Asociaciones de Vecinos y Foment plantan a Colau en su plan post-covid
La patronal acusa al Gobierno municipal de perjudicar a los barceloneses
El Pacto por Barcelona, el foro de pretendido consenso con el que el Gobierno de Ada Colau aspiraba a poner los mimbres de la recuperación post-covid, recibió ayer dos mazazos. Un amplio grupo de entidades sociales lideradas por la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB) y otro de organizaciones empresariales encabezadas por Foment del Treball anunciaron su decisión de abandonar el grupo de trabajo impulsado por la coalición de Barcelona en Comú y el PSC. El plantón se produce un día después de que los agentes sociales sellaran con la Generalitat un acuerdo de bases para poner en marcha medidas para reencauzar la situación económica.
Los motivos del plante son diferentes. Tal y como avanzó EL PAÍS, en el caso de las entidades sociales había malestar por la falta de concreción de calendario y partidas presupuestarias y el hecho de que la propuesta municipal no hubiera recogido gran parte de sus propuestas. La FAVB denunció ayer que el pacto está “vacío” y con solo “grandes intenciones generales ambiguas que no comprometen ni indican las prioridades políticas”. El comunicado, firmado también por el Consejo de la Juventud de Barcelona, la Federación de Casas Regionales y la de Asociaciones de Gente Mayor de Barcelona, entre otras, también lamenta que el texto “mantiene la narrativa de las últimas décadas sobre el modelo de éxito económico de la ciudad vinculado a grandes capitales financieros y multinacionales”.
El argumento de Foment, que arrastra a otros organismos como el Gremio de Hoteleros, es diferente. Defendió su posición ante la “contradicción” que supone participar en el foro cuando “las políticas reales que implementa día a día Barcelona perjudican a buena parte de los sectores económicos de la ciudad”. La patronal se siente desamparada ante el Gobierno municipal, especialmente en lo que respecta al plan de movilidad municipal, al que acusa de no escuchar ni sus reivindicaciones ni sus propuestas ni sus quejas. “La primera obligación de la alcaldesa es gobernar escuchando a los sectores que generan actividad y ocupación en nuestra ciudad, y eso no lo está haciendo Ada Colau”, se quejaba el texto.
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