el vecino del 1º 1ª. Entraron a la fuerza en el piso. Y vieron a la menor muerta, con un collar de perro alrededor del cuello, bajo un colchón. La policía local se llevó en volandas al hombre y “le salvó de un linchamiento público”, ha admitido la fiscal en el juicio, mientras Juan Francisco escuchaba sin hacer un solo gesto, custodiado en el banquillo por dos agentes de los Mossos d’Esquadra.
“No les pido empatía, pero sí que se pongan en su mente”, ha exhortado al jurado la abogada de López, que pide que sea condenado a solo tres años de cárcel por homicidio imprudente. “¿Se planteó asesinar a una niña? En ningún momento”, ha dicho la letrada, que ha insistido en que el hombre está “sinceramente arrepentido” de lo que hizo. Las acusaciones, en cambio, solicitan prisión permanente revisable por asesinato y agresión sexual. En el informe previo a las primeras declaraciones de testigos -la abuela y las hermanas del acusado, que han explicado sus problemas con las drogas- el abogado de la familia, Juan Carlos Zayas, se ha dirigido a los nueve ciudadanos que integran el jurado popular para que se formen una convicción con rigor: “Pese a todo lo que pueda salir en prensa, ustedes sabrán más que nadie, tendrán un conocimiento mucho más exacto de lo ocurrido que cualquier periodista”.
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