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La pandemia arrastra al cierre a más del 5% de los bares en seis meses

Indignación entre los restauradores por el parón de al menos 15 días al que le lleva la Generalitat

Trabajadores de la restauración marchan este miércoles en protesta por el cierre obligado a bares y restaurantes.
Trabajadores de la restauración marchan este miércoles en protesta por el cierre obligado a bares y restaurantes.Albert Garcia (EL PAÍS)

El sector de la restauración ha sido el segundo más afectado, tras el comercio minorista, por el incesante martilleo de la crisis originada por la covid-19. Entre marzo y agosto (último mes con datos disponibles) el estado de alarma y la caída de la facturación llevó a casi 2.600 establecimientos al cierre, según los datos de la Cámara de Comercio de Barcelona. Esa cifra representa un 5,6% de los 44.000 establecimientos registrados en Cataluña. Ayer, la noticia del cierre preventivo por al menos 15 días de todos los establecimientos cayó como un jarro de agua fría y no anticipa nada mejor: “Pero si yo me incoporé del ERTE la semana pasada”, se exclamaba Luisa, una trabajadora del sector que participó en la protesta improvisada ante la Generalitat.

Los restauradores, tanto empresarios como trabajadores, que se plantaron a las puertas del Palau de la Generalitat mientras el Govern comunicaba ayer a los representantes del sector la decisión de cerrar al menos 15 días, mostraban su indignación: “Después de un verano horrible ahora que parecía que había un poco más de movimiento desde la apertura de los colegios, nos cierran”, se quejaba Rosa, encargada de un restaurante del centro de la ciudad. Las caras de preocupación se alternaban con los gritos de “Que no nos cierren”.

“Nosotros no somos el problema. Cumplimos con todas las normas. Desde junio funcionamos con el 50% del aforo. Más que trabajar estábamos sobreviviendo gracias a la clientela del barrio. El problema no somos los bares y los restaurantes. El problema está en las plazas”, apuntaba Pedro Zarraluqui, escritor y propietario del Salambó, en Gràcia, donde se habían reincorporado de forma progresiva de la regulación temporal de empleo (ERTE) 12 de sus 18 trabajadores.

Las medidas de distanciamiento social existentes hasta ahora, la reducción del número máximo de personas reunidas, la caída del turismo y la reducción del poder adquisitivo a la que ha llevado la crisis ha impedido que la facturación del sector de la restauración no se haya podido recuperar a los niveles precovid ni ahora, cuando se había recuperado ligeramente la actividad. Un encuesta de la Cámara de Comercio de Barcelona muestra que el sector todavía sufría a principios de este mes una pérdida de facturación, respecto al mismo periodo del año pasado, del 11,7%.

El problema radica en que ahora sus libros de contabilidad acumulan caídas superiores de ingresos en meses pasados y, sobre todo, unos costes fijos similares. De ahí se puede entender otra conclusión de una reciente encuesta de Pimec a sus asociados: el 18,7% de los pequeños empresarios y trabajadores autónomos —la gran parte de bares y restaurantes tienen menos de 10 trabajadores— sopesan bajar la persiana ante la falta de perspectivas a corto plazo. En mayo, con el estado de alarma todavía vigente, el porcentaje era inferior, del 13%.

Manuela Amigo, encargada del Tobogán, en la plaza Reial, explicaba que hay días que hacen entre 100 y 150 euros caja y contaba que de 31 trabajadores se habían incorporado cuatro.

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En la misma plaza, en el restaurante Les Quinze Nits, con la terraza con buena ocupación, las caras de algunos camareros cuando ya se había confirmado la intención de cerrar era un poema. “Antes de la covid trabajábamos 75 personas y ahora éramos 30 después de que nos dejaran reabrir. Aquí se ha cumplido rigurosamente con toda la normativa, de distancias, de desinfección del local, de tomar la temperatura a los trabajadores todos los días. No ha habido ni un solo contagio. ¿Y quién se hace cargo de las cosas? Algunos trabajadores todavía no están al día del ERTE de marzo. Y ahora, otro. ¿Quién les garantiza que lo cobrarán? ¿De todo el producto que está en las neveras? ¿Y de lo que ya está encargado?”, desgranaba la encargada.

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