Anfitriona mundial en Mallorca
En Es Canyar de Cristina Macaya, Carlos Fuentes, relata y escucha, al lado de los cuadros de Ramon Canet
“Conviene comer algo, aunque sean dos galletas, porque se cena a medianoche”. Al despuntar los noventa, Ramon Canet, pintor/pintor, profesional desde los ochenta, nudo del tapiz en las relaciones en Mallorca, dejó la nota previa al acudir a Es Canyar de Cristina Macaya, para estar con el escritor Carlos Fuentes.
Macaya ex dirigente de la Cruz Roja capaz de albergar en años en su mansión a Michael Douglas, Kirk Douglas, Jack Nicholson, Van Morrison, Bill Clinton, Felipe González, Adolfo Suárez y al cura del pueblo, Tomeu Català, con quien lideró el proyecto Hombre para drogodependientes y Mercedes Gallizo, superjefa de Prisiones, a la que emplazó para abrir un centro para madres presas.
El artista Canet, abstracto y vehemente, guio a nuevas amistades y artistas alrededor de Macaya quien es anfitriona y benefactora, (“eso es frívolo y mecenas es pretencioso”, cree). Esa mujer, sola y libre, entre multitud de conocidos, tiene casas en Suiza, Nueva York, Madrid y Mallorca.
Cristina (López Mancisidor), tras enviudar de Javier Macaya a los 28 años, se relacionó con el financiero Plácido Arango quien tuteló a sus cuatro hijos. Arango fue después pareja de la escultora Cristina Iglesias, a su vez viuda del artista Juan Muñoz, arraigada entre otras montañas de Mallorca. Los hijos de Arango y decenas de amistades de Macaya tienen casas mallorquinas.
En los veranos de oro y vértigo hasta el 2009, en Es Canyar se celebraban encuentros cerrados benéficos, de alegrías, banalidades, vanidades, poder y complicidades. Hasta 600 personas llenaban un palacio de cristal en el naranjal de 5.000 árboles. Una noche, en sus crónicas fulgurantes de verano, Maruja Torres, estuvo allí 20 minutos. El sherpa la devolvió a Son Vida.
Antes del boom de lo inane rosa y del corazón, en El País Semanal (13 de agosto del 2006), Carlos Fuentes y Cristina Macaya abrieron un reportaje sobre algunos poderosos con casa y biografía en Mallorca: casa Escarrer de Bohigas, los Jakkober en su museo de Alcúdia de Hassan Fathy, S’Estaca de Michael Douglas... (el gigante Einsenman de Es Fangar hizo aguas, Plessi vendió Sa Pedra de Santanyí, Boris Becker fundió es Coll de Artà y Claudia Schiffer se marchó de Andratx).
En las cenas, flotaba el Madrid de los 50 linajes, trazos de Hollywood, gigantes financieros y editoriales de Wall Street, México o Líbano, sagas históricas de banqueros y brokers, pocos políticos, vips coronados, artistas y fugaces estrellas de la burbuja. El pintor Canet sigue allí.
En los menús, en cuatro comedores predominaba el cordero, el pescado, fideuas y arroces secos, por razones de fáciles dietas transversales, universales, para judíos y musulmanes. Cristina Macaya, casi otro yo de Canet, fue anfitriona de Carlos Fuentes y Silvia Lemus, de Boris y la tropa de Almodóvar, también de Miguel Boyer e Isabel Presyler, Mariano Rubio y Carmen Posadas, los duques de Kent, o Marina Castaño viuda de Camilo J. Cela. Maca de Castro y Maria Toneta iban de chef y comensales.
El desaparecido exjefe superpolicía con el PSOE, Joan Mesquida, festejó en Es Canyar sus 50 años. Entre ese valle y la nieve de Suiza estaba también a veces Marta Gayá, amiga de Macaya, de Mesquida y de Juan Carlos I.
El caserón del valle tiene enormes piezas de Canet, mosaicos y esculturas de los Jakkober, Cañellas, Martí, Sirvent, frescos de Maria Carbonero y Menéndez Rojas. Una diosa de Xavier Corberó preside la puerta de la mansión que Toni Obrador rehizo. La finca fue de la familia de Lacy, linaje famoso por el cirujano Antonio de Lacy y desde el siglo XIX por el general liberal Luis de Lacy, fusilado en 1817 en el castillo de Bellver.
Las sagas y los nexos de hijos y nietos de Macaya, son una galaxia. Maria hija se casó con el empresario Ferran Rodés, sostén del Ara, a su vez hijo del financiero y coleccionista Leopoldo Rodés, otro alfil luminoso de las telarañas catalanas, con casa en Formentor como Bernard Picasso, nieto del pintor o Lorenzo Fluxá de Camper, en un artefacto que le hizo Alvaro Siza. Allá las casas de Sainz de Oiza de los Huarte, son de libro.
En Es Canyar Marta Gayá, Rosario Nadal, Gwyneth Paltrow, la tropa de Valentino, los Carvajal, los Ibarra, el entonces Principe, Diandra exDouglas, transitaron las madrugadas. Macaya casi nunca tiene sueño ni pierde la sonrisa y su perfil de mural egipcio. El pintor Canet queda hasta tarde y compartió la complicidad con otro noctívago, el editor Pere Serra de Es Baluart y Última Hora y alentó la primera edición desde los ochenta de las litografías atrevidas y de subscripción popular, Edicions 6A.
Canet expuso en la Maegth, en Barcelona y pintó frescos para la banquera Violy de Harper. El rey emérito, Juan Carlos I, visitaba su estudio en Palma y situó su trazo en Marivent y en el ex barco real, el Fortuna, desguazado y vendido, tras ser donado por Baleares y grandes firmas. Profesor y guía de pintores, amigo de Josep Melià es coral colega del novelista Guillem Frontera. Canet, nada fácil, está en el paisaje domiciliario de las viviendas de profesionales, sedes oficiales, aeropuertos, clínicas, diarios y mansiones modestas. Carlos Fuentes escribió que soñaba que entraba en uno de sus cuadros.
Los diálogos lentos de Fuentes —la atención y preguntas al interlocutor que mantenía— sucedieron en casa de Cristina, en Formentor, en el puerto de Pollença, o en Palma. Quedan rastros, detalles, perfiles, hechos y preguntas: los amores de cine y los encuentros de García Márquez, Neruda, Paz, Sarandon, Clinton, Polanco, Jean Daniel, Goytisolo... los contrabandistas mallorquines de Buñuel, los republicanos exiliados en México, los dos hijos perdidos, los huecos sin huella.
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