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Tortosa dirá adiós en verano a su monumento franquista

La alcaldesa, Meritxell Roigé, de Junts per Catalunya, defiende que el obelisco era “parte del paisaje” de la ciudad

Marc Rovira
Ester Capella (centro), Pere Aragonès y Meritxell Roige, en el Paseo del Ebro ante el monumento franquista, este viernes.
Ester Capella (centro), Pere Aragonès y Meritxell Roige, en el Paseo del Ebro ante el monumento franquista, este viernes.Susanna Sàez (EFE)

El monumento franquista del río Ebro en Tortosa ya tiene fijada su fecha de caducidad: julio del 2021. La Generalitat ha licitado las obras e iniciado los trámites para desmontar el obelisco que mandó levantar el dictador Francisco Franco en 1966, como homenaje al avance del bando nacional en la Batalla del Ebro y a los “25 años de paz” tras la Guerra Civil. “Nadie puede poner en duda su simbolismo”, manifestó este viernes en Tortosa la responsable de Justicia del gobierno catalán, Ester Capella.

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“No hay excusas”, abundó la consejera, que tomó la palabra después de que la alcaldesa de Tortosa, Meritxell Roigé, indicara que para la ciudad la pieza no es un “símbolo del franquismo” sino más bien “una parte del paisaje”. Por momentos, el acto oficial para avanzar el derribo del legado fascista se convirtió en un choque de declaraciones entre la alcaldesa, de Junts per Catalunya, y Ester Capella y Pere Aragonès, de ERC. Roigé advirtió a los representantes del Govern que anunciar ahora la intervención entraña un “riesgo de electoralismo”, a lo que Capella respondió que el Ejecutivo no se iba a quedar “de brazos cruzados” porque “el totalitarismo y el fascismo ganan cuando se normalizan”. A su vez, el vicepresidente Pere Aragonès criticó que el desmontaje del recuerdo franquista acumula “demasiado tiempo de espera”.

La controversia y las dudas acerca de quién tiene competencias sobre el monumento han sido una constante durante años. La Generalitat acusa al gobierno español y a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de inhibirse acerca de la retirada del obelisco, pese a que en 2007 se aprobó la ley española de Memoria Histórica. “No lo quiere nadie porque nadie asume la responsabilidad de retirarlo”, afeó este viernes Ester Capella.

“Se nos ha criticado injustamente, nosotros no podíamos intervenir” alega la alcaldesa, para justificar el papel del ayuntamiento. En mayo de 2016 el consistorio organizó una consulta popular para decidir cuál debía ser el futuro del monolito. La opción de conservarlo ganó con un 68% de los votos y Ferran Bel, entonces alcalde y actual diputado del PDECat, se comprometió a darle una reinterpretación. En cuatro años no se ha hecho nada al respecto y Roigé admite que “hace muy poco, el ayuntamiento inició la descatalogación del monumento”.

La Generalitat aprovechó la efeméride del 20 N, aniversario de la muerte del dictador, para anunciar que las incertidumbres sobre el obelisco han llegado a su fin. Se ha licitado la primera fase de las obras, que incluye un estudio geotécnico para evaluar la solidez y estabilidad del lecho del río. Será menester movilizar una grúa de alto tonelaje para retirar las piezas metálicas que dan forma a la estructura. “No es una declaración de intenciones, celebramos que tiene los días contados, segur que tomba”, aseguró Capella.

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El calendario previsto fija en el próximo mes de enero la finalización del estudio sobre el terreno, un trámite previo a la instalación de la grúa. El mes de marzo está marcado en rojo para dar inicio a los trabajos de desmontaje. La recuperación final del espacio está prevista para el mes de julio, aprovechando que durante los meses de verano baja menos caudal por el el cauce del río y se podrá trabajar con más seguridad.

Se calcula que el coste de la operación ascienda hasta los 200.000 euros. Pere Aragonès ha dicho que falta confiar en que “la CHE ni ninguna otra institución” ponga trabas que puedan retrasar el desmontaje del armatoste. La aprobación de la licencia de obras depende del ayuntamiento.

La escultura, encargada al artista Lluís Maria Saumells, fue levantada en mitad del río, en concreto sobre la pilastra del antiguo puente de la Cinta, volado en 1938 durante la Guerra Civil. Mide 45 metros de altura y se erige sobre una pilastra de hormigón desde la que se alzan dos puntas de hierro. La más alta tiene una gran cruz adosada en uno de los ángulos coronada por una estatua que representa a un soldado español guiado por una estrella. La punta pequeña finaliza con la figura de un águila con las alas extendidas.

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