Dos caras de la epidemia a 20 kilómetros de distancia
La desigual incidencia del virus en dos zonas muy cercanas de Tarragona —un barrio de la capital y un pueblo del interior— ilustra el desafío de desconfinar por provincias
En Alcover, pueblo hecho de piedra en la ruta del Císter y a los pies de las montañas de Prades, los vecinos están escondidos o se preparan para dar un susto al forastero. No hay gente en la calle ni asomada al balcón. Las puertas de casas y comercios están cerradas. También las del ambulatorio. Hay que llamar al timbre y entonces aparece David García, el gerente, que desde aquí atiende un área básica de salud (ABS) formada por cinco poblaciones que suman 6.200 almas en un vasto territorio de interior. Desde el inicio de la pandemia, solo se han detectado cuatro positivos, con una tasa minúscula: seis casos por 10.000 habitantes. En los mapas de la Generalitat, la escasa incidencia del coronavirus aquí se refleja con un azul pálido.
A solo 20 kilómetros de distancia en dirección al mar, la temperatura se suaviza unos grados y el cielo clarea. Pero el azul del mapa se vuelve más intenso. El ABS Tarragona-7 muestra la tasa más alta de la provincia, con 109 casos por 10.000 habitantes. Es un territorio diverso en sí mismo, con hermosos chalés y también bloques de hormigón junto a zonas boscosas. La elevada incidencia se explica, en parte, porque incluye “los casos de la residencia de ancianos” Nostra Llar, explica una médica. El ambulatorio aquí sí está abierto: una mujer con hiyab espera turno para ser atendida y otra pregunta qué pasa con unas pruebas pendientes. En la residencia, que fue desinfectada por el Ejército, han fallecido 13 personas y hay otra treintena de contagiados.
Las comunidades quieren que la base territorial sean las áreas de salud
Esas dos realidades dispares coexisten a 20 minutos de coche y en una única provincia, Tarragona, que comparte diversidad con muchas otras provincias españolas: grandes ciudades y pueblos pequeños, pisos estrechos y casas amplias, vecinos que casi pueden darse la mano por el balcón y otros tan separados que casi ni lo son. El debate está servido tras la enésima polémica sobre cómo debe abordarse, desde el punto de vista territorial, la etapa de desconfinamiento.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, transmitió el fin de semana a los presidentes autonómicos el plan de sus expertos para que el fin de las restricciones se haga por provincias y no por comunidades. Sánchez, sin embargo, topó con la oposición de algunos presidentes, que abogan por una división más acotada: las áreas de salud. Ximo Puig (Comunidad Valenciana) ha hablado de “departamentos sanitarios”, que coinciden con las comarcas; Alberto Núñez Feijóo (Galicia) ha apelado a la dispersión de la población; y Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León) ha pedido “no penalizar” el mundo rural. En Cataluña, la consejera Alba Vergés citó como ejemplo del sinsentido de organizar por provincias Barcelona, macrocéfala pero también con pueblos dispersos de interior.
“El principio básico es que no hay un único camino para todo el Estado. La organización dependerá de muchas cosas; por ejemplo, cómo se organicen los sistemas de vigilancia epidemiológica”, opina Joan Ramon Villalbí, miembro de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria. “Cuesta entender que, en algunas islas pequeñas, la gente siga encerrada en casa. El cambio ha de ser dispar, pero el ámbito territorial debe definirlo el Gobierno”, añade.
"Las decisiones son más políticas que asistenciales”, opina un gerente
“Estas decisiones tienen que ver más con criterios políticos que asistenciales”, lamenta desde su consulta de Alcover el doctor García. Pase lo que pase, añade, los profesionales “adaptarán ese marco común a su realidad concreta”. En el caso de su área básica de salud, se trata de “un territorio disperso y con gente mayor”, lo que en este caso contribuyó a mantener “una tasa muy baja”. “Todos nos conocemos y, desde antes del estado de alarma, aconsejamos a los ancianos quedarse en casa. Y lo han hecho”.
Pero no siempre ocurre igual. García se pregunta cómo es que Soria ha presentado tasas más elevadas. O por qué otro territorio similar al suyo (la cuenca de Òdena) se convirtió en el mayor foco de contagio en Cataluña. O qué ha pasado para que en una residencia de su territorio no haya habido contagios, a diferencia de Els Pallaresos. “Hay muchos factores. Y el azar es uno más”.
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