Lavabo público, una necesidad para la gente sin recursos
Las entidades puntualizan: ”El problema no es el lavabo sino dónde cargar el móvil”
Jorge tiene 37 años. En marzo repartía publicidad por los buzones de Barcelona y vivía en una habitación subalquilada del barrio de Poble-Sec. Cuando llegó la pandemia se quedó sin nada y acabó durmiendo entre cartones en cajeros de la capital catalana. “Al principio dormía en Drassanes pero allí muchas veces había escondido mis mantas y me las habían robado. Ahora prefiero la zona de Vall d’Hebron y la Teixonera. El problema es que hay muchas veces que a las dos o las tres de la mañana los de seguridad me echan del cajero”. Con el cierre de la restauración —primero la pasada primavera y ahora desde mitad de octubre— a Jorge y a las más de 4.000 personas que no tienen techo en la ciudad se les añadió otro problema: No hay lavabos para hacer sus necesidades.
CiU, en agosto de 2015, con Ada Colau recién llegada al Consistorio, cargó contra el nuevo equipo de gobierno por instalar un lavabo portátil junto a las paredes del Born Centre cultural. Los convergentes acusaba a BComú de tener “falta de sensibilidad” y de “respeto a la ciudadanía, a las instituciones y al país”. Francina Vila, la misma concejal que criticaba la colocación de lavabos de portátiles en 2015, reclamó el lunes en la comisión de urbanismo del Ayuntamiento la instalación de sanitarios provisionales para “colectivos que necesiten poderlos utilizar de forma rápida”. El concejal de emergencia Climática, Eloi Badia, admitió que son necesarios pero que los pasos que marca la contratación pública alargarían esta implantación. Badia informó de que el Consistorio está realizando un listado de equipamientos públicos donde se abrirán los lavabos mientras siga el cierre de bares y restaurantes.
Hoy en Ciutat Vella hay 19 lavabos públicos entre cabinas autolimpiables y cabinas de plástico. En el resto de la ciudad hay cinco lavabos públicos en parques y jardines y otros 44 asociados a chiringuitos de parques y 12 en la playa.
Jorge se ha acostumbrado a no disponer de un lavabo cerca del cajero donde duerme. “Intento entrar en el Hospital del Vall d’Hebron pero con la covid no siempre te dejan. Acabo haciéndolo en cualquier rincón”, lamenta. Este sin techo acude casi diariamente al Centro Assis a ducharse, cambiarse de ropa y recoger comida.
El responsable del área de atención social de Assis, Roger Fe, advierte: “Que las personas sin hogar no tengan acceso al lavabo no es noticia”. Fe asegura que la carencia de lavabo es algo muy común haya pandemia o no. “Ahora el problema es que las bibliotecas, los centros cívicos… están cerrados por lo que no tienen donde cargar el móvil ni un wifi gratis”, lamenta Fe.
La responsable del programa Acogida de Arrels, Marta Maynou, coincide con Fe: “Con los confinamientos no hay un lugar donde estar a cubierto. Además, con la covid muchos comedores se han transformado en picnic complicando más la vida de las personas sin hogar”.
Este miércoles, a las nueve de la mañana, la empresa Olprim limpiaba lavabos públicos de la ciudad. Un operario echaba agua a presión al lavabo de la Rambla del Raval. Junto a sus herramientas de limpieza destacaba una cubeta amarilla donde depositar jeringuillas.
Mercedes duerme en Sant Antoni. Con los bares cerrados suele pedir ir al lavabo al CAP de Manso. “Si no, intento que me dejen en la panadería”, admite.
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