Victoria Lomasko, el arte como periodismo
La artista rusa publica el libro que recoge ocho años de dibujos en calles y juzgados, parques y burdeles: es periodismo hecho arte, puesto que el arte oficial se dedica al maquillaje contemporáneo
Comprendo que tiene un montón de frentes abiertos en su país, la Rusia de Putin, pero ya me agradaría que Victoria Lomasko dibujara nuestras historias, al menos las de la pandemia y su lengua indescifrable —”nueva normalidad”— de irritante desfachatez —”saldremos más fuertes”—. Seguro que tenemos artistas como ella, pero en su caso la gracia está en los lugares de trabajo: calles, juzgados, reformatorios, jornadas electorales, burdeles… Dibuja y escribe. Libros y exposiciones que circulan en diversos idiomas porque esta mujer de 42 años vive en llamas, sin subterfugios estéticos ni políticos y como otras artistas de su generación, pongamos las Pussy Riots, está dispuesta a asaltar los cielos y el techo de cristal del arte contemporáneo internacional ensimismado y sin brío. Para este día del libro enmascarado y protegido por mossos que se avecina, no lo duden: regalen Otras Rusias (Godall Ediciones, traducción de Marta Nin, con quien pueden oírla conversando en el la web de CCCB. Son reportajes gráficos (ni cómics ni novela), dibujos para contar lo que no cuenta el periodismo: lo que les sucede a los invisibles.
Me gusta lo que hace y me gustan todavía más sus razones para hacerlo. Contradice un panorama artístico enrarecido. Recuerdo bien en los noventa una expo de artistas rusos en el Guggenheim bilbaíno, el último berrido de la moda, reclamo exótico del mercado en paralelo a los artistas chinos un poco antes en la Bienal de Venecia o en donde fuera. Lomasko lo explica así: “Seguramente, el lector occidental interpretará mis reportajes en el marco de las tradiciones europeas y americanas del cómic documental. No obstante, emprendí mi trabajo en una situación diferente y también con un impulso diferente. Después de la caída de la Unión Soviética, el Estado dejó de encargar a los artistas obras de estilo realista con temática social. El sindicato oficial de artistas fue substituido por instituciones artísticas no menos rígidas, orientadas hacia el arte conceptual occidental, que desdeñan todo lo que recuerde al realismo social. Iekaterina Diógot, reputada crítica de arte rusa, escribió en 2007: ‘Si un artista quiere hoy provocar un buen escándalo con una obra, hasta el punto de que se le impida exhibirla en una exposición, ha de pintar, sin ninguna clase de duda, un cuadro al óleo realista. O bien ha de dibujar a lápiz en una hoja una figura humana”. Es lo que hace la Lomasko: dibujar a mano caras y cuerpos de mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, solos o no.
Entender su país y su tiempo, una obra al alcance de cualquiera, tejer hilos con el arte soviético y sus aciertos, ese es su marco. Porque también eso es concepto, todo el arte lo es, todo el arte que quiere durar surge de algunas decisiones previas del artista. En este caso, dibujar croquis en lugares públicos y sumar a los dibujos las palabras de los personajes: “Los observaba de reojo y paraba la oreja”. Estamos en 2008, Lomasko tiene 30 años. Se atreve a hablar con la gente. “Empecé a aprender el oficio de periodista, desde la práctica: cómo hacer una entrevista, organizar un viaje, investigaciones de larga duración”. Cuando el periodismo hace dejación de sus funciones, y el reportaje y la crónica a pie de calle son quizá las suyas más propias, aparecen, con suerte, los artistas. Las artistas en particular. Así Núria Güell y los límites de la legalidad del estado y sus instituciones y Mireia Sallarès sobre el amor y el orgasmo. Pero a diferencia de ellas Lomasko va a fondo en lo que le debe al periodismo: “De reportaje en reportaje crecía el papel del texto y los comentarios de la gente terminaban originando un relato. Por principio, no dibujo a partir de fotos ni de vídeos y raramente hago cómics, ya que el guion ilustrado es incompatible con el dibujo periodístico hecho en vivo”.
Termina “en el mismo lugar de la escena, sintiendo el ritmo y la energía de los acontecimientos”. Sus referentes son los álbumes rusos de dibujo del XIX y el XX: cuadernos de sitios militares y álbumes de campos de concentración, cuando no se podían hacer fotos. Por sus páginas desfilan clases de dibujo en el reformatorio (obra que ha cedido al Reina Sofía), el juicio contra las Pussy Riot, la plegaria de los cristianos ortodoxos contra el plan general, y tanta variedad de caras y rostros de la era postsoviética, o sea, de hoy.
Periodismo hecho arte, puesto que el periodismo no puede ser periodismo y el arte oficial se dedica al maquillaje contemporáneo.
Mercè Ibarz es escritora y crítica cultural.
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