El 4% de los socios del Ateneu Barcelonès pide ayuda para pagar la cuota
“No hay una situación dramática que justifique el ERTE”, denuncian los trabajadores ante las medidas de la entidad por el coronavirus
Son 141 socios del Ateneu Barcelonès, apenas un 4% de los aproximadamente 4.000 con que cuenta la entidad, los que han solicitado hasta ahora acogerse a alguna de las medidas de reducción de cuotas o de baja temporal especial que la junta de la entidad ha previsto para atenuar las consecuencias económicas derivadas de la crisis del coronavirus entre sus miembros. La supuesta falta de este tipo de propuestas era uno de los puntos clave de la crítica que 39 significados socios de la entidad hacían el pasado día 6 al actual equipo directivo del Ateneu, que preside el historiador Jordi Casassas, en una carta pública donde acusaban a los rectores de “inacción” y de “falta de iniciativa y creatividad” en la institución ante la pandemia.
“Les hemos atendido de forma personalizada para ofrecerles las propuestas que mejor se ajusten a sus necesidades”, apunta Casassas, en referencia a unas medidas que se han movido básicamente entre la rebaja de la cuantía mensual y darse de baja sin tener que pagar cuota de alta al regreso. Ser socio del Ateneu cuesta unos 408 euros al año (34 al mes), amén de los 65 de ingreso. En cualquier caso, la cifra de socios subsidiados es baja, lo que refuerza, según los trabajadores del Ateneu Barcelonès, su tesis de que la aplicación del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) es “desmesurada” e “injusta” porque “la entidad no pasa por ninguna situación dramática que lo justifique”, según Felip Artero, representante de los trabajadores por la CGT. La medida, en vigor desde el 21 de abril, afecta a 12 de los 31 miembros de la plantilla.
“El Ateneu es, hoy por hoy, una entidad solvente: sus cerca de dos millones de presupuesto están cubiertos más o menos en un 50% por subvenciones, patrocinios y acuerdos y la otra mitad por las cuotas de socios; la situación no es grave”, argumenta Artero, que lamenta que la decisión del ERTE por parte de la junta directiva llegara tras “una única reunión virtual con los trabajadores, el 16 de abril; desde entonces, ni una más; estamos desconcertados”. En esa convocatoria ya fueron informados por la junta de que “las bajas de socios estaban siendo, incluso, menos de las previstas por ellos mismos, lo que aún justifica menos estas medidas laborales tan drásticas”. Según sus cifras, el ERTE afectaría “a casi la mitad de la plantilla si se descuentan jefes y responsables de áreas”.
Las negociaciones se habrían roto, según Artero, por la pretensión de la junta de que los trabajadores “recuperáramos las horas laborales perdidas de manera indefinida y para antes del 30 de abril de 2021”, lo que provocaría, según sus cálculos, que algunos empleados acumulasen “más de 500 horas de trabajo”, algo “inasumible” y que “modifica sustancialmente los contratos actuales, lo que pide una negociación colectiva”. Según la junta, fueron los representantes sindicales quienes habrían coaccionado a los trabajadores para que no aceptaran esas condiciones, lo que habría conllevado la decisión unilateral del ERTE. El caso, informa Artero, está en manos de los servicios jurídicos de los sindicatos porque ven en la medida “grietas legales”. También consideran “anómalo” e “injustificado” medidas como que no se permita trabajar a los cuatro conserjes con que cuenta el Ateneu “y, en cambio, se haya subcontratado para ello a una empresa como auxiliares de servicio”. Asimismo, lamentan que la junta no haya promovido más el teletrabajo (“lo venimos pidiendo desde diciembre, mucho antes de la pandemia”) o propuesto iniciativas formativas para el personal (“en 12 años no hemos hecho un curso de nada... y estamos en una entidad cultural”).
La retirada del ERTE era otra de las peticiones que se hacían en la carta de los socios críticos, entre los que se encuentran algunos tan significados como la arquitecta Beth Galí; la exdirectora de la Fundación Miró de Barcelona, Rosa Maria Malet; el abogado Pau Miserachs; el arqueólogo y especialista en estrategia digital Genís Roca (que encabezó una de las candidaturas en las últimas elecciones a la entidad), o la que fue vicepresidenta primera del ateneo, Gemma Calvet (que dimitió en 2018 en desacuerdo por la gestión del premio Crexells, que convoca la entidad).
En la misiva también se pedía una comparecencia telemática de Casassas y su junta ante los socios para abordar el tema. Sin embargo, el presidente prefiere recuperar la asamblea que no se pudo celebrar al declararse la pandemia. “Ultimamos ya el plan de desconfinamiento del Ateneu y para facilitar la igualdad de oportunidades la haremos cuando la asistencia de público esté permitida, en el porcentaje que indiquen las autoridades, por la edad avanzada de parte de los socios, que no dominan las nuevas tecnologías, pero también se retransmitirá vía telemática”, expone Casassas, que encara la recta de su segundo y último mandato y enmarcó la carta crítica en el “inicio de la precampaña electoral”. El Ateneu Barcelonès afrontará elecciones en primavera de 2021.
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