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El exceso de stock asfixia a las pequeñas marcas de moda

Las pequeñas firmas catalanas sufren la crisis sin poder confiar tampoco en la temporada de rebajas

Centro de diseño de la creadora Lurdes Bergadà.
Centro de diseño de la creadora Lurdes Bergadà.
Mar Rocabert Maltas

Las marcas pequeñas y medianas de moda, muy arraigadas en Cataluña, se encuentran entre la espada y la pared, con las colecciones de primavera-verano en las tiendas pero sin poder abrir con normalidad todavía. Sus ventas online les han dado un poco de oxígeno durante el confinamiento, pero, a pesar de haber triplicado los pedidos por estos canales, ello representa como mucho un 10% de su facturación. A estas alturas ven perdida la temporada, que cerrarán con acumulación de existencias. Aún así, la mayoría no son partidarias de entrar en rebajas agresivas: el margen les caería y sus cuentas no saldrían.

La mayoría de firmas consultadas consideran que es pronto para hacer previsiones por la “incertidumbre” dominante, como dice Lurdes Bergadà. “Me he mentalizado de que este año en lugar de ganar dinero lo voy a perder”, admite. Por eso, quiere vender la colección que ya tiene hecha y producida y ha empezado con los descuentos. De hecho, su ropa se encuentra entre un 30% y un 50% rebajada, unos descuentos que esta marca no suele aplicar ni en período de rebajas.

No es del mismo parecer Maite Gassó, de la firma Lola Casademunt. “No soy partidaria de hacer rebajas hasta el 1 de agosto porque si no no queda margen de beneficio para poder afrontar todos los gastos”, afirma. Es consciente de que la temporada está perdida pero argumenta: “Si nos quitamos lo poco que nos queda, estamos muertos”. Con las tiendas cerradas, también han triplicado las ventas online.

Desde System Action, Montserrat Figueras cuenta que su sistema de producción en talleres de proximidad les ha permitido frenar parte de la producción y las colecciones cápsula —colecciones de pocas piezas— previstas para julio y agosto. Aún así, augura que quedarán muchas existencias para vender, a las que tendrán que dar salida con descuentos y en el outlet. “Estamos a la expectativa, no somos partidarios de hacer rebajas agresivas, pero tendremos que ver qué hacen los demás”, añade.

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Las firmas de moda infantil también han sufrido, pero confían más en la reactivación de las ventas con la reapertura de tiendas. Mónica Algás, directora de Bóboli, reconoce que tienen un “problema muy importante de stocks”, pero “si todo el mundo retrasa las rebajas, mejor”, apunta, y defiende que habría que poner “un poco de razonamiento en el mundo de la moda”, dice en referencia a las promociones y descuentos casi permanentes. “Deberíamos hacer como en Italia, que han prohibido las rebajas hasta agosto”, lanza.

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Desde Bobo Choses, Joaquim Esperalba indica que “seguramente quedará en general una acumulación importante de inventario”, pero prevén hacer las rebajas como siempre. Pone un poco de reflexión al asunto y mantiene que todas las empresas estarían “mejor si las rebajas se hicieran a partir de agosto”. “Nuestro precio tiene un sentido, está justificado”, dice para considerar que los descuentos “son contraproducentes porque se acostumbra a los clientes al incentivo promocional”.

En este momento, en el que el parón del estado alarma ha afectado a la economía local, muchos son los que creen que los ciudadanos van a responder con un consumo que ayude a la industria más próxima. Hace tiempo que se habla de una tendencia del consumidor a apostar por la proximidad, como ha pasado en la alimentación, pero con la moda todavía cuesta y la industria del fast fashion tiene mucho peso. Aun así, los empresarios del sector se muestran confiados en un cambio paulatino de los consumidores. Maite Gassó confía en que haya un cambio hacia “menos volumen de compra pero de más calidad”, mientras que Lurdes Bergadà se cree la voluntad del cliente pero ve que luego no está dispuesto a desembolsar un precio más elevado por lar ropa producida aquí. Montserrat Figueras también cree que los consumidores estarán “más concienciados y valorarán comprar menos pero de otra forma”.

Por su parte, Mónica Algás cree que Bóboli como marca saldrá reforzada de la situación “porque va a salir un consumidor más consciente y empático con las marcas y negocios locales”. Esperalba no lo tiene tan claro. “Soy optimista, pero al final es un deseo, todos esperamos que el cliente apueste por el producto bien hecho y una producción más cercana”. Lo que sí tiene claro es que la clave está en reforzar el mensaje de marca, y en eso se han centrado.

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Sobre la firma

Mar Rocabert Maltas
Es periodista de tendencias y cultura en la redacción de Cataluña y se encarga de la edición digital del Quadern. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la Agència Catalana de Notícies. Vive en Barcelona y es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra.

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