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El sector hotelero renuncia a reabrir hasta que no se desconfine Barcelona

Solo una veintena de los 3.000 establecimientos que hay en Cataluña están abiertos y la demanda es mínima

Marc Rovira
El Hotel Ciutat del Prat, del grupo Salles, ha permanecido abierto durante el confinamiento.
El Hotel Ciutat del Prat, del grupo Salles, ha permanecido abierto durante el confinamiento.Massimiliano Minocri

El ansia por saltar de fase no alcanza a los hoteles. Pese a estar autorizados a subir la persiana, escasos negocios están operativos, y los que se han atrevido prestan alojamiento muy básico para los declarados servicios esenciales. La mayoría de establecimientos renuncian a desprecintarse hasta no tener garantizada una demanda mínima para cubrir gastos. Esto se traduce en esperar a que se eliminen las restricciones de movimientos en Barcelona y confiar en que se autoricen los desplazamientos entre provincias. Una luz verde que solo se contempla a partir del 22 de junio, y siempre y cuando se haya logrado superar la fase 3.

En Cataluña hay registrados 3.040 hoteles, según el Instituto de Estadística (Idescat). Pese a la amplia oferta, solo una veintena de ellos ofrecen actualmente alojamiento. Las restricciones a la movilidad por el estado de alarma mantienen el cerrojazo hotelero, incluso donde la desescalada avanza. “No vamos a abrir hasta que desconfinen Barcelona”, apunta Joan Capilla, propietario del Hotel l’Algadir, en el Poble Nou del Delta. En las Terres de l’Ebre hay un solo paciente hospitalizado por la covid-19 y encadenan tres semanas sin fallecidos.

El lunes, entrarán en fase 2, lo mismo que se espera en toda la provincia de Tarragona y en las comarcas del Pirineo y el Valle de Aran. El ministerio de Sanidad informa de que, en ese estadio, se podrá circular por toda la provincia, “en grupos de un máximo de 15 personas”. Un público insuficiente para que cuadren los números. “Es el momento más angustioso del confinamiento, la incertidumbre es grande y el margen de error, muy pequeño. Equivocarse abriendo antes de tiempo se puede pagar muy caro. ¿Con qué clientes podemos contar?”, pregunta Marta Domènech, del Hostal Sport de Falset, en el Priorat.

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La Confederación Empresarial de Hostelería y Restauración (ConfeCat) reclama que se permita la movilidad entre regiones en la misma fase de desescalada, para permitir al sector turístico poder “trabajar mínimamente”. En Cataluña se avanza de forma asimétrica y hará falta esperar para optar al público de Barcelona (más de 5 millones de clientes de proximidad potenciales) pero Andalucía, Aragón, Baleares, Cantabria, Galicia, País Vasco, Navarra o Murcia pueden alcanzar la fase 2 el lunes.

“¿Quién se aloja en un hotel de su misma provincia? Abrir toda la infraestructura del hotel y sacar al personal del ERTE para aspirar a llenar dos habitaciones no tiene ningún sentido”. La reflexión de Joan Capilla es común. “Hasta que no abran Barcelona, no cubrimos ni los gastos”, refiere Josep Maria Prat, del Hotel Terminus de Puigcerdà. Habla con conocimiento de causa porque ha sido de los pocos que se ha mantenido al pie del cañón durante todo el confinamiento. “En las primeras semanas, no tuvimos casi a nadie. Luego he trabajado yo solo, sin personal, con una ocupación muy baja: transportistas y algunos trabajadores de empresas de mantenimiento”, dice Prat. En circunstancias normales, el Terminus tiene ocupadas 20 de sus 24 habitaciones: “He llegado a pensar que abrir es casi un gesto solidario”.

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Clientes ‘esenciales’

Parecidas sensaciones describe Magnus Haggren, director del Hotel Sallés Ciutat del Prat. “Los Mossos nos traían a los clientes”, indica. El hotel está cerca del aeropuerto de Barcelona y es un refugio para viajeros que esperan horas su vuelo. Admite que la escasísima oferta hotelera podría dar lugar a la suspicacia tarifaria: “Podríamos haber cobrado 500 euros por noche, pero intentamos no abusar y hemos fijado un precio de unos 100 euros, casi la mitad de lo habitual en un mes de mayo”.

El Hotel Nacional, en La Jonquera, también ha resistido abierto. A dos pasos de la frontera, se vive del “cliente de paso”. Pero estos días las camas no las han ocupado los habituales conductores derrengados de kilómetros. “Al cerrar las fronteras, se han movilizado muchos policías para realizar los controles. Los hemos hospedado aquí”, informa la dirección del Grupo Escudero, propietario del hotel.

La cadena SB Hotels tiene operativos tres hoteles en Barcelona, Tarragona y Tortosa. El negocio queda muy restringido. “Ofrecemos alojamiento a causas de fuerza mayor y a servicios esenciales”, apunta un portavoz de la compañía. El tipo de cliente alojado se ciñe a trabajadores esenciales. “También personas que por causa mayor se tienen que desplazar y lo pueden acreditar”. Mientras se viaje solo por obligación, al sector hotelero no le salen las cuentas.

Las inspecciones “indignan” al sector hotelero de Girona

La presencia de inspectores de Trabajo y Seguridad Social en empresas de hostelería de comarcas gerundenses ha “indignado” a la Federación de Hostelería de Girona. Las inspecciones, que de momento se han hecho en Olot, Lloret de Mar y Palafrugell, comprueban la buena praxis de los expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y de los protocolos de riesgos laborales.

Por ello, la Federación mostró públicamente su “malestar” y considera “incomprensible” que se fiscalice a las empresas cuando, apuntan, la propia administración no realiza su trabajo porque no ha abonado el 40% de los 11.000 ERTE que se aplicaron en la provincia, según datos de los sindicatos. La Federación exige al Ministerio y a la Inspección de Trabajo que detengan las inspecciones y recuerdan que sus actividades “representan el 20% del PIB de la provincia”. El ente también ha tenido noticia de inspecciones en las Terres de l'Ebre.

La Federación califica de “total despropósito” que tras dos meses de paro general y pérdida económica de las empresas del sector turístico y de hostelería, la semana en que apenas algunos establecimientos han reanudado su actividad —un 1 % en las comarcas de Girona— al pasar a la fase 1, los inspectores ya estén en la puerta de los negocios.

La organización empresarial sostiene que esta actuación de la Inspección de Trabajo “es la muestra de que los funcionarios de la Administración del Gobierno Español desconocen la realidad del tejido empresarial del territorio, desmereciendo la situación de dificultad que viven los profesionales y las pequeñas y medianas empresas gerundenses”. Además, tampoco entiende que las inspecciones empezaran el primer día de la fase 1, “cuando el empresariado supo que podía retomar su actividad dos días antes, sábado y festivo, cuando las administraciones y gestorías estaban cerradas y no hubo margen para poder comunicar ningún cambio”.

El presidente de la Federación, Antonio Escudero, destacó que “los empresarios no han cobrado ninguna prestación para ayudar a sus empleados”. MARTA RODRÍGUEZ

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