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Cruzar el Mediterráneo en una “cesta” para ser prostituida en La Rambla

Penas de hasta 35 años para dos organizaciones que explotaban sexualmente a mujeres en Barcelona

Rebeca Carranco
Los Mossos detienen en 2015 a una mafia que traficaba con mujeres en Barcelona.
Los Mossos detienen en 2015 a una mafia que traficaba con mujeres en Barcelona.Albert Garcia

La mujer ya está en Italia, a la espera de que un contacto la recoja y la lleve a España. “No fue nada fácil, hermana. Te digo que el barco en el que íbamos era una cesta y casi se va a la deriva”. La víctima habla realmente con su hermana, Hellen Moses, que entonces tenía 32 años, y es quien la ha embarcado en un peligroso viaje desde Nigeria a España, con la complicidad de su madre, para acabar prostituida en La Rambla, siete días a la semana, de ocho de la tarde a ocho de la mañana.

La Audiencia de Barcelona ha condenado a dos organizaciones criminales —desarticuladas a la vez en 2015 con epicentro en L’Hospitalet— a penas de más de 30 años de prisión. En el caso de Hellen Moses, la condena es de 33 años por ser la “directora de una organización criminal” que introdujo a España al menos a ocho mujeres y a un hombre entre 2013 y 2015. Dos de ellas eran sus hermanas. En la misma sentencia, —de 492 páginas tras una minuciosa investigación de los Mossos— la Audiencia condena a 35 años y 4 meses a otro grupo liderado por un hombre, Charles Osagiede, que se valía de sus contactos en Nigeria para falsificar papeles a mujeres a las que trasladaba en avión. En ambos casos acababan en La Rambla, con deudas de hasta 60.000 euros, rituales de vudú y un control permanente de sus explotadores.

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La sentencia recoge que Hellen Moses era “consciente del peligro” que corrían sus hermanas: “Pase lo que pase, no te tires al mar, ¿vale?”, le dijo a una de ellas, según las intervenciones telefónicas del caso. Pero eso no fue óbice para que su hermana las captase y las trasladase a España para que se prostituyesen en La Rambla. “Será nuestra pelea si no eres capaz de dar la talla cuando llegues aquí”, le dijo a la otra. Ambas sabían se prostituirían.

Moses no trabajaba sola. Además de tres personas también condenadas a penas de 2 a 19 años de cárcel, su propia madre, desde Nigeria, buscaba a las mujeres, y daba instrucciones a su hija de cómo tratar con los coyotes: los traficantes de personas. ”Le avisé de que no queremos que ninguna de ellas quede embarazada durante el camino”, le dice la madre a Hellen Moses, sobre su conversación con los traficantes. En las travesías, muchas mujeres son violadas, además de golpeadas.

Una de las víctimas de la red también era otra medio pariente de Hellen Moses (la hermana del marido de su hermana), y menor de edad, aunque la Audiencia no da por probado que tuviese 15 años, como dijo. La sentencia describe su periplo, que empezó en Nigeria, sin documentación. Primero tomó un bus y luego un camión hasta Libia. Allí les reclamaban entregas de dinero, “recurriendo en caso contrario a la violencia sexual o física”. Ya en Trípoli, estuvo dos meses en una casa “hacinada junto a otras muchas personas”. La sentencia detalla que “le eran suministrados alimentos tan solo una vez al día a fin de que experimentaran una pérdida de peso considerable que permitiera embarcar a un mayor número de individuos en las barcazas”. Luego, mediante una lancha de goma, neumática o cayuco con motor, con un “gran compromiso para su vida”, llegó a Italia. Allí habló con Hellen Moses, que envió a un contacto que la recogió y la llevó a Barcelona.

Una vez en la ciudad catalana, se instaló en la casa de Hellen Moses, donde le dieron instrucciones claras de que debía prostituirse en La Rambla, los horarios, los precios (20 euros felación, 50 euros contacto sexual completo), preservativos, y la mandaron a la calle. Según su relato, se prostituyó en cinco ocasiones durante 20 días. Al final, atemorizada, en noviembre de 2014, dio el paso de denunciar su caso a la Guardia Urbana de Barcelona.

La Audiencia define el entramado criminal de Hellen Moses como “mucho más precario” que el liderado por Charles Osagiede, condenado a 35 años y 4 meses de prisión. Él junto a su mujer, Precious Daniel, condenada a 22 años y 10 meses, y tres personas más, captaron de “manera incesante” a mujeres en Nigeria. En este caso, Osagiede, exfuncionario de inmigración, tenía multitud de contactos con los que lograba papeles para traer a sus víctimas con avión. En ocasiones, utilizaba el método del lover boy: fingir una relación sentimental.

Una de las víctimas de Osagiede, a la que captaron con falsas promesas de trabajar de peluquera, dio el paso de dejar la red e irse a casa de una compatriota, a pesar incluso del ritual de vudú (una especie de conjuro con uñas y pelos que augura malos presagios para la persona y su familia). Miembros de la red de Osagiede amenazaron y golpearon a su madre en Nigeria. Además de amenazas a ella. La sentencia asegura que la amedrentó con un arma: “Te pegaré un tiro si no pagas”.

Absolución de los Eiye

La Audiencia de Barcelona ha absuelto a 14 integrantes del grupo de la hermandad del águila: los Supreme Eiye Confraternity (SEC). Se trata de una banda internacional, originaria de Nigeria, con ritos de iniciación, rangos, códigos, vestimenta y grupos rivales, que nació inicialmente de los ámbitos universitarios. Los Mossos acusaron al grupo de estar detrás del entramado de prostitución que llegó a explotar a un centenar de personas. Hellen Moses era la pareja de uno de los líderes del grupo.

La sentencia admite que la principal financiación de la SEC es la prostitución, pero dice que es consentida, sin control ni condiciones sobre las mujeres. Y afirma que “no consta que intervinieran” en el tráfico de las personas por las que han sido condenados los dos grupos, “ni tan siquiera que hubiera dado su aquiescencia”. Insiste en que la SEC “no controlaba la actividad de sus integrantes en cuanto al lucro derivado de la prostitución, menos aún lo hacía sobre los entramados” de Osagiede y Hellen Moses.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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